Wendy and Lucy: Amar y Querer No es Igual

En 2012 se estrenó Take This Waltz, de la novel y serena directora Sarah Polley. Si bien ya había destacado en  la cinta Go, su mayor reconocimiento como actriz de carácter no llegan sino hasta que forma una mancuerna con reconocida catalana Isabel Coixet, con quien lograría memorables y entrañables actuaciones en cintas como My Life Without Me, y The Secret Life of Words en 2003 y 2005 respectivamente. Posteriormente, Polley da el salto natural en su carrera prolongando el estilo Coixet en la tradición de una narrativa que se cocina a paso muy lento mientras deja que la tensión dramática se apodere de los otros protagonistas, el público.

A veces con tomas casi infantiles, el cine Coixet-Polley resulta un festín para el público contemplativo que está contacto con sus emociones, con la paciencia y curiosidad necesarias para descubrir lo que bien enseña Isabel, es el mundo secreto de las palabras que son demasiado grandes y terribles para ser pronunciadas, de la palabra tácita que no es necesario evocar porque está presente en todas las acciones, en todo movimiento de sus captores, son las palabras cuyo poder radica en la capacidad de traspasar la piel a pesar de su mudez, y cuando  fluyen lo hacen como magma de un volcán largamente contenido, liberadora y destructora.

Take This Waltz es, en mi opinión, la película más conmovedora que he visto en lo que va del 2012 por muchas razones, personales, profesionales y artísticas. No es asunto menor que en dicha película converga la herencia Coixet con la frescura Polley, la inspiración de la pluma del mismísimo Federico García Lorca y el sublime deseo erótico del extraordinario cantante y poeta Leonard Cohen, sino que, además se une una actriz que ya ha venido labrándose un camino en el cine independiente y de arte con algunos accidentados guiños en el cine comercial, aunque la mayoría relacione a Michelle Williams con la popular serie noventera Dawson’s Creek, la mayor parte de la carrera de Michelle se ha desarrollado en circuitos no comerciales en los que ha destacado por la serena intensidad de sus personajes.

Acorde con una carrera estratégica, Williams recientemente ha adquirido cierta notoriedad en el mundo de oropel y glamour siempre fiel a su origen “indie” sin embargo. Con una colección de “pequeños tesoros” en su currículo, el florecimiento de la actriz ha sido igual que las historias en que participa, a fuego lento pero sólido, y es así como se logra representar a una sumisa y atribulada esposa que sufre en silencio al descubrir que su marido, un rudo vaquero en los años 70, sostiene una relación homosexual, o puede aparecer unos minutos con una fuerza actoral poco usual en I’m Not There que ofrecer una actuación intensa pero relajada en el thriller Incendiaria.

Es en esos cimientos, de su colaboración con reconocidos directores de historias humanas con personajes cuyo dilema moral se centra en situaciones aparentemente sin importancia pero que reflejan una complejidad individual siempre  universal, donde surge esta “pequeña joya” llamada Wendy and Lucy de la directora estadounidense Kelly Reichardt.

Wendy se dirige a Alaska para realizar el sueño de todo adolescente, conseguir trabajo fácil y acumular una pequeña fortuna. En un punto de su camino Wendy debe enfrentar una serie de situaciones que dejan al descubierto su incapacidad no sólo para continuar su camino, sino para tomar las decisiones correctas que la salven de ella misma, la realidad, como siempre pasa, es demasiado grande para su aparentemente inagotable entusiasmo. A medida que avanza la cinta descubrimos que su incapacidad para tomar las decisiones correctas no son una novedad en su vida. Quien huye de su realidad está condenado a llevarla a cuestas, porque no es el entorno lo que se debe cambiar, sino la actitud.

En cada escena, las palabras, una vez más, son las segundas grandes protagonistas de la historia, escuetas pero cuando salen devastan, decepcionan, hieren y matan toda esperanza. Lucy es el testigo mudo y ausente del vía crusis que debe enfrentar Wendy, ausente físicamente en la mayor parte del filme, Lucy es la única compañía de Wendy y representa todos sus miedos, obsesiones y torpeza, Lucy es la mascota que enfrenta a Wendy con su absurda realidad y, al final, es motor de búsqueda y espejo, motivo para la toma de nuevas decisiones.

Etiquetas:  

Acerca del autor

Cinescopia   @Cinescopia   cinescopia.com

Equipo editorial de Cinescopia.


2 Comments

  • Sus reseñas ostentan una sensibilidad que no es común en estos lares; hacen que a uno le den ganas de acercarse al cine del que habla, pero de la forma en que usted lo ve. Inspirador

    Reply
    • Muy agradecido por sus palabras don Alejandro, de verdad me ha dejado sin palabras, sólo puedo decir que lectores como usted hacen que este humilde ejercicio cinematográfico merezca la pena ser escrito. Un fuerte abrazo.

      Reply

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

*

*

*