Wit, el final del camino
Nunca es fácil decir adiós, menos aún cuando se trata del “último adiós” y de la única persona que hay que despedirse es de uno mismo.
Este drama se centra en la vida de la profesora de literatura clásica Vivian Bearing (Emma Thompson, Angels in America) quien en la primer secuencia recibe la noticia de padecer un agresivo cáncer en los ovarios en metástasis. Vivian, acostumbrada al rigor que supone el oficio de la enseñanza pregunta con voz calmada sobre las opciones de tratamiento y expectativas de vida.
A partir de ahí el argumento de la película se dividirá entre la lucha interior de Vivian por reconocer que su destino está sellado y realizar un obligado balance de su vida, pero sobre todo, aceptarse como única responsable de cada decisión tomada, de cada renuncia voluntaria y reconocerse como única responsable de sus victorias.
Su entrega al magisterio llenó cualquier necesidad de afecto, las letras fueron incomparables compañeras de soledad y crecimiento profesional, los libros fuente de sabiduría y deberá aceptar eso como su victoria sobre la muerte.
A su alrededor se mueven una serie que personajes que parecieran pertenecer a un mundo paralelo, ajenos a la realidad de Vivian, personajes que se mueven nerviosamente para cuidarla, procurarla y someterla a la humillación de servir como ejemplo para una horda de estudiantes cuyos ojos la miran con una mezcla de lástima y curiosidad, pero no de interés, es sólo una paciente más cuya desdichada situación servirá para engrosar la lista de experiencias necesaria para salvar a otros más afortunados.
Sola como se encuentra, con sus recuerdos y a merced de un grupo de médicos liderados por un joven entusiasta, se aferra a su viaje introspectivo tratando de encontrar la respuesta a todos los “por qué” en su vida. Se siente satisfecha, orgullosa pero no completa. Jamás se está listo para la inmortalidad.
Entre más busca, más se aleja de la fortaleza que busca para dejarse vencer. Y justo cuando la fuerza parece abandonarle a su suerte, víctima de las circunstancias y convulsionándose en su desesperanza, llega la ayuda de una vieja colega que llega armada con la fuerza necesaria para partir: la belleza de la lectura, la fuerza de la metáfora, la paz de la visión. Evelyn Ashford (Eileen Atkins) establece un diálogo de tres a través de la sencillez de “Runaway Bunny” de Margaret Wise Brown (1942)… una “muy inteligente alegoría sobre el alma: donde quiera que te escondas, Dios te encontrará“. Tiempo de irse. La paz llega con la compasión, no con la lástima.
El alma de Vivian se define a través del poeta isabelino John Donne, quien da epílogo a la cinta:
Muerte, no seas altanera/Aunque algunos te hayan llamado poderosa y pavorosa/ya que no lo eres/Porque aquellos a quienes crees vencer/no mueren, pobre Muerte/Ni siquiera pudiste matarme a mí/Eres esclava del destino, del azar, de los reyes y de los hombres desesperados/y tú con tu ponzoña, la guerra y enfermedades habitas/La amapola o los hechizos pueden hacernos dormir tan bien como tú; y mejor que con tu golpe/¿De qué te enorgulleces?/Si tras un breve sueño despertamos en la eternidad/Y la muerte ya no existirá/coma/Muerte… has de morir./
2 Comments
Tengo un grato recuerdo de esta pelicula, y como comentas sus minutos finales, desde la visita de su colega en adelante, pone los vellos de punta en cuanto a dramatismo y la gran calidad de la actuacion de Emma.
Una cinta que estuvo a punto de caer en un drama barato, pero como bien apunta la actuación de Emma salva la peli, definitivamente, en la reseña de la BBC advierten no verla personas con depresión severa por la carga emocional que supone y que bien apunta don Baker, gracias por su comentario, espero recibir más noticias suyas.