Wonka: Pura magia fílmica y musical

Si usted no conoce o no está consiente de la existencia de un mago fílmico llamado “Paul King”, déjeme explicarle que está a punto de presenciar un acto de magia total, un show que no solo confirma que estamos ante el que tal vez sea el mejor adaptador de cuentos infantiles de los últimos 30 años, sino también ante un talento directivo que es capaz de dar vida a objetos inanimados cual Mickey en el aprendiz de brujo, convirtiendo a la escoba protagonista en un actor ¡qué digo actor! ¡En el Señor Wonka!

Ya lo veíamos desde Paddington y la proclamada (por algún grupo de entusiastas) “mejor película de la historia”, Paddington 2. King conoce su labor y talento, pero quizá su mejor don es conocer su mercado. De ahí emerge su magia. Sabe que sus películas son de “un corte familiar”, por lo que todo su entorno y personajes es construido en base a un equilibrio de humor, sátira y crítica que sea tan disfrutable y entendible para el niño, como satisfactorio para el adulto, en este último caso, acaparando tres generaciones ya familiarizadas con el Sr. Wonka (con sus dos previas adaptaciones fílmicas y el relato de Roald Dahl).

King no solo lleva a cabo una tan divertida como cruda crítica al capitalismo y las tenebrosas prácticas monopólicas del mercado, sino que también exhibe la corrupción empresarial en todos sus niveles “no dejando títere con cabeza”, desde la institución eclesiástica hasta la fuerza policial, pasando también por el escabroso tema del secuestro y trata de personas patrocinado por estas mismas esferas. Sin duda un retrato oscuro que, sin embargo, es matizado por la magia del celuloide, y en donde el chocolate funge como un simbolismo de esperanza, como una luz al final del túnel y como una sonrisa dentro de los tiempos más difíciles ¿Qué no es eso el objetivo del cine? ¿Transportarnos por unos momentos a un mundo donde todo luce mejor con chocolates, musicales, chistes y trucos? Por tal razón, no es raro que usted sienta la inevitable necesidad de llorar de felicidad y añoranza hacía su clímax y final, algo totalmente normal dado lo hecho por este “Rey de la magia” Paul “KING”.

Otra de las grandes virtudes es la puesta en escena. King establece un mundo visualmente idílico que se contrapone a la oscuridad de su sociedad. Este claroscuro argumental, la bella fotografía y sus variopintos personajes, son el entorno perfecto para desplegar de manera natural su emocionante aventura, desarrollando un sinfín de números musicales que van mejorando conforme avanza la trama, y que de paso regalan toda la estructura necesaria a su gran estela de protagonistas (seis villanos, seis héroes, un Oompa-Loompa y algunos entrañables secundarios), cada uno con tiempo suficiente y material musical necesario (y muy pegadizo) para dar trasfondo a su personalidad y motivos. Otro golpe de autoridad contra Disney, posicionándose como la mejor película de corte y mensaje familiar del año.

Este dinamismo da por añadidura la impresión de excelentes momentos dramáticos e incluso de gran tensión, donde la amenaza es palpable gracias a la gran presentación de sus villanos y de donde emana un peligro palpable y muy cercano a nuestra realidad (una meta parodia, si tomamos en cuenta la ironía en que esas absurdeces son en realidad parte del día a día dentro de las prácticas criminales en la que incurren las empresas monopólicas).

En cuanto a las actuaciones, por supuesto hay que destacar la labor del Sr. Wonka, y es que King por fin le ha encontrado algo bueno que hacer al ex inútil de Timothee Chalamet, que con el mago chocolatero encuentra el mejor papel de su carrera (y muy adepto a su personalidad). Elogiables son las apariciones de Olivia Colman, Rowan Atkinson, Sally Hawkins y Keegan-Michael Key (el jefe de policía es genial), pero principalmente la interpretación de Paterson Joseph como el villano principal, un siniestro empresario que no dudará en matar a tu madre por un chocolate.

Y finalmente lo de Hugh Grant se cuece aparte. Su aparición como “Oompa-Loompa” es brillante. El británico ha declarado que odió hacer el personaje, pero precisamente es ese conflicto entre odio y profesionalismo lo que le regala a su “duende” adicto al cacao, esa tan cautivadora como cínica interpretación. Verlo con ese maquillaje clásico (basado en los oompa loompas de la primera adaptación fílmica de 1971) y bailar es sencillamente hilarante (créditos incluidos).

Sus niños y “sus niños” internos quedarán satisfechos con este chocolate. Sin empalagamientos, sin diabetes, sin mucha azúcar, sino con el equilibrio perfecto entre dulce y amargo que al final dan como resultado lo que quizá sea un nuevo clásico del cine familiar. El entusiasmo de este crítico no es en vano, pues entre más piensa en el sabor de este chocolate, más añora y siente la emoción y la magia que en ocasiones regala el cine, que tal vez no es escapar de la realidad, sino abrazarla con una sonrisa día a día.

P.D. Si eres conocedor y/o fanático de la obra de Roald Dahl, podrás notar decenas de referencias a todas sus obras, desde la estructura de los tres villanos hasta elementos visuales que aparecen en todo el metraje

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Acerca del autor

El Fett   @El_Fett   cinescopia.com

El más realista y cabrón crítico de cine que pueda existir. Ente sin misericordia que tiene el halago de transmitir a los mortales su sentir y sabiduría en el mejor recinto sobre el séptimo arte. Cinéfilo de corazón y crítico crudo por vocación. Alter ego del Licenciado en mercadotecnia y RRPP Oscar M Rodríguez (FB) Sigueme en twitter @El_Fett


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