La saga de Mad Max, el guerrero de la carretera y su paso por el cine
Mad Max es uno de los títulos con más coherencia en la historia del cine; su juego de palabras puede remitir tanto al atormentado personaje en cuestión como a una referencia a la “máxima locura” de la que es parte todo su universo. Sin embargo, la saga creada por George Miller en 1979 va más allá de una simple exposición de acción demencial, choques y/o persecuciones , siendo una introspección a la violencia dentro de una base de ficción especulativa en la que se traza la extinción de toda la humanidad, ambiente en el que dicha locura puede ser el único aliado para sobrevivir a los embates de una raza sin nada que perder con elementos y objetivos que excusan el comportamiento y que incluso, para la función de la narrativa y su libreto, sirven más como elementos macguffins para explayar el verdadero motif y concepto: La locura.
Llena de mitos y leyendas en su producción, Mad Max es una obra perdurable que a lo largo de este tiempo se ha convertido en un afiche de la cultura pop gracias a dos películas (Y una tercera entrometida) serie b que le mostraron al cine quizá el mejor ejemplo de cómo hacer films sobre un concepto, cintas que se tornaron rápidamente de culto gracias a un irónico carisma de su personaje y a un desarrollo lleno de simpleza pero al mismo tiempo de gran tensión y ritmo narrativo de parte de Miller, cineasta que tal vez pudiera ser considerado el único relevante en ser catalogado como un artista o autor independiente dentro del formato serie b.
A días de estrenarse la cuarta parte tanto en el Festival de Cannes como en cartelera internacional, parece adecuado repasar y analizar de manera breve las tres previas cintas sobre el policía de un mundo apocalíptico que tomará una venganza permanente hacía con el mundo debido al asesinato de su esposa e hijo sobre el desértico asfalto australiano, todo esto, con la ayuda de la siempre correcta y definitoria regla del cazarrecompensas:
5. Excelsa
4. Buena
3. Mediocre
2. Absurda
1. Cochinada
Mad Max (Miller, 1979)
Miller comienza por resquebrajar el mundo de Max, un mundo infame en el que nuestro héroe forma parte de una fuerza especial policiaca que aún parece enfrentarse en solitario contra una ola de crímenes que anteceden a la perdida de la sociedad y que han escogido el asfalto como modus vivendi para trastornar toda ley moral. A manera de prólogo, el cineasta delimita a su personaje en este ambiente trasgresor pre apocalíptico y lo sitúa como héroe, captor y mismo villano ante una serie de situaciones que lo harán sumirse en un único lenguaje: la venganza.
Con un presupuesto de $350,000, más de 15 carros destruidos en la producción, cero uso de herramientas digitales para los efectos, decenas de favores a conductores de tráileres y camiones para ayudar a algunas escenas (Que coincidentemente pasaban manejando a la hora de la filmación), y finalmente un chico de 23 años que se negó a usar dobles y que fue contratado gracias a que se presentó con moretones en todo su rostro pues había tenido una pelea la noche anterior al casting (Y que ni siquiera fue a adicionar, sino a acompañar a un amigo a hacerlo), Miller logró proyectar un mundo inmisericorde, árido, brutal y 100% entretenido. Armado de un buen guion, poco dinero, cero pretensiones y un formato comercial sin apoyo del star system (Serie b), Mad Max rápida y directamente pasaría al culto como una película sincera y sin concesiones, querida incluso por sus errores, por sus sobreactuaciones y hasta por el doblaje y re edición de sus voces y sonido, pues era considerado en aquellos años que el acento australiano era inentendible para el occidente.
Por cierto, uno de los mejores finales del formato serie b y del género de la ciencia ficción.
The Road Warrior (Miller, 1981)
El esquema es el mismo pero el mundo ha cambiado. Esto nos lo deja saber la narración de un misterioso hombre que afirma haber conocido a una sombra del apocalipsis: al guerrero de la carretera. La demencia se ha maximizado a limites extravagantes, los hombres y mujeres ya no tienen forma, sino que son monstruos, caricaturas de sí mismos bajo mascaras que reflejan la locura y que esconden esa humanidad que al parecer se ha extinguido; Miller bosqueja así su apocalipsis de arena, asfalto y gasolina, tres elementos que sirven para que emerja esa sombra llamada “Max”, un caballero errante y un perfecto arquetipo de antihéroe que busca, al igual que todos, mantenerse con vida solo un poco de más tiempo mientras atraviesa aquellos infernales e interminables caminos atestados de criaturas grotescas y sin pizca de humanidad.
De nuevo a historia es simple. Max es rescatado por una colonia que atesora su partida a un mundo mejor y que le recuerda quien alguna vez fue, recompensa suficiente para ayudarles a pelear y huir de una banda de criminales liderados por Lord Humungus, una siniestra y abominable autoridad del desierto con ciertos toques sociales y aristocráticos que estremecen a cualquier niño antes de dormir. Miller construye una mejor segunda parte gracias a que toda la cinta es un montaje de una persecución constante de 95 minutos (La cual culmina con una de las secuencias de acción más fabulosas del cine y que dejan ver a franquicias rápidas y furiosas como películas de Barbie para princesas). Ágil, tensa, fantásticamente exasperante, triste y hasta esperanzadora para solo algunos elementos, esta ha sido hasta hoy la obra cumbre de la saga gracias a una madurez adquirida en tan solo dos años no solo de su director, sino de su mismo protagónico: Un Gibson de mucha presencia y pocas palabras que se consolidó como el guerrero de la carretera
Mad Max Beyond Thunderdome (Miller, 1985)
Un co-director, más duración, más estrellas, más presupuesto y un Mel Gibson presumido y tomado por los poderes de la fama hollywoodense, son algunos de los factores que derrocaron la franquicia y la llevaron a su desaparición por 30 años. Sin embargo, el principal error del film radica en el guion y la dirección del mismo Miller, el cual inexplicablemente decidió arrebatarle no solo a Max lo “loco”, sino también a su relato, resultando en una catastrófica y forzada narración donde la trama sugiere a humanización de sus elementos, medula espinal del relato que acabó destruyendo ¡Todo!
Si bien en la primera parte los errores acudían a justificarse a una inexperiencia disfrutable con movimientos fugaces de cámara, mala logística en la consecución de escenas y sobreactuaciones entrañables, aquí la pretensión narrativa hizo que estas mismas fallas no fueran nada divertidas sino todo lo contrario, denotando la incapacidad directiva y actoral de una manera vergonzosa y poniendo a Gibson y a Tina Turner como una de las combinaciones más abominables en la historia del cine ¡Asqueroso! Ya no hablemos más porque vomito
Mad Max: Fury Road (Miller, 2015)
30 años después ¿Qué podemos esperar?
Las primeras críticas se han desvivido no solo por la reinvención que han aportado el uso de los efectos especiales, sino por el respeto que Miller tiene a su obra reseteándola a su fórmula original, pero no hay mejor análisis que su servidor pueda hacer más que el de la ciencia del palomero, así que los invito a checar todos los pormenores del regreso del guerrero de la carretera
Pronto tendremos las críticas y comentarios aquí en su blog favorito, mientras seguimos con el homenaje esta semana a la saga.
3 Comments
Mi estimado creo que desde hace dos semanas se ha visto mi entusiasmo por la nueva cinta de Mad Max, y es que para mí El loco Max es de lo mejor que ha dado el cine, aún recuerdo que vi Road Warrior cuando tenía como 6 o 7 y fue amor a primera vista. Y aquí me va a regañar, pero la tercera parte sí es de mi agrado :p.
Jajaja un gusto culpable estimado que se perdona por ser ud fan
Comparto su entusiasmo, me paso igual con road warrior, amor a primera vista
Saludos estimado