A Clockwork Orange: La Película Perfecta

Para su servidor, A Clockwork Orange no solo es la obra maestra de Stanley Kubrick, sino la película perfecta ¡No hay más!

Imprescindiblemente compleja y divertida, la mística narrativa de Kubrick englobaría todo el quehacer artístico en una sola pieza: La libertina concepción desde su adaptación literaria, donde Kubrick fiel a su ideología cambia ciertos elementos del texto de Burgess para que estos funcionen en pro del trasgresor lenguaje fílmico; la cuestión actoral, que rebasaba la interpretación para sumergirse en los personajes de manera escabrosa; la teatralidad definitoria de un director obsesionado por la perfección visual y la perspectiva simétrica en cada cuadro; la conjunción musical cuasi divina que aquí alcanza limites oníricos y protagónicos nunca antes vistos tras incluso situar a Beethoven como un testigo accidental de la violencia y falsa redención; y finalmente, su construcción argumental bajo un enfoque de ficción especulativa con toques de comedia, drama y suspenso.

A Clockwork Orange, a los ojos de su servidor es la perfección cinematográfica, y con perfección me refiero a que la pieza no denota ni un ápice de error en ningún rubro, ni trastabillo narrativo o rítmico en su desarrollo, ni desempeño histriónico fuera de lo requerido, ni cuadro o secuencia de más; su montaje final es definitorio, inmaculado y al mismo tiempo inquietante gracias a la pulcritud de su imagen e identidad y posicionamiento de culto que la hace una joya atemporal, capaz de situarse en cualquier etapa del tiempo y lograr ser actual, revolucionaria y hasta adelantada al mismo.

Aún retadora para cualquier sistema que usted quiera mencionar: religioso, político, social, espiritual, filosófico, médico, artístico, cualquier plano se convierte en un debate donde Stanley Kubrick encausa una serie de simbolismos y referencias que en conjunto conforman quizá la broma y situación más irónica (y real) de la vida: el humano como un pieza y víctima “mecánica” de un sistema capitalista, espiritual y del consumismo.

Alexander DeLarge es un reflejo salvaje de nosotros, él sistema trató de cambiarlo, modificarlo y usarlo, solo para darnos cuenta que la ideología y la esencia personal es la que perdura, no cambia, y la que en realidad es la que crea al sistema, un ciclo interminable que rige esta “Naranja mecánica” y en la que el humano solo debe dejarse llevar y sentirse curado.

Es en esa transformación donde Kubrick como de costumbre supera el material original, pues mientras Burgess decide encontrar la redención de su joven de 15 años, Kubrick con un personaje más acorde al complejo trasfondo social lleva a Alex de regreso a su naturaleza, incluso dando un mejor sentido al significado de su título, un juego de palabras que refieren al humano “manipulado”. Este cambio permite al directo abordar el relato incluso desde un tono satírico, tan violento como cómico en imágenes, interpretaciones y diálogos, razón por la cual aquel despliegue gráfico nos parece tan atractivo y culposo, tan extravagante y al mismo tiempo incómodo.

Para ahondar como es debido en la maestría estética y auditiva de esta majestuosidad, cada quien debería hacerse de variada bibliografía que refiere la omnipresencia de Kubrick en cada rincón de sus maravillosos planos, pero quizá una aseveración puntual que resuma esta maravilosa conjunción y edición, es que nunca la música y el cine formaron tan bella simbiosis como aquí, transformándose en un elemento sofisticado y trasgresor que actúa bajo la acción y motivación de su personaje, al mismo tiempo siendo el símbolo de su caída y posterior salvación ¡Así es! Beethoven y su novena, sus acordes, su magnificencia, se convierten en el vehículo principal de esta espiral y falsa redención.

Prohibida en varios países, A Clockwork Orange a 50 años de su estreno sigue impactando a cualquier espectador que tenga la dicha de toparse con ella por primera vez. Quizá haya confusión, tal vez haya repulsión, o puede ser que incluso se haya encontrado hasta una vocación o amor al cine ¡Uno nunca sabe! Pero lo que es innegable es que la obra maestra de Kubrick sigue quedándose en el colectivo memorial; sus escenas, su mensaje, su violencia, su cruda y mecánica realidad te acompañan por siempre, convirtiéndose en una leyenda de un análisis consecuente, atemporal y aún futuro.

Por si esto fuera poco, estamos hablando del mejor cierre en la filmografía de Kubrick. La espectacularidad de su competidora más cercana en la historia (La otrora perfecta oda de Kubrick llamada 2001) palidece ante la frialdad de una narrativa sin libertad de juicios o percepciones. La Naranja es lo que es: armoniosa, amenazadora, obsesiva, perfecta, divertida y… mecánica

Etiquetas:  

Acerca del autor

El Fett   @El_Fett   cinescopia.com

El más realista y cabrón crítico de cine que pueda existir. Ente sin misericordia que tiene el halago de transmitir a los mortales su sentir y sabiduría en el mejor recinto sobre el séptimo arte. Cinéfilo de corazón y crítico crudo por vocación. Alter ego del Licenciado en mercadotecnia y RRPP Oscar M Rodríguez (FB) Sigueme en twitter @El_Fett


7 Comments

  • La culminación y apoteosis del séptimo arte son, por supuesto, La Naranja Mecánica, pero también El Padrino y…poco más (no se me ocurren otras). Pues son obras invaluables que, como bien se menciona en el artículo, alcanzan la perfección al lograr el equilibrio entre el ámbito visual y la narrativa, entre el apartado técnico y el artístico. Todos sus elementos se complementan mutuamente. El mensaje no se ve eclipsado pero tampoco ensombrece (ejem. 2001); a estas cintas no les falta ni sobra nada. Armoniosamente libamos de lo vemos, oímos y sentimos.

    Reply
  • Hijole estimado Agur, para mí también 2001 entra dentro de esas obras llamadas perfectas, incluso creo que en cuanto a tópicos y magnificencia audiovisual considero que es la joya más ambiciosa de la historia del cine, sin embargo igual que usted y el Feet pienso que la Naranja es la mejor película de todos los tiempos (también es mi favorita), por todo lo ejemplificado excelentemente en el artículo, por ese equilibrio majestuoso que menciona y por el amor y cariño que le tengo por ser la película que me enamoró definitivamente de este chingonazo arte.

    También dentro de las mejores (o más acercadas a la perfección) pondría Amadeus, Magnolia, El Bueno, El Malo y el Feo, Paris Texas, Alien, entre otras de Kubrick (Barry Lyndon) y Coppola (la secuela del Padrino, Apocalypse Now)

    Reply
  • Una de mis películas favoritas de todos los tiempos, la que me introdujo a Kubrick y quizás la película que me convirtió en un cinéfilo. No conozco otra película donde te muestran a un hijo de puta, te hacen odiarlo… pero al mismo tiempo te hacen identificarte con él (después de todo, ¿qué no es identificable sobre robar, violar, matar y ser un hijo de puta en general?) ¡para luego hacerte sentir lástima por él! Demostrando que ser un hijo de puta no es una fase, es un estilo de vida.

    Reply

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

*

*

*