A Different Man: All About Oswald

Pocas películas logran ser buenas en forma y en fondo. Aquí una de ellas. No sólo Aaron Schimberg nos cuenta con A Different Man una historia tan enternecedora como desafiante y desgarradora, sino que lo hace a través de un guion sólido, que reta al espectador y recargado en un par de actuaciones dignas de ser loadas.

Mediante el drama y el suspenso psicológico, A Different Man nos cuenta la historia de Edward, un actor neoyorquino con una cara deforme quien se somete a un tratamiento médico que transforma su aspecto. Al cambiar de rostro, las cosas parecen mejorar en su vida, tanto laboral como amorosa, pero este cambio no lo lleva a ser quien en verdad busca ser. La llegada de Oswald, una persona igual deforme pero sin complejos, termina por afectar la vida de Edward y la perspectiva sobre sí mismo, generando en él una obsesión por recuperar lo que ha perdido.

Lo interesante de A Different Man es su planteamiento, a través de una metaficción, para contarnos una historia por demás personal, a través de los entresijos de la mente de su protagonista, quien exterioriza sus pensamientos y deseos, sus sueños lúcidos que se vuelven tan tangibles como multifaciales. Nos lleva a reflejarnos en un espejo roto en el que las realidades reflejadas llegan a ser por momentos utópicas y por momentos desesperanzadoras. La importancia del aspecto físico y, sobre todo, de cómo nos vemos a nosotros mismos tiene aquí una de las mejores reflexiones que se han dado en el cine.

La mordacidad de sus diálogos y las situaciones que presenta, nos hacen recordar los mejores trabajos de Charlie Kauffman, sobre todo en “Adaptation” y “Synecdoche, New York”, a la vez que su fotografía y el cinismo/neurosis de sus personajes resultan una evocación directa a Woody Allen (incluso hay alusiones directas). Pero más allá de las comparativas (los hermanos Cohen, De Palma, Mumblecore, etc), el guion y dirección de A Different Man encuentran un camino propio y único. Lo que hace Aaron Schimberg es por demás ambicioso, pero cumple y paga con creces.

En su metáfora sobre cómo nosotros mismos nos visualizamos como personas que parecieran deformes y repulsivas, A Different Man logra incluso mejorar lo que “The Substance” había hecho bien hace apenas un par de meses, que es recurrir al body horror y apelar a la repulsión del espectador para lograr un grado de empatía y consideración, poniendo en entredicho el amor propio.

Las actuaciones tanto de Sebastian Stan como de Aaron Pearson están en su mejor nivel. Stan ha tenido un año magnífico, considerando su trabajo en “The Apprentice”, pero es aquí donde logra niveles de profundidad más intensos e interesantes. Por su parte, Pearson sorprende con un papel lleno de capas, que evoca a Anne Baxter en “All About Eve”, pero con un carisma impresionante.

Sin duda, A Different Man es una obra de esas que crecerán con el paso de los años y que impulsará la carrera de su director Aaron Schimberg, cuya obsesión por historias sobre devastación física y psicológica ha sido patente en este y sus dos filmes anteriores.

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Acerca del autor

Jose Roberto Ortega    

El cine es mi adicción y las películas clásicas mi droga dura. Firme creyente de que (citando a Nadine Labaki) el cine no sólo debe hacer a la gente soñar, sino cambiar las cosas y hacer a la gente pensar mientras sueña.


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