Rebecca: Perseguida por un fantasma del pasado

Rebecca es un clásico. Desde el lanzamiento de su novela en 1938, escrita por la autora inglesa Daphne du Maurier, esta se convirtió en un best seller que fue adaptada al teatro en 1939 y a la pantalla grande en 1940 en la famosa versión de Alfred Hitchcock, la cual incluso ganaría el Oscar.

El cine siempre está tratando de reinventarse, y con ello nos ha mostrado su dependencia por volver al pasado, no solo para atacar con nostalgia a quienes son fanáticos de ello, también busca, claramente, atraer a las nuevas generaciones añadiendo esos toques modernos que lo ayudarán a encajar con la generación actual.

En resumidas cuentas, Rebecca, es la historia de una inocente chica (sin nombre) que se contrae matrimonio con Max De Winter, un adinerado viudo que aún vive con el recuerdo de su primera esposa, situación que pondrá grandes obstáculos para la nueva señora De Winter.

Rebecca es una película sin alma, la cinta no logra definirse entre una historia de amor o una de suspenso e intriga. Quiere ser ambas pero no es ninguna. Y esto se refleja en las inconsistencias de sus personajes que son degradados a absurdos cuyas personalidades no están correctamente delimitadas: ¿es este personaje misterioso o solo tiene mal carácter? ¿es solo sobrio o es una pareja tóxica? ¿cómo pasó de insegura a empoderada en solo 2 minutos? Son algunas de las preguntas que llegaron a mi mente, mientras las actuaciones de Lily James y Armie Hammer se caricaturizaban cada vez más durante el filme.

Estas fragilidades conforman una historia poco creíble en la que la evolución de los involucrados es inverosímil, ausente de emotividad en sus momento cumbres, y que además se traduce en una nula conexión hacia una audiencia que no logrará interesarse lo suficiente por el destino de los poco empáticos protagonistas, aún hacia el desenlace del filme.

Menos es más, un principio que el director no parece entender mientras está tratando de generar suspenso con su narrativa. La película no te permite crear tus propias ideas sobre la misteriosa mujer (el elemento más valioso), pues apenas en 30 minutos nos muestra cómo es que la nueva señora De Winter sueña con la famosa Rebecca, incluso sin que nadie le mencionara dichas características que son introducidas por primera vez en la cinta mucho tiempo después.

Algo de lo que también sufre Rebecca es ese intento de modernizarse incluso siendo una historia en un contexto de los años 40s, desde una innecesaria escena sexual antes del matrimonio (algo no solo inusual en la época, sino que tampoco encaja con el carácter de la protagonista) hasta cada detalle de ambientación y vestuario que fallaba en transportar a dicha época. 

Y sí, Rebecca tiene la “mala suerte” de tener una versión predecesora dirigida por uno de los mejores de todos los tiempos. Las comparaciones son inevitables cuando tienes el precedente de que puede ser mejor contada a través de la pantalla, que dos horas son suficientes para crear una inolvidable (y creíble) historia que pasará de generación en generación y que querrá ser recreada, mejorada y aumentada pero fallará en su intento mientras se olvide de lo más importante: su esencia.

 

 


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Acerca del autor

Kim Tobias   @kimm_tobias  

Enamorada del cine clásico y los guiones astutos. También odio los finales felices... ["La estimulación visual es la razón del cine. De otra manera podríamos simplemente apagar las luces y llamarlo radio" R.A.]


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