Birdman o el humor negro contra el cine de superhéroes
La reciente cinta del mexicano Alejandro González Iñarritu es un deleite de aspectos técnicos en relación a las herramientas clave para a buena película: guión, dirección, fotografía y manejo de cámaras. Sin embargo, a pesar de la manufactura impecable en los aspectos técnicos, la película no logra conectar con el espectador promedio que necesitara mas tablas (cinematográficas y teatrales) para poder disfrutar de un cine de calidad, pero que a primera vista puede resultar compleja y hasta un tanto cuanto pretenciosa.
El primer Batman como base para la crítica
Michael Keaton sigue siendo un referente y fue el iniciador (sin saberlo) del boom de superhéroes iniciado en los ochentas con la mercadotecnia y el furor de fans alrededor de todo el mundo. Mas allá de su aportación al cine comercial ochentero, Keaton a nivel actoral era bastante sobresaliente si consideramos que después hizo verdaderas mierdas cinematográficas como Multiplicity (1994), o Jack Frost (1998). Y esto precisamente, conecta con el protagonista de Birdman (Riggan Thomson), un actor venido a menos que entre la fantasía y el hiperrealismo trata de llevara a cuestas la fama ya desaparecida y ahora es un actor mediocre que intenta desligarse de su papel más famoso y que lo convirtió en un “famoso” mas no en un verdadero “artista”. La cinta no solo es una critica áspera, total y sin tapujos de los excesos de Hollywood y los actores “famosos de moda” (Ryan Gosling), sino que también Iñarritu, conecta de manera precisa, las carencias sociales relacionadas a un sociedad caída a menos, más preocupada por las “redes sociales” y el impacto mediático, que por el desarrollo personal.
En un tono teatral y emulando un solo plano secuencia, la cinta nos lleva a diálogos y monólogos que trasmiten la decadencia de un Showbusiness, junto con la incapacidad de nuestro protagonista de tratar de conectar su vida personal, familiar y los aspectos con los que tiene que lidiar ligados a la lucha contante con su ego. Más allá del tono realista y tragicómico, lo que resalta del relato del director mexicano, es el tinte de realismo mágico, que parece ser que solo el protagonista, en su delirio e incapacidad para entender el trabajar con el futuro, la fama y el dinero venido a menos, logra darnos chispazos de nihilismo y de fantasía producidas por su miedo, a ser de nuevo usado como carnada para los excesos del cine y de la fama como superhéroe cinematográfico de antaño.
También Norton es un actor conflictuado
Edward Norton podría ser otro protagonista que encarnaría perfectamente el símil del actor que encarna a Birdman. De ser uno de los mejores actores de su generación, Norton se le ha visto alejado de papeles serios y arriesgados. Tal vez su último buen papel fue alrededor del 2006, en la película de Nolan Neil Burger (The Illusionist). Aun así, parece ser que el cineasta apuesta más por los vicios de la meca del cine al exigir papeles que encasillen a los actores en su plenitud como jóvenes, mas allá de hacerlos crecer en películas que no solo retraten aspectos ridículamente banales como la explotación actual del cine para adolescentes. Así pues, tenemos dos actores que pudieran ser de cierta manera, desaprovechados por las múltiples sagas de superhéroes de mediocres a malas en su mayoría.
Emmanuel Lubezki listo para su segundo Oscar
Parte importante del filme, es la puesta en escena y la fotografía que impregna Lubezki en toda la historia. En toda la película recae la labor de que se juegue con el concepto del plano secuencia interminable que quiere emular el director mexicano en todos los cambios, tanto del relato como de las conexiones con el interior y el exterior. El fotógrafo ganador del Oscar, es un experimentado lobo de mar, y reconoce y perfecciona la actitud con que el tono de la cinta se conecta con lo teatral y extravagante del relato realista, cínico y sarcástico. Seguramente sera merecedor de su segundo Oscar, y ya se posiciona como uno leyenda en el área de la fotografía fílmica.
Conclusión
Más allá de las cualidades de la cinta, pareciera como que Iñarritu hace su película más personal e intimista, para hacer un chiste local en el gremio actoral y de directores. Pareciera que es mas por una especie de crítica velada ante los grandes estudios que apuestan por producciones millonarias sin cabida para el “arte” y el “buen cine”. Y no es que el mexicano peque de inocente o que no tenga la razón, sino que como producto que va dirigido a un público en específico, no conecta con un relato redondo. La crítica parece redundante y el ritmo que impregna el director de manera consciente desesperara al público promedio, enfocándose más en lo técnico de la cinta en comparación al hipérbole narrativo.
Más allá de eso, si usted es cinéfilo o está directamente relacionado con el cine es una película obligatoria del 2014. No es la mejor cinta de este año tan pobre, pero si es una alternativa compleja e interesante si usted odia (como muchos) al cine de superhéroes.
P.D.
No se pierda el final, posiblemente es lo más interesante de la cinta para entrar en polémicas filosóficas en el café después del cine.
3 Comments
“The Illusionist” no es de Nolan!!!! error del tamaño de Gargantua! Mi estimado, la confunde con “The Prestige”
Solo un detalle Mr. Waters, Nolan dirigió The Prestige, The illusionist fue dirigida por Neil Burger.
Saludos.
Toda la razon, error de medianoche. No me manden de crítico de rmx o de ventaneando 🙂