Champions: Una Disney Channel con palabrotas

Así como películas de acción pura y desenfrenada, también necesitamos películas reconfortantes, o que inciten en cierto sentido al optimismo, indispensables para mantener el balance del entretenimiento y desenchufar el cerebro de vez en cuando. No sé si es incluso preciso aclarar, conociendo ya la premisa, que Champions es una de esas cintas.

Champions (“Los Campeones” para su título en Latinoamérica) cuenta la desventura de un entrenador de baloncesto de ligas menores, interpretado por Woody Harrelson, que tras una mala decisión personal recibe una orden de un tribunal de hacer trabajo social dirigiendo un equipo de jugadores con discapacidad intelectual. 

Esta oferta ya se nos ha mostrado en innumerables ocasiones y con variados deportes, la historia de un equipo de aparentes “perdedores” que busca mejorar con esfuerzo y dedicación para así poder soñar con alcanzar la gloria del campeonato, solo que esta vez, la diferencia es que los jugadores en cuestión son personas con capacidades distintas; algo que también viene muy adhoc a una época en la que la industria cinematográfica busca ser más empática e incluir a todo tipo de personas y ser más variado en cuanto a condiciones o preferencias se refiere.

Champions es tal cual una feel-good movie, una película lo suficientemente grata para entretenerte pero de la cual no se esperan muchas sorpresas o giros de tuerca; varios conflictos aparecen desde el inicio pero todo se resuelve de manera fácil y casi instantánea, o al menos dejando la sensación de que pronto veremos un final feliz. Todos los clichés de este tipo de filmes están aquí: desde las variadas personalidades de los jugadores (el rebelde, el peor jugador, el que genera un vínculo más cercano con el entrenador…) hasta un romance que parece todo menos intermitente. 

Y ahí es cuando la personalidad de los actores puede jugar un papel importante dentro de crear este llamado “diferenciador” que añada un extra que la haga resaltar entre tanta competencia de cintas deportivas, algo con lo que Woody Harrelson cuenta pero que su reparto, aunque bastante tierno, no es lo suficinetemente encantador para ser recordado horas después de haber visto la cinta. 

Siendo sinceros, no se necesita ser un experto cinéfilo para suponer que solamente hay dos finales posibles para Champions: o el equipo termina siendo campeón en el último minuto o se queda con un honroso segundo lugar que en realidad se siente como un primero, aquí solo falta descubrir cuál será de las dos sopas.

Después de todo, este tipo de películas no tiene como finalidad ni deberían siquiera ser consideradas para un premio (a menos que seas CODA) pues su único propósito es dejarnos con una sensación de optimismo puro y de que todo es posible si se desea con el corazón, tal como una película Disney Channel cualquiera, pero que en esta ocasión tiene un tono más dirigido hacia la audiencia adulta (sexo implícito y palabrotas incluidas).

Champions no está basada en ninguna historia real, solo busca destacar gracias a la inclusividad con la que cuenta y un carismático actor en su rol principal, una agradable pero nada extraordinaria propuesta de aquellas que se pueden ver un domingo de esos en que la motivación no es nuestra cualidad más fuerte.

 

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Acerca del autor

Kim Tobias   @kimm_tobias  

Enamorada del cine clásico y los guiones astutos. También odio los finales felices... ["La estimulación visual es la razón del cine. De otra manera podríamos simplemente apagar las luces y llamarlo radio" R.A.]


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