El Juego del Calamar: Mame coreano y gore a lo “Netflix”

De vez en cuando hay una serie o película que “rompe el internet”; todo mundo empieza hablar de ella en redes sociales y si no la has visto, quedas fuera de la conversación. Este año “la rompió” El juego del Calamar, una producción surcoreana de Netflix.

Cuenta su creador Hwang Dong-Hyuk que escribió esta serie hace mas de diez años, sin embargo, no había conseguido realizarla porque ningún estudio creyó en ella. Llega Netflix, la produce y es un hitazo.

¿De qué va? Todo comienza con un tipo llamado Gi-Hun (Lee Jung-Jae) que esta en la ruina, vive con su madre enferma a la que le roba dinero, su ex esposa se ha vuelto a casar y pocas veces ve a su hija. Es adicto a las apuestas de caballos y no tiene un empleo fijo. Ese día es el cumpleaños de su hija y su madre le da dinero para que le compre un regalo y la lleve a comer algo, sin embargo, Gi-Hun se va a las apuestas, gana un buen dinero, se lo roban, lo persiguen unos mafiosos a los que les debe, lo hacen firmar un pagaré donde pone de garantía sus órganos vitales y termina pidiendo prestado para festejar a la hija. Ya rumbo a su casa, está en la estación del metro cuando conoce a un hombre bien vestido que lo reta a jugar. El juego consiste en tirar al suelo unos sobres de colores y el otro debe voltear de un golpe el sobre y así ganan (como el juego de los tazos). Gi-Hun no tiene dinero para apostar, así que, cada que pierde le da una cachetada el otro tipo. Por fin logra ganarle, el tipo le da una buena cantidad de dinero y una extraña tarjeta con tres figuras geométricas y un número de teléfono detrás. Le dice que, si quiere ganar mucho más, llame ahí y podrá participar en otros juegos donde se acumula mucho dinero.

Después de varios incidentes que suceden esa noche, decide llamar al teléfono de la tarjeta y acepta jugar. Pasa por él una camioneta, lo duermen y despierta en un bodegón con otras 455 personas más. Todos vestidos con la misma ropa deportiva color verde y un numero como identificación. Ahí se encuentra con un amigo de la infancia y se relaciona con otras personas más.

Todos los juegos son infantiles, pero los participantes no saben a que van a jugar, este es revelado hasta que va a empezar el juego. Las reglas son las mismas que los juegos infantiles con la única variante que el que pierde, muere o lo matan.

Esta es una serie donde se habla de que el dinero lo es todo y de lo que somos capaces de hacer por una gran cantidad con la que creemos van a acabar todos nuestros problemas. Tiene otras tramas alternas como el tráfico de órganos, un policía buscando a su hermano desaparecido y cada sub trama de los personajes principales.

Lo mejor de esta serie es la producción, tiene una excelente dirección de arte, los lugares donde se llevan a cabo los juegos están muy bien hechos, todo se ve muy infantil, pero al mismo tiempo se hace muy siniestro, porque eso si, la serie es muy violenta y no tiene piedad del espectador. Matan a diestra y siniestra sin miramientos. Hay mucha sangre y violencia. La música es excelente, de repente se oye muy infantil, pero al mismo tiempo da una atmósfera de sadismo del que nos hace participes.

Tienes giros inesperados y en cada capítulo va escalando la degradación de los jugadores y se van revelando sus personalidades, son personajes bien escritos y sustentados. Vale mucho la pena ver algo tan bien hecho y más viniendo de una plataforma como Netflix, que últimamente ha producido a destajo más penas que glorias.

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