Gone Girl: giros, giros y más giros de un guion que molesta
Atención spoilers:
Lo primero que llama la atención del nuevo filme de David Fincher es su temática conservadora y realista. El punto en donde converge todo, es el análisis de las relaciones amorosas en pareja desde el punto de vista del postmodernismo. Una categoría que Fincher había abordado de manera magistral en su segunda película como director (Seven, 1995), y en sus subsecuentes cintas que mostraba el nivel de un cineasta en la cúspide comercial (Fight club, 1999; Zodiac, 2007).
En su nueva cinta Gone Girl (2014) vemos al Fincher más decadente desde su patética y primer tropezón (The Game, 1997), y en donde a través de su soporífera duración, el director estadunidense nunca logra conectar los niveles de género que intenta trasmitir al espectador, y en donde la tragicomedia se vuelve irrisoria y hasta lamentable en un director que en la época de los 90s, era de vanguardia.
El inicio en donde el ritmo es un factor importante para considerar que algo raro está sucediendo
La atmosfera que imprime Fincher en la cinta, es su clásica atmosfera lúgubre que ha sido su sello característico a través de su obra. Vemos que la cinta se centrara en Ben Affleck (Nick Dunne), quien nos mostrara por medios de flashbacks la pretendida relación (encuadre fallido de Fincher) entre Affleck y una horrenda y sobreactuada Rosamund Pike (Amy). El inicio, es un penar para el espectador quien trata de descubrir qué tipo de género se está llevando a cabo en la pantalla, y no es que uno vaya a ver una cinta tratando de ver en que genero se encuentra (ni el crítico mas observador hace eso), lo que sucede es que Fincher por medio del protagonista (un monocromático Affleck) fracasa en su manera de llevar a cabo los hechos, y navega entre el tono farsico, el drama, la tragicomedia y el absurdo. No habría problema si la problemática inicial se resolviera de manera inteligente y lógica; sin embargo, aquí el espectador empieza a notar que las secuencias en la narrativa serán “giros sorpresivos” que cansan, dan pena ajena y enlodan lo pobremente cimentado en pos de darle elementos “polémicos” al relato.
Y entonces el director decide que para darle emoción a la cinta, empezaran los giros absurdos al más puro estilo de Shyamalan
El espectador tratando de encontrar el tono de la cinta comienza a meterse en el relato para ver si de manera empática se relaciona con el personaje de Affleck en su conexión con una relación vacía y conectada con las circunstancias que hacen que una pareja exitosa se vaya desmoronando. Pero aquí uno dice: yo ya vi esta película magistralmente llevada por Sam Mendes en su agónica, brillante e incómoda: Revolutionary Road (2008). Entonces para no dejar dudas de que Gone… comienza a ser una cinta patética, el director introduce el primer “giro dramático” con la aparición de la amante de Nick, al más puro cliché de telenovela mexicana de las 9. Y aquí es donde uno intenta reír en vez de enojarse con un director que en su “madurez” se cae al abismo de lo conservador y un “dilema moral” demasiado barato.
Ok, el protagonista tiene una amante sacada de la manga. Me puedo tragar esto en el supuesto drama, lo que ya no me puedo tragar es el segundo giro pseudo-dramático que conecta con la situación de Amy, que para este entonces, “sabemos” que es una psicópata fabulosa (sin que el director construya el personaje) y planeo toda la primera parte de la cinta. Es decir, la película pasa de ser una crítica a la familia postmodernista, a volcar el relato sobre las aspiraciones de la protagonista y sus incursiones entre su vida como feminista liberada y sus aventuras psicópatas en los suburbios Norteamericanos. Hasta aquí la protagonista intentaba actuar. De repente, se mete en el papel de poner caras de loca, para que digamos: mira que buena se está poniendo la película (sic).
El clímax y de cómo la cinta se vuelve un “thriller” barato en pos de meter una escena “sangrienta” para impactar al espectador también conservador
En el periplo de la protagonista ama de casa convertida en instantes en psicópata, vemos como es asaltada para hacer de manera simple, que se conecte la historia con otro giro futuro de la misma absurdidad que las anteriores. Aquí uno le dice al director, que también vio Kalifornia y que no es necesario meter las referencias burdas. El interés inicial por el protagonista se vuelve repetitivo y de un aburrimiento mayor; Fincher critica de manera sistemática pero torpe, la industria televisa y trata de conectar las insatisfacciones de Nick, con los flashbacks que poco a poco se van haciendo más inconexos con lo que esa sucediendo en pantalla. En este punto, la molestia de un servidor era ya puesta a prueba. Aquí es donde el guion comienza a decantarse por las opciones más obvias, por los alargues nada trabajados en la historia. La protagonista por su parte llama a su ex y con un plan desarrollado en menos de un día, logra matarlo (una escena tan vulgar de tan mal montada) y decide regresar con el marido para que toda la prensa y el FBI, crea sin ninguna lógica detectivesca, lo que la protagonista arguye.
Ya con los giros sacados de la manga, la película se ha vuelto una lección de incongruencias y de falta de conexión lógica con el género que aun hasta hoy, no sé que quería lograr el director.
Así, uno agradece que después de 2 horas, por fin la cinta se vaya a terminar. Pero no por dios, el director alarga de manera sadista su ejercicio para ponernos un epilogo nada esclarecedor, repetitivo y absurdo. Solo faltaba que al final, la historia terminara con que todo era un sueño o parte de una fiesta sorpresa de aniversario para “enriquecer” la historia al más puro estilo de la cochinada filmada allá por el año de 1997.
Conclusión
Es triste ver la decadencia de un cineasta y los intentos de su mediocridad, tanto en el aspecto de la narrativa como en los efectos facilones de su guion carente de frescura y truncado en el lugar común. Hace mucho que no salía molesto de una cinta, y es que cuando uno lo quieren engañar de manera barata, las enseñanzas que uno tiene en su background educativo, no le permiten pasar por alto algunas displicencias de gente acomodada en el mainstream. Fincher llevaba un trastavilleo engañabobos (The Social Network, 2010). Su última cinta ha sacado a relucir su posición acomodada que su servidor iniciaba en esta crítica. Como diría Pete Townshend: no confíes en alguien mayor de 30. En el caso de David, ya no confiaremos en el después de sus 40s.
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