Krakens y Sirenas: O como enseñarle a sus niños ¿Qué es un bodrio?

Hay un término comercial llamado “Economía de Plata” en el que algunas marcas basan su innovación de producto o servicio al adaptarse al crecimiento de edad de su mercado base. No es un modelo imperativo, pero algunas marcas han fracasado al no seguirlo. Un ejemplo muy simple sería una cervecería diseñada para la juventud millennial, que hace 15 años ofrecía alitas, cerveza, tragos económicos, música de la época y un ambiente agradable, y que ahora, al no haberse adaptado al crecimiento de su mercado (que ya tiene niños, más dinero y responsabilidades), han quebrado o retirado varias sucursales ¿Lo peor? Que en ese limbo en el que no hicieron NADA, tampoco supieron adaptarte a la generación siguiente, la cual cuenta con sus propios productos, ambientes, personalidad y gustos.

Este modelo y su respectivo fracaso también es aplicable a ciertos productos fílmicos (últimamente le pasa mucho a Pixar, Disney, Star Wars o a los superhéroes), pero quizá no haya un ejemplo más simple y vulgar que este bodrio infantiloide.

El problema no es su tono, pues dentro de la animación siempre se perseguirán dos tipos de mercado, adultos y/o niños, variando de propuesta a propuesta o bien tratando de satisfacer a ambos con la misma oferta. Pero “Sirenas versus Krakens” sigue exactamente el manual comercial de lo que NO SE DEBE HACER, y eso es ofrecer un mal producto a las nuevas generaciones (niños), y no adaptarse a sus viejas generaciones (papás), simbolizados estos últimos en la promesa de una sátira a una “sirenita” pelirroja y a su competencia… Disney.

La cinta ofrece todos los clichés maternofiliales al centrarse en una joven kraken que, llevada por su madre al mundo de los humanos, descubre por medio de una caída al agua que es la princesa de los océanos, y que los krakens no son monstruos, sino protectores de los mares y enemigos jurados de las horribles, espantosas y villanas sirenas.

El primer gran error de esta cinta es que, teniendo un rico universo mitológico, los guionistas deciden ignorarlo y solo usarlo como una pincelada de su conflicto. Por tal razón, solo habrá poquitos krakens y una sola sirena, y la “gran” pelea de su anticlímax se resumirá en una venganza y la obtención de un tridente que primero se suponía indestructible, para luego ser convenientemente destruido en tres segundos por el forzado poder matriarcal de tres generaciones.

El segundo error es que, al estar construido como un “coming of age”, no revela un crecimiento trascendental de su protagonista (suponiendo su verdadero objetivo). El conflicto es débil y la enseñanza es fugaz y sin ninguna consecuencia de peso. Los personajes son por ende esbozos amenazantes de una tendencia narrativa en el que “no hay que asustar o escandalizar a los mocosos” y donde por favor, no deben ser mostradas ninguna muerte o consecuencia más allá de un par de berrinches de mamá e hija (y una especia de “Merlina” que repite su chiste existencialista hasta el cansancio). Patético.

El tercer error es la famosa “Sirena”, la cual se venía vendiendo como una sátira hacía la competencia, pero que termina por ser nada, no hacer “pinches” nada, ni aportar al relato ¡NADA!, más que parecerse en vestimenta y cabello a la “Ariel” de 1989. El humor por ende no es que se desvanezca, sino que es inexistente, al no abordar ningún tipo de parodia o referencia y mostrar una falta no solo de riesgo, sino también de creatividad (en mi pueblo se les dice “culos” o “culeros”).

El último error es el diseño de personajes. Horrendos en realidad, y en donde se refleja muy poco esfuerzo de parte de los animadores. Estas caricaturas planas que un niño de kínder podría dibujar (porque es seguro que la imaginación les alcanza para más), proveen muy pocos registros en la emoción de sus personajes, así como una muy pobre exposición de credibilidad del mito en el que pretenden basarse; todos pareciendo dibujitos de zonas de niños en restaurantes agradables para que tu escuincle te deje comer.

Debido a mi etapa paterna en el que cuento con una hermosa niña de cinco años que me acompaña a todas las premieres de prensa de cintas infantiles, me es curioso ahora analizar la reacción de los infantes frente a tan poco y patético humor. Quizá no me dejaré llevar por las nulas risas de mi hija o por su crítica (más que acertada) al final de la proyección (en la que le pregunté que le pareció, y me respondió de la manera más honesta: “más o menos”), sino por el inexistente ruido de los demás niños en la sala (contrario por ejemplo a la presentación de Mario Bros, donde las risas, las opiniones, los gritos y la hiperactividad eran otro problema extremo).

En conclusión, “Rubby Gillman: Teenage Kraken” no funciona ni como aventura, ni como comedia, ni como parodia, ni como “coming of age”. Es un intento infumable e insignificante por llamar la atención a consta de la otra ahogada “Sirenita” de Disney en este 2023.  Un bodrio infantil, que no sabe adaptarse a su público adulto, ni agradar a su público infantil. Evítenla.

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Acerca del autor

El Fett   @El_Fett   cinescopia.com

El más realista y cabrón crítico de cine que pueda existir. Ente sin misericordia que tiene el halago de transmitir a los mortales su sentir y sabiduría en el mejor recinto sobre el séptimo arte. Cinéfilo de corazón y crítico crudo por vocación. Alter ego del Licenciado en mercadotecnia y RRPP Oscar M Rodríguez (FB) Sigueme en twitter @El_Fett


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