La Estrada es: Roberto Gavaldón en mexicanos nominados al Oscar

Nacido el 7 de junio de 1909 nace en Jiménez, Chihuahua el director mexicano Roberto Gavaldón. Con más de 100 películas filmadas entre el nacimiento del cine sonoro y  la época de oro del cine nacional, el también actor inicia su carrera cinematográfica en los Estados Unidos cuando en 1926 viaja a ese país para estudiar mecánica dental. Aunque se desconoce a ciencia cierta la manera en que incursiona en el cine norteamericano, se sabe que Gavaldón pudo haber sido iniciado por Gregory La Cava. Independientemente de su obra en Hollywood, Roberto se labró una reputación como asistente de dirección y actor entre los directores mexicanos del incipiente cine sonoro.

Tras su regreso a México asiste en la dirección a los ya entonces reconocidos  Raphael J. Sevilla (La Mujer del Puerto, 1934) y Gabriel Soria (Chucho el Roto, 1934) para posteriormente rodar “La Barraca” en 1944 como director, una adaptación de la novela de Vicente Blasco Ibáñez, que le mereciera el premio como mejor director y mejor película en la primera entrega de los Arieles en 1947.

A partir de La Barraca Gavaldón se forja una nueva reputación: la de director neurótico y extremadamente detallista, lo que le hace merecedor del sobrenombre del “Ogro“, sin embargo es esta misma disciplina que se ve compensada en el trabajo final dando como resultado escenas de gran belleza y rigor. No obstante la altísima calidad de su obra, Gavaldón se vio opacado por contemporáneos como Emilio “El Indio” Fernández e Ismael Rodríguez, quizá debido a la obscuridad de sus temas que contrastaban con las películas costumbristas y rurales de entonces. Los tres grandes temas abordados por Gavaldón fueron la fatalidad, el destino y la muerte aspectos que quedaron evidenciados en dos de sus obras más famosas:  La Diosa Arrodillada, 1947 con María Félix, y El Gallo de Oro, filme de 1964 en el que trabajó con un insípido Ignacio López Tarso y una espléndida Lucha Villa de la cuál más tarde el mismo Arturo Ripstein rodara su propia versión bajo el título de El Imperio de la Fortuna, ambas basadas en un argumento de Juan Rulfo.

En 1959 se estrena Macario la cuál forma parte de una trilogía de dramas rurales filmados entre 1959 y 1964, el cuál le vale una nominación al Oscar como mejor película extranjera, presea que no ganó. Es Macario quizá la cinta en la que Gavaldón discursa más abiertamente sobre la muerte, sin embargo amén de la complejidad de los diálogos, una increíble fotografía y actuaciones sobresalientes, ésta no logra ser la la película favorita del director, quien siempre se refirió a por El Gallo de Oro como su gran favorita.

Roberto Gavaldón también fue un activista político, y el puesto de mayor importancia en esta área fue escaño como diputado federal, puesto que poco le valió si quiera para evitar el veto de 11 años que el gobierno pusiera sobre su película La Rosa Blanca, realizada en 1961 y no estrenada hasta 1972. Fue miembro fundador del Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica, tristemente célebre por ser responsable de la política de “puerta cerrada” que impidió la adhesión y formación de nuevo talento, significando el estancamiento de la industria cinematográfica nacional y posteriormente su casi desaparición.

Una nueva generación de cineastas pone en duda la valía de la obra gavaldónica durante los 80s y 90s, y “El Ogro”, es tachado de  “vacío” lo que, en parte, provoca el desinterés de actores y productores hacia su trabajo. En 1993 Emilio García Riera manifiesta: “A falta de belleza y de auténtica intensidad, virtudes que nunca prosperarían en el cine frío y académico de Gavaldón, “La barraca” tuvo cuando menos el mérito de no ser teatro fotografiado […]” (Fuente: Historia documental del cine mexicano, 1943-1945); y en 1983 Jorge Ayala Blanco dice: “A Gavaldón poco le importa lo que narra. Filma sin coraje ni convencimiento. Se muestra exterior a todo. Cuando quiere emocionar prodiga close-ups de Pedro Armendáriz con la boca abierta en estruendoso desafío. Establece con ineptitud sus relaciones de distancia. “Rosauro Castro” es una película inerte […]” (La aventura del cine mexicano, Editorial Posada).

En 1976 rueda El Señor de los Hongos, un drama que se aventura en una visión sobre los efectos traumáticos de la conquista y el mestizaje con la participación de una siempre magnífica Isela Vega y Ofelia Medina, su última película. Recientemente se ve un resurgimiento del interés por la obra de “El Ogro”, que fallece en la Ciudad de México el 4 de septiembre de 1986 alejado de la vida pública y profesional. A continuación la reseña de “El Señor de los Hongos” en boca de sus estrellas, quienes dan una perspectiva de primera mano de uno de los pilares del cine nacional.

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