Las 10 Mejores Películas de Jason Robards

Combatiente de la Segunda Guerra Mundial, Jason Robards fue parte de las batallas de Pearl Harbor, Midway, Guadalcanal y Tassafaronga. Terminada la Guerra, fue aconsejado por su padre comenzar una carrera de actuación (su padre era un ex actor del cine silente que vio terminada su carrera con la llegada del sonido). Algunos contactos por aquí y por allá, así como algunos primeros trabajos en radio y teatro, hicieron que el hijo superara al padre, pues Jason se convertiría a la larga en un gran y versátil histrión.

Ganador de un par de Oscar y actor de más de 130 títulos, Robards se desempeñaría en un sinfín de géneros, drama, western o thriller principalmente, consiguiendo papeles memorables y posicionándose como un actor de carácter al servicio de grandes directores.

Su partida se daría en el año 2000, justo después de estrenar lo que sería su última película, Magnolia de Paul Thomas Anderson.

Recordemos a esta gran actor con sus 10 Mejores Películas

 

Something Wicked This Way Comes (Jack Clayton, 1983)

POR EDGAR DEL VALLE

Basada en una novela y guion de Ray Bradbury, nos encontramos ante una cinta seductora y mágica de la productora Walt Disney, divertimiento familiar puro que permite demostrar su versatilidad como actor a Robards, en uno de los espléndidos papeles protagonistas. La historia narra como a principios del siglo XX, dos niños asisten a un espectáculo ambulante para encontrar que no es lo que ellos esperaban y que la compañía de cómicos oculta al raro. Cinta que denota que en los 80 si se valía asustar a los niños con historias inteligentes y que incluso equilibran de manera correcta los simbolismos de horror adulto propios de género. Muy recordable, la cinta tuvo una corrida por televisión en los 90

 

Hour of the Gun (John Sturges, 1967)

POR EDGAR DEL VALLE

Otro western que narra la famosa leyenda de Wyatt Earp y el duelo de OK Corral, menor a otras adaptaciones del mismo tema, pero rescatable por las actuaciones de los protagonistas James Garner (Wyatt Earp), Robert Ryan (Ike Clanton) y Jason Robards en el papel de Doc Hollyday, un pistolero y jugador profesional, que ayuda al famoso sheriff. Muy lejana de las versiones de Ford y Cosmatos, lo verdaderamente curioso aquí es que el mismo director ya había hecho una película sobre la misma historia con Lancaster y Douglas en los protagónicos, la bien ponderada “Gunfight in the OK Corral. La diferencia de aquella con esta, es que aquí Sturges otorga más estructuración a Clanton como el villano

 

The Ballad of Cable Hogue (Sam Peckinpah, 1970)

POR EDGAR DEL VALLE

Un western crepuscular que relata como un explorador abandonado por sus compañeros en medio del desierto y al borde del colapso, encuentra un pozo de agua lo que le permite convertir la zona en un lugar de descanso para los viajeros, mientras piensa en cómo llevar a cabo su venganza contra quienes lo traicionaron. Con muchos problemas de producción, uno de los menos recordados westerns de Peckinpah no es debido a su falta de calidad, pero si a su salida del molde “dramático” que solía manejar, incluyendo aquí toques de comedia que hacen una combinación muy interesante y divertida. Robards protagoniza de manera muy emotiva y humorística el papel del explorador Cable Hogue.

 

Melvin and Howard (Jonathan Demme, 1980)

POR EL FETT

Dentro de su primera etapa directiva y aún en búsqueda de una voz y estilo propios, Demme dirigiría la tragicomedia Melvin & Howard (1980), una peculiar historia sobre un hombre con muy poca suerte que clama haber recibido una herencia del multimillonario Howard Hughes (interpretado por un Jason Robards en una gran idealización del personaje real). Esta producción daría a conocer al neoyorquino marcando su salida de los ejercicios con bajo presupuesto y dejando en su camino 17 reconocimientos, entre ellos el Oscar para la mejor actriz de reparto Mary Steenburgen y el mejor guion original para Bo Goldman, siendo seleccionado también para competir por el León de Oro en Venecia. Una muy disfrutable tragicomedia basada en hechos reales.

 

Johnny Got His Gun (Dalton trumbo, 1971)

POR EL FETT

Ojalá que Dalton Trumbo hubiera optado por relegar la dirección de su propio texto y guion, y es que a pesar de ser una de las más desgarradoras películas antibélicas, su ritmo no está a la altura de una serie de poderosas actuaciones, incluyendo la de Sutherland como Jesucristo. La historia va de un soldado que, tras combatir en la Primera Guerra Mundial, queda ciego, sordo y mudo y con las cuatro extremidades amputados a causa de una explosión, lo cual nos lleva a que su autor también testifique uno de los primeros esbozos narrativos sobre la eutanasia, la cual será analizada por las vertientes emocionales y espirituales de la víctima – protagonista. Robards interpreta con maestría al padre del protagonista.

 

Julia (Fred Zinnemann, 1977)

POR EDGAR DEL VALLE

Relato de la profunda amistad que surge entre dos jóvenes mujeres que se verán obligadas a separarse en plena adolescencia, y que se reencuentran en Europa en pleno apogeo del nazismo. Una película que retrata el sentido más profundo de la amistad de manera sutil y sensible, sin caer en el maniqueísmo. Esta película obtuvo críticas encontradas por parte de los expertos, pero a pesar de ello, recibió la nominación y tres premios Oscar (incluido guion adaptado y mejor actor de reparto para Robards), demostrando que el director consiguió realizar una gran labor con las actores protagonistas. Este fue el penúltimo film y último gran éxito de Zinnemann, que durante los 70 y 80 se mantuvo casi en el anonimato.

 

All the President’s Men (Alan J. Pakula, 1976)

POR EDGAR DEL VALLE

Para muchos la mejor película del director, que relata el llamado caso Watergate y todas sus implicaciones políticas, que llevaron a la caída del presidente Nixon. La historia cuenta como dos jóvenes periodistas en 1972 protagonizados por Robert Redford (Bob Woodward) y Dustin Hoffman (Bob Woodward) lograron desentrañar lo que en su momento se convirtió en uno de los grandes casos de espionaje político en los Estados Unidos. Buena dirección y magníficas actuaciones en una de las películas que se convirtió en una de las preferidas del género y en un clásico de culto alrededor de la investigación periodística. Quizá lo mejor de la cinta en cuanto actuación sea el Oscar otorgado a Robards como mejor actor de reparto.

 

Long Day’s Journey Into Night (Sidney Lumet, 1962)

POR EL FETT

Melodrama sobre la decadencia humana y quizá uno de los testimonios fílmicos más crudos sobre el resquebrajamiento familiar a partir de varios vicios y problemas emocionales, Lumet quizá haya establecido con esta otra adaptación teatral uno de las principales influencias narrativas para varios de los filmes sobre la caída familiar o juvenil de los 90, llevando de nuevo a Katharine a tragarse por completo la pantalla como una madre de comportamientos psiquiátricos y adicta a la morfina, que junto con la depresión del padre, son los principales motivos de la ruina de esta trágica familia. Otra gran actuación de este actor como el hijo mayor, un holgazán que lleva el mismo camino del padre y que sólo encuentra refugio en la bebida. Como curiosidad, se puede mencionar que los tres actores protagonistas ganaron el premio exaqueo a mejor actor en el Festival de Cannes de 1962.

 

Magnolia (Paul Thomas Anderson, 1999)

POR EL FETT

Su confirmación como maestro, Magnolia puede ser el testimonio cinematográfico más complejo y la vez más claro sobre lo llamado como la estructura y personajes, mismos que aquí se desarrollan bajo 9 subtramas que a pesar de tener una sutil unión narrativa entre ellas, guardan un vínculo evolutivo dentro de los 3 actos esenciales del planteamiento, confrontación y resolución. Es notorio el nacimiento de una revolución narrativa dentro de esta obra de  Anderson, y es que a pesar de que el cineasta pudiera denotar varias influencias (la coral de Altman la más notable), es esta innegablemente su sello autoral más innovador y/o creativo. Cruda, humana y maravillosa, Robards hasta postrado en la cama consigue una sublime actuación como el moribundo Earl Partridge (su monólogo e historia es catedrática).

 

C’era una volta il West (Sergio Leone, 1968)

POR EL FETT

Leone basa la excelencia de este clásico en la tridimensionalidad de 4 ases, y tal como lo dicta su título, construye una fantasía que busca y logra abarcar todos los elementos del género; desde el asesino más cruel, el pistolero en busca de venganza y la pandilla forajida (liderada por Robards), hasta temas tan complejos como la violación y maltrato femenino, la sindicalización criminal y la industrialización del salvaje oeste en un ambiente tanto caótico como utópico. Leone expone con un ritmo lento y amante de los detalles, una visión preciosista que llega a consumarse gracias a  la inclusión de tan peculiares personajes que, como sacados de un cuento de hadas, se convierten en los partícipes de esta oda llena de misticismo.

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