Las 10 Mejores Películas de Pedro Infante

Su entidad física partió a los 39 años, pero 60 películas y más de 350 canciones grabadas lo convirtieron en “El Inmortal” y mayor ídolo de México, símbolo del ranchero, la música, el cine, la época de oro, la vecindad y el cambio de sociocultural en un México que pasaba del campo a la urbanización en una creciente Ciudad de México, donde el propio mazatleco adoptó dicha idiosincrasia para convertirse en la extensión simbólica por antonomasia de la alegría y la tragedia del mexicano.

Nacido un 18 de noviembre de 1917 en Mazatlán, desde muy chico Pedro Infante mostró interés por la música gracias a su padre, quien era maestro de música y miembro de diferentes bandas y orquestas en Sinaloa. Debido a la carencia de su familia (fue el cuarto de quince hermanos), Infante comenzó a trabajar desde pequeño, pero también a combinar su talento con fines laborales – comerciales, siendo vocalista de varias orquestas cantando pata la radiodifusora local. Tras ver él y su esposa que su voz podría tener run futuro prometedor, como muchos en aquel tiempo emigró a la capital para buscar suerte, y en 1938 ya se encontraba cantando en varios clubs y para la XEB.

Su entrada al cine sedaría en 1939, participando en pequeños roles. En una especie de comunión y coincidencia, Infante despegaría tanto en la música como en el cine en 1943, haciendo su primera grabación y obteniendo sus primeros protagónicos, pero más importante aun, conociendo aquel año a quién sería su padrino y socio artístico, Ismael Rodríguez, con quien forjaría una de las duplas director – actor más legendarias de la época de oro y el cine en general.

Para 1947 Infante y Rodríguez tomarían la batuta del melodrama y la comedia mexicana y ranchera. Sus películas formarían una comunión onírica con la realidad nacional y la esencia del mexicano. Provisto de un talento nato, un físico y presencia que lo convertirían también en un símbolo sexual y por supuesto de un poder mediático incluso adelantado para aquel tiempo y los medios, Infante gozaría de 10 años de gloria terrenal hasta aquel fatídico 15 de abril de 1957, mismo año en donde también y de manera irónica alcanzaría la consagración internacional.

Historia pura no solo del cine nacional, sino de todo México, recordemos al Inmortal Pedro Infante con sus 5 Mejores Películas

 

Bonus – A.T.M.: ¡¡A toda máquina!! (Ismael Rodríguez, 1951)

POR EL FETT

La dupla entre Infante y Luis Aguilar fue legendaria al mando de Rodríguez, formando una de las más queridas y divertidas “buddy movies” mexicanas (que incluso posicionó a varios de sus momentos dentro de la cultura pop, siendo el “Parece que va a llover” sin duda el más famoso y hasta ahora remembrado e imitado). Uno de los elementos más repetidos entre la química Infante – Rodríguez (como en toda la época de oro) fue el de la “aspiración” social, aquí reflejado en un barrendero que escala hasta posiblemente convertirse en un comandante de la policía de tránsito, pero a diferencia de muchos otras de sus asociaciones, desde una narración mucho más idealista sin dejar de ser honesta y comiquísima. Infante canta, baila y hasta maromas se avienta en la moto

 

10 – El Inocente (Rogelio A. González, 1956)

POR EL FETT

Adorable e hilarante comedia romántica, mezcla entre road movie y enredos familiares, que en su momento mostró un interesante manifiesto sobre las clases sociales sin llegar a los estereotipos vulgares de hoy en día, y que incluso ha servido de base para desarrollar (o copiar) decenas de argumentos dentro del cine mexicano a través de las décadas. El Inmortal, afianzado también en este tipo de comedias, crea una pareja de ensueño con la también chispeante Silvia Pinal; el un mecánico, ella una niña berrinchuda de clase alta, ambos se meterán en un lío familiar con la familia de ella que desprenderá comiquísimos diálogos y situaciones. Vale la pena rescatarla

 

9 – Tizoc (Ismael Rodríguez, 1957)

POR EL FETT

La legendaria mancuerna terminaría su legado con el pináculo artístico de Pedro al menos en cuanto a su fama internacional se refiere, ganando la mejor actuación en el Festival de Berlín. Ismael gustaba de la imagen del Pedro “macho” en muchos de sus proyectos, pero fue cuando ese arquetipo se quebrara dónde ambos encontraban sus mejores colaboraciones, por ejemplo el indio Tizoc, un remanente del pasado mexicano que entregaría a su amor a una poderosa hembra llamada María Felix, que en este caso funge como una amalgama espiritual y humana, ideal para aquel indio evangelizado. El Romeo y Julieta de México, el final es tan inolvidable como trágico. Como dato curioso, el galardón de Berlín (junio) y el estreno en México (octubre) serían póstumos

 

8 – Dos tipos de cuidado (Ismael Rodríguez, 1953)

POR EL FETT

Rivalidad, coplas, serenatas, comedia y los ídolos de México en un único evento fílmico y duelo actoral (donde es evidente el mayor talento de Infante en comparación con el de Jorge Negrete), la primera y última colaboración entre estos dos no solo daría como resultado quizá la comedia ranchera más significativa del cine nacional, sino también un cuento de romance y desamores que bien comenzaba a resquebrajar el mito del “macho” mexicano, en una sub tangente de empoderamiento femenino que dejaba muy mal parado (de manera comiquísima y sabrosa con esas cantadas) a estos dos “sombrerudos”. Sus secuencias musicales excelentemente actuadas, fotografiadas por Figueroa y dirigidas por Rodríguez son exquisitos manjares del cine nacional

 

7 – Escuela de vagabundos (Rogelio A. Gonzálz, 1955)

POR EL CINE ACTUARIO

Una de las mejores comedias musicales mexicanas,  nos narra una serie de enredos que vive la familia Valverde y el compositor de moda Alberto Medina al crear que es un vagabundo.  A pesar de lo rebuscado de sus situaciones, la naturalidad y gracia con la que el director y los actores llevan estos sucesos generan un humor disfrutable. Añadan el elenco de lujo que lo lidera Infante, Oscar Pulido, Miroslava y Anabel, que contribuyen al dinamismo de la trama. El factor musical aporta mucha calidad a la dinámica de la cinta. Todos estos elementos hacen que “Escuela de Vagabundos” sea una de las comedias más icónicas de la Época de Oro y un recordatorio para el cine nacional de que a base de pura gracia y sin vulgaridades se puede sacar una risa al público.

 

6 – La Oveja Negra (Ismael Rodríguez, 1949)

Por FLACO CACHUBI

En La oveja negra, Ismael Rodríguez reune en un mano a mano a dos figuras icónicas de la cinematografía nacional: por un lado tenemos al inmortal Pedro Infante, el máximo ídolo popular, por el otro, a Fernando Soler para muchos el mejor actor que ha dado nuestro país. El realizador se centra en el tema del machismo, un fenómeno cultural y social, el cual pocas veces se había abordado con la seriedad que amerita dado el arraigo del mismo, que aquí es retratado en la figura del padre alcohólico e infiel y el hijo que, aunque bondadoso, no canta mal las rancheras. La cinta nos ofreció una de los enfrentamientos más memorables de nuestro séptimo arte y uno de los nombres que hasta la fecha pocos pueden olvidar: Don Cruz Treviño Martínez de la Garza.

 

5 – Los Tres García (Ismael Rodríguez, 1947)

POR EL FETT

La primera colaboración de importancia con Rodríguez, no es que aquí el macho no exista (de hecho se multiplica por tres), sino que es opacado por la figura más poderosa dentro de la estructura familiar mexicana: la matriarca en la misma carne de la abuelita de México, Sara García. Toda la conjunción de drama y comedia de Infante en su punto ideal y a la orden de una comedia románticamente atrevida y con más tabús de lo que se pudiera pensar (tres primos intentando conquistar a la misma prima venida de Estados Unidos), quizá estemos ante el esbozo cómico más destacable de Rodríguez, en mucha parte gracias a la espectacularidad y química de su reparto y a la energizante presencia de Sara, la cual se agarra a bastonazos a estos tres machos cochinos.

 

4 – Los Tres Huastecos (Ismael Rodríguez, 1948)

POR CAT MOVIE LEE

En una cinta por demás innovadora para su tiempo, Pedro se reinventa haciendo 3 papeles diferentes como los hermanos Andrade: Juan de Dios, el sacerdote potosino, Víctor, el soldado veracruzano y Lorenzo, el tamaulipeco ateo y macho. Siendo precisamente este último, el personaje que más atrapa, que enternece y más termina gustando gracias a que, sin importar la época en la que nos toque vivir, no hay nada más extraño y fascinante que ver a un padre dedicado en cuerpo y alma a su hijo, y mayormente en un entorno mexicano y en el contexto en el que se grabó esta obra. Si Pedro, la mismísima representación del hombre prototipo de toda una generación, pudo ser el mejor de los padres  ¿por qué los demás no habrían de poder?

 

3 – No Desearás la mujer de tu hijo (Ismael Rodríguez, 1950)

POR ARQUICRUZ

El título deja todo muy claro y nada a la imaginación, el el poderoso hacendado Cruz Treviño Martínez de la Garza (Fernando Soler) ha enviudado y aunque la pena lo embarga y se encerrado en su habitación a causa de ese dolor, luego de un tiempo, el viejo lobo vuelve a las andadas y en esta ocasión tiene el mal gusto de cortejar a una mujer mucho más joven que él, me refiero a la dulce e inocente Josefa (Carmen Molina) pero en su orgullo y necedad no se ha dado cuenta que la señorita está enamorada de Silvano (Pedro Infante) quien es nada más y nada menos que su único hijo. Todo un drama griego en los ranchos mexicanos.

 

2 – Un rincón cerca del cielo (Rogelio A. González, 1952)

POR CAT MOVIE LEE

Si alguien sabía representar la desesperanza del pobre a la perfección, ese era Infante. Una actuación soberbia (y una mancuerna perfecta con Marga López), me atrevo a decir que esta tragedia supera a la mítica muerte del Torito , porque no encontrar oportunidad para trabajar honradamente con un sueldo justo y vivir de lo que se pueda, no está tan mal, pero cuando la vida se ensaña, te quita lo que más quieres (incluida la dignidad y las ganas de vivir) y no conforme con eso te deja más jodido de lo que empezaste… es para no solo cuestionar la existencia de dios, sino para renegar con toda justicia de que en el colmo del sentimentalismo, una pareja de pobres diablos con una boca más que alimentar, termine experimentando la antítesis de lo que verdaderamente sería un rincón cerca del cielo.

 

1 – Nosotros los Pobres (Ismael Rodríguez, 1948)

POR EL FETT

La fábula de la desgracia, Ismael edifica el homenaje hacia el pobre, hacia al arrabal, hacia la vecindad. No cabe duda de la influencia melodramática hacia las consecuentes telenovelas, formato que desbarataría la complejidad de una obra que íntima con la desdicha de manera alucinante, casi extravagante, casi irreal. ¿Será posible esta progresión trágica de hechos en la misma línea del Job bíblico? ¿Que entre esta extrema pobreza, cárcel, hurtos y muerte aún se encuentre la alegría por vivir? En México sí es posible, y este testimonio fílmico también de toques musicales confirma que aún se puede silbar un “Amorcito Corazón” para recordar al inmortal Pedro Infante, a aquel mítico Pepe el Toro, a su Chorreada y a tierna Chachita.

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Acerca del autor

El Fett   @El_Fett   cinescopia.com

El más realista y cabrón crítico de cine que pueda existir. Ente sin misericordia que tiene el halago de transmitir a los mortales su sentir y sabiduría en el mejor recinto sobre el séptimo arte. Cinéfilo de corazón y crítico crudo por vocación. Alter ego del Licenciado en mercadotecnia y RRPP Oscar M Rodríguez (FB) Sigueme en twitter @El_Fett


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