Las 10 Mejores Películas de Robin Williams
Irónico y triste fue saber que a pesar de la carrera de icono cómico y una personalidad dadivosa, humilde y muy humana, Robin Williams siempre luchó con su adicción a las drogas y el diagnóstico de un maníaco depresivo, estados que lo llevaron al suicidio en el 2012.
Nacido en Chicago el 21 de Julio de 1951, Williams dejó la carrera de ciencias políticas para dedicarse a la actuación. Al concluir sus estudios y tras un fugaz desempeño en carpas cómicas y clubes nocturnos, fue descubierto por una productora televisiva para interpretar el rol de Mork en las series Días Felices y Mork y Mindy de 1978 a 1982, papel que le ganaría la fama y el cariño del público estadounidense y con el cual a pesar de su tardío comienzo (ya contaba con 30 años, edad poco usual para alguien que alcanzaría la gloria tan súbitamente) le daría el paso a las grandes ligas del cine en 1980 de la mano directriz del maestro Robert Altman e interpretando a Popeye, en una cinta que si bien fue un fracaso estrepitoso, para el registro actoral manejado por Williams sería más que suficiente para prolongar indefinidamente su estadía en la pantalla grande.
Digno de admiración por su incesante esfuerzo para escalar en la cadena alimenticia hollywoodense, Williams dejaría pasar 6 años entre comedias burdas y ridículas (en las que solo él destacaba) para el arribo de su primer gran papel, un locutor radiofónico en pleno conflicto bélico que tal vez también sería la tesis de su capacidad actoral: un comediante extravagante que se desempeñaba mejor dentro de contextos dramáticos, de gran habilidad oral y con un estilo que si bien pudiera parecer excesivo, también fue y será irrepetible.
Desgraciada e independientemente de ese estatus casi tabú con el que contaba en Hollywood, habrá que aceptar que Williams muy a pesar de sus más de 70 películas fue un actor bastante mediano dentro de su registro original. En realidad nunca le fue muy bien dentro del género cómico y de aventuras donde quizá el público lo identifique con mayor frecuencia, con películas que si bien son queridas y forman parte del colectivo infantil y/o juvenil de muchos (Jumanji de 1995, Hook de 1991, The Birdcage y Jack de 1996, la trilogía de Night at the Museum de 2006 a la que será póstuma en este 2014 e incluso Deconstructing Harry de Woody Allen de 1997), en cuanto a calidad quedan solo como registros un poco de mediocres
Bajo el contexto dramático, Robin Williams parece encontrar sus picos como histrión, sin embargo también son contadas aquellas interpretaciones realmente memorables, donde brindó personajes que aludían a la esperanza como una especie de modus vivendi, al parecer y lamentablemente inversamente proporcional a lo que en la vida real experimentaba.
Recordemos al muy querido actor en cintas que a consideración personal resumen perfectamente el talento y filmografía del icono cómico – dramático, quizás la mayoría no sean excelentes films, pero lo que es cierto es que Robin Williams las rescató bajo su empeño, carisma y único estilo actoral
10 – August Rush (Kirsten Sheridan, 2007)
POR EL FETT
No solo es mala, es terriblemente sensiblera y manipuladora, pero quizá lo único que funcione dentro de esta fábula infantil con pocos toques infantiles sea la inclusión de Robin Williams como el malo, malote de la película, en una faceta que, aunque no le era ajena, de nuevo le permitió recuperar cierto respeto tras una seguidilla de bodrios. El director crea una especie de “Oliver Twist” musical, pero ni siquiera es bueno para basar su narrativa en el escrito de Dickens, sino que solo retoma ciertos elementos que a la larga serán un desequilibrio constante entre su melodrama y tono infantiloide; quizá el elemento más claro sea precisamente Williams, en una especie de “Fagin” moderno que se hace odiar
9 – Jumanji (Joe Johnston, 1995)
POR EL FETT
Sin duda una de las películas más vistas y queridas por los niños millennials, repetida hasta el cansancio en la televisión y con un Robin Williams que abandonaba por momentos su faceta cómica para hacer de un trágico adulto atrapado en un siniestro juego de mesa selvático. El mensaje paternofilial sin duda es lo más destacable, así como la combinación de efectos prácticos y por computadora que en aquel tiempo causaron la sensación de los pequeñines con retorcidos animales y aventuras por doquier. Fiel a su concepto, la cinta significó una seguidilla de niveles que cumplieron su único objetivo: entretener (por cierto, la infravalorada serie animada fue mucho mejor)
8 – Insomnia (Christopher Nolan, 2002)
POR EL CINE ACTUARIO
Un thriller menor de Nolan, que de hecho es un remake de una cinta noruega. Aunque se notan ciertas limitaciones en el guion, el problema radica en el estilo visual y/o narrativo del director, que se nota estar completamente “atado de manos”. Para bien, se notan también como su capacidad directiva funciona de manera decente gracias a un cuidado de la edición y a su buena dirección de actores (algo donde siempre ha destacado), y en donde Al Pacino y Robin Williams tienen dos actuaciones discretas, pero solventes. Está lejos de ser una pésima película, pero también lejos de ser excelente, especialmente porque a lado de la cinta original se siente como una “calca”, pero un poco mal hecha.
7 – Mrs. Doubtfire (Chris Colombus, 1993)
POR KIM TOBIAS
Su título en Latinoamérica lo dice todo: Papá por siempre, un clásico para todo niño de los 80’s y 90’s que pasaban en la tv abierta hasta el cansancio en donde Robin Williams hace de un padre recién divorciado y desempleado que hará prácticamente lo que sea para pasar con sus hijos más tiempo del que la ley se lo permite. Así se convierte en la señora Doubtfire, una mujer de la tercera edad que será contratada por Miranda (Sally Field), la ex esposa de Daniel (Robin Williams) para cuidar a sus hijos mientras ella trabaja; entonces veremos cómo Daniel intenta sobrellevar su doble vida sin ser descubierto al mismo tiempo que trata de conseguir en la corte una custodia compartida más justa.
6 – The Fisher King (Terry Gillian, 1991)
El amor es completamente irracional, no hay forma de ponerlo dentro de un contexto lógico y esto es algo que aprende el personaje principal de un loquito de la calle. Al conocerlo se dará cuenta de todo lo que da este hombre por conocer a la mujer de sus sueños, él no puede explicar toda esa pasión casi ridícula por alguien e incluso llega a sentir envidia por ello. Lo que no cae en cuenta es que él ya tiene a esa persona, a la que ha dejado sola por culpa de su trabajo y ambición. Él lo tiene todo y es el momento de disfrutar con locura ese todo, aunque no parezca mucho. Gilliam lo hizo de nuevo, trasladó una historia compleja dentro de su muy personal forma de hacer cine, que no es fácil de entender pero a la que hay que darle hasta tres oportunidades.
5 – One Hour Photo (Mark Romanek, 2002)
POR EL FETT
El resultado final de esta producción es lamentable, pero aunque la narrativa y en particular su ritmo son vergonzosos, quien verdaderamente salva la función es Robin Williams en un personaje terrorífico que alude al morbo en asociación a su capacidad dramática, poco constante, pero siempre sorprendentemente bien encausada a lo largo de su carrera, en esta ocasión a la orden de un empleado de laboratorio de fotos que se obsesiona con una familia. Williams logra un retrato demente fuera de su zona de confort muy convincente, llevando al espectador desde lo empático hasta el repudio, aprovechándose de un complejo fenómeno que en momentos parece incluso ajeno al supuestamente “inquietante” desarrollo que el inútil director quiere sostener sin éxito
4 – Aladdin (Ron Clements, John Musker, 1992) y Mrs. Doubtfire (Chris Columbus, 1993)
POR EL FETT
Ejemplo de la gran capacidad oral y física de la comedia Robin Williams, es sabido que el actor improvisó la totalidad de sus diálogos representando uno de las mejores personificaciones animadas por voz en la historia. Moldeado a su imagen y semejanza, “El Genio” de Disney se convirtió en un personaje de la cultura pop. Resulta un sacrilegio verla en otro idioma que nos prive de la voz del actor. Por otro lado está el sketch – novela que no fue digno de lo mejor de la filmografía infantil y familiar de Columbus, pero que nuevamente bajo la capacidad, ahora física del actor, vio su mejor fortaleza. Williams en un personaje muy querido, denota una interesante y decente comedia física y nuevamente de lenguaje, con un acento que a la larga sería lo más recordado.
3 – Deads Poet Society (Peter Weir, 1989)
POR EL FETT
He aquí uno de las mayores ejemplificaciones de la dualidad cómica – dramática tan marcada en la carrera de Robin Williams, donde Weir logra extirparle al actor el talento suficiente para que este encuentre su equilibrio en escena. También debe notarse que el papel de guía será un referente en su carrera, quizá siendo el Maestro de poesía John Keating el más reverenciado y recordado a pesar de no ser su mejor ejemplo (y que a la larga pulirá en su más grande actuación). Se podría decir entonces que Weir definitivamente fue una fuerte influencia en su carrera, pues de este saldrían las armas histriónicas que consecuentemente le darían los papeles dramáticos más importantes de su carrera.
2 – Good Morning Vietnam (Barry Levinson, 1987)
POR EL FETT
¿Sintieron esa extraña sensación de querer hacer callar a Robin Williams cuando salía en alguna presentación en vivo como anfitrión, presentador o entrevistador, pero por alguna extraña circunstancia también seguían queriendo escuchar su sarta de trabalenguas sin sentido? Bueno, ese trastorno se debió a esta película, que por cierto lo lanzó a la fama cinematográfica y de paso le otorgó su primera estela de premios y nominación al Oscar. Bajo un excéntrico, gritón e hiperactivo DJ al cual le es asignado la estación radiofónica en pleno conflicto de Vietnam, Williams pudo hacerle saber al mundo su estilo y elementos vocales, físicos y actorales que la postre lo llevarían a ser el querido comediante dramático al que todo el mundo le caía bien.
1 – Good Will Hunting (Gus Van Sant, 1997)
POR EL FETT
Dejaré que Alex Chávez, doctor en psicología y amante de esta cinta y en particular de esta actuación nos escriba el siguiente análisis, no sin antes expresar mi admiración hacia el actor en un papel poderosísimo que debe quedar registrado como una de las mejores actuaciones de reparto de la historia, llena de complejidad, de emociones y sentimientos, la interpretación de Robin Williams bajo el mando de Van Sant y en compañía también de la armoniosa y explosiva química con Damon, es casi en su totalidad lo que motiva a recordarlo. Irónico, pues en este papel vemos al menos cómico de los William´s, pero también al más talentoso.
“Al psicólogo siempre se le enseña a no vincularse emocionalmente con el paciente, nada más falso que eso, sin el involucramiento emocional la empatía no se puede llevar a cabo para ayudar a una persona a confrontar la problemática de vida que está padeciendo. Robin Williams nos enseña esta lección en su mejor actuación, al mostrarnos que la honestidad es más importante que el papel de psicólogo inalterable, frio y distante. Nos enseña que el recuerdo de su esposa muerta es más importante que un joven inteligente y altanero, y que sin embargo, acepta el reto de atenderlo, porque sabe que Matt Damon en su papel de Will, puede significar la ayuda empática que le puede servir para avanzar en su profesión sin un reto verdadero y el recuerdo de su esposa que lo estanca”.