Las 15 Mejores Películas de Roman Polanski
Trágico, polémico, objeto del odio y prófugo de la justicia, siempre será un tema escabroso abordar y dividir la vida y obra de Roman Polanski, que independientemente de su crimen, es sin lugar a dudas uno de los mejores y más versátiles cineastas de todos los tiempos, consagrado, aún en activo y por si eso fuera poco, aún en condiciones de seguir dictaminando el rumbo del cine y de recibir premios por doquier.
Nacido un día como hoy de 1933 en París, la desgracia empezaría cuando su familia decida trasladarse a Cracovia a principios de la Segunda Guerra Mundial, lugar que dictaminaría su primer destino como un directo sobreviviente del Holocausto, al escapar del Gueto y esconderse con varias familias hasta la liberación del ejército soviético. Su padre sorpresivamente también sobreviviría de un campo de concentración, pero no así su madre y varios de sus familiares asesinados en Auschwitz.
La supervivencia de aquel niño concebirían también el desarrollo de lo parecía un talento nato: el cine, desde la actuación hasta el guion y la dirección. Así pues, tras estudiar en la escuela de cine de Lodz, Roman realizaría sus primeros cortometrajes a los 21 años, para hacerse de su primer largometraje a los 28, un éxito europeo llamado “El Cuchillo en el agua”, acreedor al premio de la prensa de Venecia y de una nominación al Oscar como mejor cinta extranjera.
Pronto aquel joven viajaría a Londres donde comenzaría su estrellato, seguido de su traslado a los Estados Unidos a mediados de los 60, donde conocería a su futura esposa: Sharon Tate. Tras filmar dos de sus más grandes clásicos, la sabida desgracia llegaría directa a su puerta, siendo su esposa aún embarazada de 8 meses, asesinada por la pandilla de Charles Manson.
Pero este evento no acabaría con su trágico destino. Tras caer en el retiro, la depresión y de nuevo alcanzar la gloria fílmica a finales de los 70, ahora sería Polanski el que causaría una desgracia, pues sería acusado de abusar de una niña de 13 años en la residencia de Jack Nicholson, a partir de que el director era el encargado de tomar una sesión fotográfica a la joven modelo para una prestigiosa revista de moda. Cumpliendo un tiempo fugaz en la cárcel y salido bajo libertad condicional en espera de su juicio, Polanski cobardemente escapó en 1979 para nunca más pisar suelo norteamericano.
Las glorias fílmicas seguirían, pues su talento, ese manejo de intimas y claustrofóbicas atmosferas y esa capacidad por retratar de manera avasallante tanto la desgracia y desesperanza, como el suspenso y el erotismo, parecen aún ajenos no solo a su serie de desgraciados infortunios, sino también al criminal sexual en el que se convirtió ¿O será que siempre estuvieron ligados bajo una psique retorcida?
Director y guionista de 22 largometrajes, y actor de cuarenta títulos, Roman Polanski se ha hecho de 93 premios internacionales a lo largo de 60 años de carrera fílmica (de entre los que destacan 1 Oscar, 1 Globo, 3 BAFTA, 1 Oso de Oro y 2 de Plata de Berlín, 1 Palma de Oro de Cannes y 1 León de Plata de Venecia), sin duda una de las más veteranas y prolíficas en la historia del séptimo arte.
Recordemos al Polanski cineasta con sus mejores películas.
15 – Carnage (2011)
El mayor valor de esta cinta radica en su ágil ritmo y duración (tan solo 70 minutos), y en donde gracias a su capacidad por elaborar un entorno de clímax perpetuo, se vale de una situación cotidiana (la pelea de dos niños en un parque) para desatar una mordaz crítica sobre la convivencia familiar, la hipocresía social y la educación parental. Por momentos muy divertida, por otros un poco redundante en su libreto (venido de una obra teatral), sin duda es la interacción y el talento de sus actores (Jodie Foster, Kate Winsley, John C. Reilly y Crhsitoph Waltz) lo que permite al director exprimir cuatro arquetipos diferentes, creando un caos lo bastante interesante para lograr mantenerte interesado
14 – J’acusse (2019)
Y ahora entiendo porque la mitad de las damas en los Premios César se pararon todas encabritadas por el premio a la mejor dirección para Roman Polanski, y es que aunque quizá sea cierto que el legendario cineasta debería estar preso, su dirección y autoría sigue siendo por momentos impecable, en esta ocasión narrando con toda sobriedad y una dirección de arte solemne, una historia real sobre corrección y moral que obviamente también intenta expiar sus propias culpas. Un relato de época con tintes de declaración auto biográfica, muy infravalorada y una de sus últimas buenas películas
13 – Frantic (1988)
Excelente thriller con toques de noir que serviría en su momento para que Roman Polanski pudiera reestablecerse en un género (noir) en el que había llegado a su clímax con Chinatown. Aunque mucho menor a aquella cinta, la historia de una mujer desaparecida en Europa y la búsqueda “frenética” de su esposo por encontrarla, encausaría una por momentos muy disfrutable tensión, pero que quizá se salga también de las manos gracias a la inclusión de “conspiraciones mundiales” dentro de una trama que al principio brilla dentro del suspenso por su irónica simplicidad. Un guion de Robert Twone (y compañía) efectivo que cambia de un complejo thriller a una entretenida aventura de espionaje
12 – Macbeth (1971)
A su favor juega la sofisticación narrativa que Roman Polanski siempre imprime a sus obras, por lo que su interpretación de la obra incluso puede notarse más fresca que varias de las que vinieron después de él. El problema viene en el engolosinamiento dramático de la misma, y es que con una duración de casi dos horas y media, Polanski resta mucha importancia a los personajes secundarios, que son claves para la estructura del propio Macbeth y su entorno, lo que causa que el relato se estanque en dos “presencias” que desembocan en interpretaciones y momentos reiterativos. Por otro lado hay que destacar que el recurso del “terror” es muy simple y bien logrado por parte del director, afianzando en su primer acto lo mejor del film.
11 – The Ghost Writer (2010)
Roman Polanski dirige aquí su largometraje número 18 y demuestra una vez más que domina la narrativa cinematográfica como pocos. McGregor interpreta al escritor “fantasma” del ministro británico Adam Lang (Pierce Brosnan) en una clara alusión a Tony Blair, cuando éste está escribiendo sus memorias y en sustitución de un escritor anterior, quien falleció de manera misteriosa. Toda la incertidumbre e intriga que se genera durante el relato recaen justo en su personaje “fantasma”. La paranoia que va sintiendo con lo que va descubriendo en el camino, se palpa y angustia al espectador ya que todo lo vemos siempre desde su perspectiva, y todo gracias a esta buena interpretación de McGregor y al mesurado ritmo que marca Polanski, dando como resultado esta poco valorada cinta, en la que como es costumbre con el director polaco no deja espacio a la esperanza o al optimismo.
10 – Dance of the Vampires (1967)
La primera incursión norteamericana de Roman Polanski es una aproximación cercana pero por momentos también fallida a ese estilo de humor que poco tiempo después llevaría a Mel Brooks al estrellato. Entre parodia y homenaje a los clásicos de horror y a la obra de Bram Stoker, la razón de su éxito y estatus de culto se debe a lo divertida que logra ser por momentos, con gags bien estructurados y un formato serie b propositivo que da rienda suelta a la naturalidad de lo absurdo. Así mismo se convertiría en una de sus incursiones histriónicas más conocidas y en la única asociación artística con su futura esposa: la actriz Sharon Tate. El rapto de la doncella y la “vampirización” serían curiosos y trágicos preludios de lo que estaría por venir en su vida y carrera
9 – Death and the Maiden (Roman Polanski, 1994)
La gran ausente y olvidad dentro del reconocimiento de la obra de Polanski, Weaver y Kingsley forman parte de una escalofriante pero reflexiva metáfora sobre el poder y la venganza dentro de la ficción especulativa. Muy fluida (apenas 100 minutos de duración) pero de una progresiva tensión, Weaver es el vehículo para que Roman Polanski de manera irónica (y cínica) explore el abuso y a la par el efecto vengador de una víctima convertida en juez y verdugo. La carga política de su trama funge también como un eficaz elemento macguffin que provee a las circunstancias y al propio accionar del personaje de Sigourney en un manjar de suspenso. Quizá el último gran papel de la actriz, que desde el nuevo milenio comenzaría una serie de malas decisiones.
8 – Bitter Moon (1992)
Tan amarga como su carrera y condiciones actuales, Roman Polanski quizá se haya confesado aquí como ese ser tildado de “perturbador” y/o “perverso”, pero al mismo tiempo obvia tanto su ruina (el personaje y la actuación de Peter Coyote son fabulosas), el amor por su musa (un retrato de Seigner que tal vez no esté muy alejado de la realidad al ser aún su actual amante) y el cínico divertimento de un autor que se sabe un genio fílmico para enmarañar e hipnotizar al espectador con un thriller erótico que en su simpleza esconde un oscuro secreto: dos parejas entrelazan sus moribundas relaciones, una para acabar y otra para renacer. El objetivo no es el cómo, sino el por qué, tejiendo una historia atrapa moscas donde Grant es solo un símbolo del mismo espectador(a)
7 – El Cuchillo en el agua (1969)
Un debut glorioso para un joven Roman Polanski que antes de la desgracia, la polémica y los juicios, buscaba impactar al mundo fílmico con una tesis sobre la diferenciación de clases sociales y su eterna lucha por el poder, este último simbolizado en una mujer, cuando una pareja invite a un extraño a unírseles en su paseo en el bote durante un día. La tensión desatada a través de un clímax perpetuo y solo tres personajes tiene picos de maestría vistos solo en veteranos del género ¿quién era este joven erudito capaz de captar la naturaleza vil del humo y convertirlo en un vehículo de suspenso, crítica y hasta humor involuntario? La cinta es incomoda, en el buen sentido de la palabra, y uno de los mejores debut en la historia
6 – Tess (1979)
La cinta más retadora de Roman Polanski, no solo para un espectador malacostumbrado a un ritmo pausado, sino también para él, pues es la producción más alejada de su estilo. La adaptación con la fuente original es casi 100% fiel, pero el verdadero valor de la narración es la exploración de Tess tanto de manera interior como exterior, convirtiendo el entorno en un personaje más de la trama al no solo contar con algunas de los planos y fotografías más bellos del cine (pinturas en movimiento sin duda), sino también al hacerlos partícipes en la percepción inocente de esta dama deshonrada que busca conectar con sus raíces aristócratas. Al final la historia no es ajena al objetivo narrativo de Polanski, pues a través de Nastassja Kinski el director de nuevo emprende una ruptura con la sociedad y los juicios en una travesía emocional desgarradora y muy, muy triste.
5 – Le Locataire (1976)
Un año antes de la acusación de abuso por parte de Samantha Geimer de 13 años, Roman Polanski literalmente se encerraría 8 meses para el guion, la producción, la dirección, la actuación y la edición de la que sería su obra más infravalorada, pieza clave y de unión desde su “Repulsión” hasta las consecuentes obras con su actual musa: Emmanuelle Seigner. Nunca se sabrá qué demonios cargue el cineasta aparte de aquellas drogas y tentaciones, pero lo que queda claro es que su psique más íntima y paranoias se vieron reflejadas en este thriller psicológico que en su momento fue vapuleado por la crítica, pero que ahora cuenta con el estatus de culto y con el mote de su obra “más personal”. Terror, humor negro y suspenso ¿y algo más?
4 – Repulsion (1965)
Uno de los mejores thrillers de horror psicológico. Roman Polanski explora la mente de su otra “inquilina”, con un bizarro suspenso capaz de catapultar un par de secuencias demencialmente terroríficas. La retorcida imaginería, repugnante ¿y abusadora? trabaja en pro de una historia compleja en contexto y en cuestionamientos: ¿Violación? ¿Víctima de la sobrexposición religiosa? ¿La soledad? Polanski no responde, y dedica el tiempo a proyectar el alejamiento de la realidad, su claustrofóbica intimidad y sus miedos más profundos, los cuales hacen a su protagonista (¿o a él de nuevo?) un recipiente de placer y horror ante el contacto humano. El resultado es una joya impresionista que se torna en un repudio a la carne, con una Catherine Deneuve enorme.
3 – The Pianist (2002)
Dice un viejo proverbio chino que “una imagen vale más que 1000 palabras”. Roman Polanski al parecer lo tenía claro cuando supo a su madre muerta en Auschwitz, cuando mendigó por las calles para esconderse de los nazis, cuando la pandilla asesinó a su esposa, cuando huyo de Estados Unidos y cuando Wladyslaw Szpilman sobrevive a través de su música, tocando el piano y esperando la gracia de una lata de pepinillos. Roman conocía el dolor y se atrevió a transmitirlo con el único lenguaje que él conocía… el artístico, en esta tan hermosa como dolorosa combinación entre música y celuloide que se resume de manera perfecta en aquella brutal pieza clímax. Repito, es irónico que alguien que debería estar tras las rejas, pueda hacer este nivel de cine.
2 – Rosemary’s Baby (1968)
Uno de los más grandes clásicos del terror es también una de las llamadas “cintas malditas” por los consecuentes hechos en la residencia de Roman Polanski y Tate. Rosemary’s Baby acapara con perfección el calificativo de “diabólico”, y es que a diferencia de otras joyas del género, esta guarda una peculiaridad narrativa pocas veces replicada en el celuloide, y ese es el triunfo de mal sobre el bien, un mal no fantasioso, imposible o increíble, sino como en todas las de su estirpe, uno real, palpable, cercano, “El mal” en toda su expresión. Escabrosa, la combinación de la maternidad y la inocencia “infantil” con aquella secta y tenebrosa criatura dan lugar a uno de los mejores finales del cine, con aquella madre meciendo la cuna de su bebé ¿esperanzado? ¿o un poco confundido?
1 – Chinatown (1974)
Queda claro que no hay gallina sin huevo. Los demonios de Roman Polanski estuvieron y aún se conservan antes y después de su acusación. Su inquilino, su repulsión, la maldad de aquella secta, el erotismo e incluso ese cínico humor negro en algunas de sus películas desenmascaran su trágica vida e imperdonable crimen, tal y como en esta joya que revivió al noir en los 70’s, y que a través de un reparto de talento inconmensurable, el resquebrajamiento de su antihéroe y la desesperanza ante aquel grotesco abuso, Polanski nos deja en claro que para bien o para mal, a veces la sociedad y hasta los propios inmiscuidos dejan pasar con impunidad los sucesos más viles y repugnantes. Chinatown es una obra maestra sobre esa otra maldad, la que lleva él mismo.
Olvídenlo lectores, es Roman Polanski.