Las 20 Películas más Representativas del Cine Ruso

País que por mucho tiempo fue sinónimo de socialismo, comunismo y enemigo número 1 del mundo, pues a pesar de que la Guerra Fría ya terminó, todavía hay recelo por los hechos del pasado. Sin embargo, y por más que los gringos quieran negarlo, Rusia aportó mucho a la cultura universal: Dostoyevski, Turguénev y Tolstói en la literatura, Chejov y Stanislavski en el teatro, Tchaikovsky, Prokofiev y Stravinski en la música, Barýshnikov, Pavlova, Nuréyev y Nijinsky en la danza, Gagarin, Tereskova y Leónov en la astronáutica (sin olvidar a la perrita Laika, por supuesto), Pajitnov en los videojuegos, Gorbachov en la política de su país con la Perestroika, así como Eisenstein, Tarkovsky y Mikhalkov en el cine.

Junto a Alemania, es el país que más cambios sufrió durante el siglo XX, y el cine es el más vivo reflejo de las transiciones entre imperio monárquico, bloque comunista y posterior apertura al mundo capitalista. Siendo los verdaderos expertos en fabricar cine bélico, fácilmente sus obras podrían calificar como propaganda militar, pero también hay atisbos que retratan el sufrimiento del pueblo por la represión sociopolítica y cultural. Además, el constante sometimiento a la censura por parte del gobierno en turno hizo que muchos de sus autores no temieran convertir sus proyectos en experimentos difíciles de olvidar y que invitan a la reflexión (algo que hay que tomar en cuenta debido a los acontecimientos recientes). Es por eso que hoy hacemos un recuento de aquellas obras más significativas para la cinematografía de la Madre Rusia (esperando ampliarlo en un futuro).

INTRODUCCIÓN Y RECOPILACIÓN POR URIEL SALVADOR

Para efectos de este Top, todas las películas que oficialmente se catalogan como pertenecientes a la extinta Unión Soviética también fueron tomadas en cuenta

 

El Acorazado Potemkin (Sergei E. Eisenstein, 1925)

POR EL FETT

Una de las películas más importantes e influyentes en la historia dura tan solo 75 minutos, y en donde Eisenstein prácticamente verte toda su teoría sobre el montaje, el cual otorga al espectador una experiencia constante de suspenso, opresión y dispares emociones, cuando los tripulantes del Potemkin se cansen del maltrato político y social de sus oficiales. Literalmente “revolucionaria”, en historia, forma y presentación, la película es tan emocionante que incluso la audiencia no acostumbrada al cine mudo y/o en blanco y negro, podrá apreciar el enorme dinamismo de la historia y la creíble vulnerabilidad de sus personajes y situaciones; todo esto gracias a un genio que sugirió que el montaje nacería del propio ritmo y no de la historia.

 

The Cranes are Flying (Mijail Kalatozov, 1957)

POR URIEL SALVADOR

Mijail Kalatozov desplaza la guerra al fondo para centrarse en la vida sentimental de quienes se quedaron, pero innova en el dinamismo de una cámara que confabula con el amor, la separación, la traición, la compasión y la soledad de la bella y sobrecogedora Tatyana Samoylova. La riqueza del lenguaje visual capta pequeños detalles que avivan y funden los sentimientos y el estado de ánimo en un desenlace tan triste como precioso. Un homenaje a todas las mujeres cuyas vidas fueron afectadas y arruinadas por la guerra, esperando con anhelo el regreso de sus novios y esposos que nunca volverían del campo de batalla.

 

Ballad of a Soldier (Chukhrai Grigory, 1959)

POR URIEL SALVADOR

Grigori Chukhrai realiza una magnífica parábola sobre 3 amores y un desamor, todos erosionados por las acciones de la guerra. Sin embargo, resulta muy íntima al reafirmar muchos valores humanistas como la necesidad de afecto y amor, la solidaridad entre compatriotas, la honradez y la sinceridad, logrando un contraste con la devastación irreparable que causa el conflicto bélico. Una sutil manera de decir que el soldado merece el derecho a tener una vida normal y que el amor de madre es eterno, porque ella siempre nos espera sin importar el paso del tiempo, pero también un recordatorio para saber comprender y disfrutar la belleza de la vida.

 

La Infancia de Iván (Andrei Tarkovsky, 1962)

POR EL FETT

Tal vez el retrato más hermoso de la guerra, no por su naturaleza hostil, sino por su estética onírica y contemplación surrealista. La ópera prima y obra cumbre de Tarkovsky, proyecta sin ningún fin satisfactorio y dentro de lo vil que puede ser el mundo, los últimos halos de amor, esperanza y ternura en el entorno más ruin posible, una simbiosis que solo fue posible compactar gracias a  la agilidad simbólica del ruso. Magníficamente brutal, el poeta juega con la mente de Iván y con la emoción del espectador, narrando en un ambiente caótico vertientes dramáticas, románticas y de suspenso exquisito, típico de un estilo que dentro de esas pesadillas propagan fantasía pura y terminan abruptamente con la maldita realidad.

 

Walking the Streets of Moscow (Georgiy Daneliya, 1964)

POR URIEL SALVADOR

La falta de pretensión es lo que ayuda a Georgiy Daneliya a encausar una trama sencilla al presentar 4 personajes bien caracterizados y cada uno de diferente procedencia geográfica, clase social y nivel intelectual. Sin embargo, todos ellos son meros pasajeros ante la ciudad de Moscú como verdadera protagonista, entreviendo una mezcla de alegría con melancolía en el ambiente sin caer en el sentimentalismo excesivo. La presencia de un joven Nikita Mikhalkov deja ver el lado más humano y cotidiano del socialismo, cuya canción siempre será recordada como himno para el ciudadano promedio.

 

 Andrei Rublev (Andrei Tarkovsky, 1966)

POR EL FETT

Una cinta que le significó enemistarse con su régimen político, Tarkovisky usará al monje pintor e iconoclasta, Andrei Rublev, como una especie de su extensión e injerencia ideológica – artística, trayendo la incertidumbre social, la falta de libertad de expresión y las torturas del Siglo XV  a su actualidad, donde las reglas de la URSS prohibían a su hijo fílmico más talentoso, el uso de símbolos y narrativas espirituales. Por tal razón la cinta fue prohibida hasta 1971, siendo proyectada en Cannes solo a las cuatro de la mañana y bajo petición y supervisión del gobierno soviético (fuera de competencia, pero aun así granaría el premio de la prensa). Considerada una de las mejores películas biográficas del todos los tiempos.

 

The White Sun of the Desert (Vladimir Motyl, 1969)

POR URIEL SALVADOR

Una mezcla de acción, comedia, drama, aventura y western que toma los elementos más conocidos del género americano por excelencia y los combina con las peculiaridades del contexto histórico. La mayor valía que aporta Motyl es el cambio en el arquetipo masculino principal, pues el héroe es más parecido a un romántico empedernido que al típico pistolero machista, una perspectiva refrescante que incluso lo pone en enfrentamiento contra la burla comunitaria. Para las audiencias actuales puede verse anticuada, pero este relato epistolar es innegablemente único en su clase. Como dato curioso, los astronautas soviéticos visionaban la película como ritual de buena suerte antes del inicio de cada misión.

 

Solaris (Andrei Tarkovsky, 1972)

POR EL FETT

Ganadora del Grand Prix de Cannes. Cuando se aprecia la incursión del ruso en la SF uno no puede dejar de pensar en la ironía de este impuesto caso. Sin dejar de lado su toque surrealista y discurso existencialista, el genio baja de su pedestal metafísico para comunicarse con el mortal de la manera más sencilla que le es posible, a través de una oda espacial de aspectos psicológicos; en otras palabras, Andrei se dignó a llevar a cabo su película más despersonalizada y menos compleja, desde el término abstracto, para que todos nosotros le entendiéramos… desde la naturaleza abstracta de la misma cinta ¡Locochón! Solaris es como el traductor e introductor de toda su obra, algo imperioso para tratar de comprenderlo.

 

El Espejo (Andrei Tarkovsky, 1975)

POR EL FETT

Joya, un agasajo narrativo, visual y sensorial que sirve al poeta como un surrealista auto biografía, donde los parajes, momentos y simbolismos desfilan creando de manera inmediata una conexión íntima hacía con los recuerdos y traumas de su infancia, y de la evolución de la propia URSS. En su momento la calificaron como “incomprensible” gracias a que su montaje no responde a ningún estándar temporal, pero la perspicacia y amor al cine hacen que la audiencia cree su propia percepción sobre la mirada al espejo del poeta, siendo precisamente eso, una de las más bellas poesías llevadas al celuloide, con imágenes y diálogos tan conmovedores como trágicos, tan complejos como hipnóticos.

 

Dersu Uzala (Akira Kurosawa, 1975)

POR EL FETT

Esta es la película divisoria dentro del discurso artístico de Kurosawa. Por una parte, estamos ante otra prominente aventura de índole humanista y repleta de todos los valores de justicia y fraternidad de su cine de antaño y época dorada; por el otro, también ante la presencia de un narrador que comienza a rebatirse entre lo moral y ético, entre su sentido artístico y el reflexivo, entre lo vigorizante y el acostumbrado tono de aventura de sus previas obras. Repleta de simbolismos y ciertamente extraña, como si se tratase de un mismo artista en dos diferentes facetas o tonos ¿Será el presupuesto de producción soviética lo que habrá causado esta reinvención? ¿O una honesta metamorfosis frente al ocaso de vida?

 

The Ascent (Larisa Shepitko, 1977) 

POR EL FETT

Quizá no sea el entorno adecuado, pero la guerra puede ser el plano terrenal óptimo para trascender, pues dentro de toda la escoria alrededor del conflicto, la relación con la muerte y con la humanidad nunca tendrá un lazo afectivo tan estrecho como este. ¿Han sentido como se acongoja el corazón cuando se es testigo de las imágenes en torno a la muerte, a los campos de concentración? Quizá no haya un estrujamiento más grande que presenciar la tortura psicológica y juicio de dos soldados y una madre partisanas frente a la maquinaria de horror nazi. De ahí su título, una emotiva y cruenta alegoría a la trascendencia en donde el humano siente un verdadero arrepentimiento y amor por el prójimo.

 

Stalker (Andrei Tarkovsky, 1979)

POR EL FETT

Nuevamente Tarkovsky acudiría a la ciencia ficción para tratar de romper su convencionalidad narrativa (cosa que no logró del todo con Solaris). Aunque de nuevo la suerte no estuvo de su lado, pues el negativo original se perdería a causa de un incendio (haciendo que Andrei volviera a filmar la  película con menos de la mitad del presupuesto original), el poeta logra imprimir su prosa en el género a través de una poderosa alegoría al origen de la humanidad, a partir de un mundo distópico y en extinción donde los “stalkers”, son los encargados de llevar a los aventureros a una travesía hacía “La Zona”, lugar donde se estrelló un misterioso meteorito. Una joya, imagínense haberla visto en todo su esplendor sin aquel “accidente”.

 

Come and See (Elem Klimov, 1985)

POR URIEL SALVADOR

Tan brutal y cruda como imposible de olvidar, Elem Klimov hace sufrir, palidecer y llorar al destrozar la mente y razón de su protagonista y del público, mostrando la podredumbre ocasionada por una inevitable horda que arrasa con todo lo que tenga en frente. Llena de simbolismos, compuesta en su mayor parte de primeros planos y complementada por una edición de sonido impecable, fomenta la sensación de miedo por el constante estado de shock que somete a cada hombre, mujer y animal. El más realista retrato del horror que verdaderamente significa la guerra: un infierno que causa devastación, dolor y muerte a su alrededor, sólo otro capítulo de una pesadilla de la que no puede despertarse.

 

Dead Man’s Letters (Konstantin Lopushansky, 1986)

POR URIEL SALVADOR

Cuando el mundo acabe por un descuido humano, nada mejor que dejar un testimonio para las futuras generaciones de nuestro paso por el planeta para que aprendan a no cometer los mismos errores. Su desconsolada fotografía crea una atmósfera asfixiante y melancólica, y aunado a la fuerte crítica de Lopushansky a la carrera armamentista, hace que su recreación de un entorno postnuclear sea un inquietante reflejo de un escenario no tan hipotético. Llena de elementos de terror, con un paisaje desolado lleno de basura y cuerpos, es una pesadilla viviente cargada de un fuerte mensaje político.

 

Urga (Nikita Mikhalkov, 1991)

POR URIEL SALVADOR

Una de las primeras películas lanzadas luego de la caída de la Unión Soviética, donde las interrelaciones entre pasado y futuro toman forma en la amistad entre un pastor mongol y un camionero ruso. Mikhalkov aporta una pizca de toque político que muestra la apertura de las antiguas exrepúblicas soviéticas a Occidente, y mediante las interacciones de los personajes, retratar de manera muy personal ambos mundos. Un precioso homenaje a la vida de estas personas, demostrando que existe un lugar donde el tiempo no avanza y se puede obtener un poco de paz lejos de la civilización.

 

Burnt by the Sun (Nikita Mikhalkov, 1995)

POR URIEL SALVADOR

Uno de los pocos testimonios veraces de la Gran Purga, una masacre fomentada por Stalin cuyo número de víctimas sólo es comparable al Holocausto. Balancea la fría brutalidad y manipulación del régimen dictatorial con la pasión por la revolución que realmente existió, complementado con la ternura que recibe un general de su hija (el propio Nikita Mikhalkov y su hija Nadezhda, lo que explica la naturalidad de su relación). Quizás la mejor forma para superar los errores del pasado yace en una buena y adecuada formación y, sobre todo, en la experiencia que puedan aportar los antiguos habitantes a las nuevas generaciones. Lástima que sus secuelas nunca pudieron estar a la altura de esta primera parte.

 

El Regreso (Andrey Zvyagintsev, 2003)

POR EL FETT

En un primer plano, es un crudo relato sobre la ruptura y la irrupción paternal, sin embargo, es a través del elemento “agua” que Zvyagintsev recrea una metáfora sobre el duelo y la aceptación dentro de la ausencia de dicha figura. Este símbolo, presente desde los primeros rasgos de personalidad juvenil de dos hermanos, verá incluso evolucionar su estado hasta apaciguar el dolor, la despedida y la consecuente e inquebrantable unión fraternal. Por otra parte, Zvyagintsev también imprime un perfecto e introspectivo ritmo a una road movie que por Siberia va construyendo no solo la personalidad, sino el vínculo relacional entre las extrañas partes. Poética, poderosa, reflexiva, una joya que también significó uno de los mejores debuts en la historia.

 

Leviathan (Andrey Zvyagintsev, 2014)

POR EL FETT

Muy intensa, muy bien actuada, muy bien dirigida, pero al final un poco pesada en su narración porque le sobran minutos de metraje. Sin embargo, y a diferencia de otras cintas de estilo contemplativo como Winter Sleep, la ambientación y fotografía son excelsas en un mundo blanco contemporáneo que parece por momentos tan mágico como trágico gracias a la tensión y el suspenso que se vive por parte de la familia y la situación a la que son sometidos y asfixiados. Quizá con 15 o 20 minutos menos podría haber sido una maravilla, pero aun así el lenguaje de Zvyagintsev la vuelve sobresaliente.

 

Loveless (Andrey Zvyagintsev, 2017) 

POR EL MARKOVICH

Una verdadera tragedia de la que sentirían celos aquellos antiguos dramaturgos griegos, debido al nivel de deshumanización en el que viven y se desarrollan los personajes a nivel interno y externo. Zvyagintsev plasma no sólo un matrimonio sin amor, sino una sociedad que ha perdido la capacidad de amar honesta y puramente y aspira al amor vacío, banal y comprado, donde incluso una madre siente asco de cargar a su hijo recién nacido. Una fuerte crítica a la apatía de la humanidad actual, que obliga a una evaluación interna para saber qué tanto amor en verdad tiene una persona, una verdad muy dura que nadie quiere enfrentar.

 

Captain Volkonogov Escaped (Aleksey Chupov, Natalya Merkulova, 2021)

POR EL FETT

Mitad thriller de espionaje, mitad ficción distópica, esta rara combinación hace una violenta crítica al régimen soviético, pero también de manera atemporal a todo sistema de gobierno dictador, opresor y torturador. En contraparte, el Capitán del título emprende un viaje de redención en el que sabe que no habrá retorno, pero si un bello destino mientras busca el perdón de aquellos familiares y víctimas de los muertos y “desaparecidos”. Esta profunda exploración de bondad viene acompañada de hermosas y surreales imágenes, un exceso de cine que proveen algunas de las mejores secuencias del cine ruso moderno.

 

 

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Acerca del autor

Uriel Salvador     twitter.com/UrielSalvadorGS

Escritor, analista, crítico, gamer, investigador, actor (especializado en doblaje), fotógrafo. Pero ante todo, soy un amante del cine.


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