Las 5 Mejores Películas de Cecil B. DeMille
Estamos ante uno de los padres del cine americano, productor del primer largometraje de Hollywood y uno de los fundamentalistas de la producción fílmica. Actor y también director, Cecil B. DeMille se erigiría ante todo por ser el gran precursor del llamado cine épico, con relatos bíblicos y/o históricos de gran escala, y que llegarían a su clímax irónicamente en su última película antes de su muerte.
DeMille hizo su debut en el teatro en el año 1900, influencia que lo perseguiría siempre incluso en su estilo directivo, donde los grandes decorados eran testigos de un lente en secuencia que se enfocaba en la interacción y el diálogo de sus actores, los cuáles demostraban un histrionismo más teatral abordado desde la visión y adaptación del director por parte de los textos bíblicos e históricos de los que se componía la mayoría de su obra.
Comenzando su carrera como director y productor a la par en 1914, Cecil B. DeMille produciría más de 90 películas, dirigiendo también más de 80 títulos entre cortos, documentales y largometrajes, no solo sobreviviendo, sino siendo uno de los mayores artífices del paso del cine mudo al sonoro.
Revolucionario, arriesgado y un siempre un soñador, la obra de Cecil B. DeMille impactaría a todas las generaciones, siendo hasta la fecha un referente no solo para la industria, sino para la cultura pop y todo tiempo de audiencia con sus decenas de mandamientos fílmicos sobre como diseñar y encausar un grandilocuente drama épico.
Lo recordamos con sus mejores películas
Bonus – Samson and Delilah (1949)
POR EL FETT
No solo la Biblia fue el socio fundamental de Cecil B. DeMille, sino también el sexo, y es que por sobre su manejo de cientos de extras, su excelso diseño de producción y la grandilocuencia de sus escenas fantásticas, se erige ese sutil pero siempre presente elemento y toque erótico que tensa la narrativa con una serie de “femme fatales” del viejo libro que aquí tocan literalmente el cielo con la belleza con Angela Lansbury y Hedy Lamarr. La libre adaptación permite pues que, sobre el relato que ya todos conocemos del pobre fortachón de Sansón y su amor por las filisteas, se construya un triángulo amoroso de envidias, venganzas y vestuarios eróticos tan entretenido como memorable
5 – The Greatest Show on Earth (1952)
POR EL FETT
Cinta que hasta la fecha sufre de una mala reputación por ser una de las más injustas ganadoras del Oscar (le ganó a The Quiet Many High Noon), sin embargo, independientemente de aquel accidente, es un grato entretenimiento con la patente de Cecil B. DeMille, con un gran reparto, espectaculares secuencias y por supuesto el llamativo triángulo amoroso que nunca puede faltar, pero con un tono erótico mucho más rebajado (estamos hablando de uno de esos grandes dramas y aventuras familiares del Hollywood clásico). La mayor valía de esta cinta es su homenaje al “circo”, y como el director es capaz de capturar el día a día de sus artistas y acróbatas, incluso con una inmersión emocional y dramática dignas de elogiarse
4 – Cleopatra (1934)
POR EDGAR DEL VALLE
En el año 48 A.C., Cleopatra da la bienvenida a Julio César. La llegada del mandatario romano mejorará su posición, a la vez que la de César. Buena puesta en escena de la clásica historia de esta reina que rompía corazones, como lo hacia Colbert en este papel. Una de las mejores adaptaciones fílmicas sobre el personaje (incluso mejor que la super producción estelarizada 30 años después por Elizabeth Taylor), en mucha parte gracias a la presencia protagónica de una Claudette Colbert en su apogeo, y de donde Cecil B. DeMille se aprovecha para de nuevo combinar su aventura romántico – erótica, un toque de tensión que emana de manera natural y por supuesto una puesta en escena impresionante.
3 – The King of Kings (1927)
POR EL FETT
La primera super producción sobre el relato bíblico de Jesús de Nazareth, dentro del cine mudo e incluso muy superior a su remake de 1961 realizado por Nicholas Ray. Sigue siendo una adaptación única por el simple hecho de basar su narrativa desde el punto de vista de María Magdalena, siendo esta el vehículo protagónico para conocer las andanzas del nazareno y su desarrollo como hombre – dios. Un montaje maravilloso y un Cecil B. DeMille prácticamente bendito convierten a este ejercicio en un testimonio verdaderamente histórico y que curiosamente al ser silente, se puede percibir por momentos hasta como un “imposible documental”. Definitivamente esta versión debería ser más reconocida
2 – Union Pacific (1939)
POR EL FETT
La primera ganadora de la actual “Palma de Oro” de Cannes es una combinación de western, romance y aventuras donde Cecil B. DeMille pone a dos ferroviarias a competir por la hegemonía de las vías y del amor de uno de los maquinistas, mientras se desata una fábula de complots corporativa que en un segundo plano se convierte también en un baluarte histórico sobre el final de una era, la salvaje, y su traspaso a un mundo de revolución con máquinas. DeMille sabe que los trenes son sus protagonistas, por lo que realiza una salvaje analogía de estos y su competencia con el triángulo amoroso a desarrollar (patente de su narrativa) con una magnífica Barbara Stanwyck que comenzaba su camino hacía el estrellato.
1 – The Ten Commandments (1956)
POR EL FETT
Por encima de todos los relatos sobre Jesús de Nazaret en el cine y la televisión y los otros relatos basados del libro del cristianismo y catolicismo, sin duda esta epopeya bíblica de Cecil B. DeMille se erige como la más espectacular de la historia (Nota: Ben-Hur no está basada en la Biblia, sino que solo toma algunos aspectos de la misma), en mucha parte gracias a la producción, y actualización del propio DeMille a su película silente de 1923. Fue Cecil quien también seleccionó a Heston por su parecido físico con la escultura de Moisés hecha por Miguel Ángel, prácticamente siendo el productor el alfarero de cada detalle y rincón de este rotundo éxito cultural y comercial. Independientemente de su naturaleza religiosa, sus casi 4 horas de duración son un compendio de aventura, fantasía y épica impresionante.