Las 5 Mejores Películas de Valentín Trujillo

Nacido un día como hoy, Valentín Trujillo, integrante de una de las dinastías más añejas y longevas del cine mexicano, la de los De Anda-Gazcón- Trujillo, semillero de actores, directores, productores y guionistas que, a lo largo de más de cuatro décadas generaron un sin fin de películas (algunas aceptables, la mayoría infames) pero todas ellas altamente redituables en taquilla, al grado de convertirlos en los dueños de un emporio fílmico que al día de hoy, envidiaría el mismo Videocine.

Pero volvamos con el difunto. Verá querido lector, hoy le hago una atenta invitación, busque en el bendito Google que todo lo encuentra, artículos dedicados a Valentín Trujillo en donde no se limiten a hablar de su etapa como héroe de acción, vengador, justiciero, y otros adjetivos similares. Ande usted, hágalo, aquí lo espero.

¿Ya vio como de plano es poco o nada lo que puede hallarse? Y es que, hasta hace unas semanas, su servidor, desconocedor de la extensa filmografía del actor jalisciense, cometía el mismo error que muchos, al limitar su carrera, dándole prioridad a la etapa en que, forjó su leyenda ganándose el mote en tono burlesco del “El Rambo mexicano” con títulos como Yo, el ejecutor (Valentín Trujillo, 1987), Ratas de la ciudad (Valentín Trujillo, 1986), Policía de narcóticos (Gilberto de Anda, 1986), etc, posicionando su nombre junto al de Mario Almada como máximos referentes del cine de acción. No obstante, no se puede ignorar el hecho de que ésta, sin duda su faceta más exitosa, viene precedida de un periodo menos taquillero, pero en términos de contenido de mayor interés, más allá de su calidad cinematográfica.

En los siguientes títulos se observa el desempeño de un joven Valentín Trujillo quien, pese a contar con limitaciones artísticas, sello característico de su familia en todos los rubros, se esmera por demostrar que su incursión en la pantalla grande no es obra del nepotismo (aunque sí lo es, pregúntenselo a su abuelo Valentín Gazcón o a su tío Gilberto de Anda).

 

Bonus – El extra (Miguel M. Delgado, 1962)

Los inicios fílmicos de Valentín Trujillo se remontan a los años de infancia, en los cuales como se ha hecho mención, sus parientes productores lo metían a chaleco. El extra fue una de las excepciones. Contando con apenas once años interpreta el rol de Chevo, uno de los hermanitos de Alma Delia Fuentes. El chamaco cita un par de diálogos chuscos en una escena que quedó para la anécdota en la cual, aparece a cuadro con Mario Moreno “Cantinflas” y Javier López “Chabelo”. Como dato curioso: Valentín siendo un infante en ese tiempo, ya colgó los tenis, mientras que Chabelo no se ve pa´cuándo.

 

Las figuras de arena (Roberto Gavaldón, 1970)

Drama con apuntes de crítica social escrito por el propio Gavaldón en colaboración con dos personajes claves del cine nacional: Hugo Argüelles y Luis Arcoriza. Cuenta la historia de un muchacho quien, durante unas vacaciones en la playa padece el agobio de una madre sobreprotectora (Elsa Aguirre) y un padre autoritario (David Reynoso) convencido de que al adolescente se le hace agua la canoa, dicho en otras palabras, no le gustan las mujeres. Buscando alejarse de las presiones familiares, el protagonista pasa el tiempo en la playa, donde conoce a una joven (Ofelia Medina) causante de su despertar sexual y primer desencanto amoroso. Las figuras de arena significó el debut oficial de Valentín Trujillo. Por su actuación le fue otorgada la Diosa de Plata al Actor Revelación.

 

Aprendiendo a vivir (Alejandro Galindo, 1970)

Una de las películas menos conocidas del realizador de clásicos como Campeón sin corona y Una familia de tantas, quizá porque se trata de un drama cuasi telenovelero con música de organito de fondo. El asunto va de un abogado (David Reynoso) quien se casa con su secretaria (Chela Castro), situación que le traerá una serie de problemas con la exesposa extorsionadora (Sonia Furió) y con su hija (Claudia Martell, muchachona de muy malos modos, pero muy buenas formas) quien desaprueba el matrimonio. Completa el cuadro, el joven Valentín interpretando al hijo de la secre, cuyo drama consiste en vivir con la incertidumbre de haber heredado la presunta locura que aquejó a su abuelo y a su padre. Algo así como la demencia de ya saben quién.

 

Ya somos hombres (Gilberto Gazcón, 1971)

Ya más grandecito, Valentín Trujillo se puso a las órdenes de su tío don Gilberto en este melodrama aleccionador con tintes moralistas. El susodicho interpreta al junior universitario Luis, quien acompañado por sus cuates Gardo (Arturo Alegro), Germán (Octavio Galindo) y “el movidas” Lamberto (Gabriel Retes), se la pasa en el cotorreo y el despiporre; ora acosando, ora ligando, a cuanta voluptuosa chamaca encuentran a su paso. Todo es pura diversión hasta el día en que, por iniciar calenturienta relación con una criada (Lilia Castillo), recibe la noticia de que ya podrá “festejar” el día del padre. A partir de ese momento, se planteará el dilema de dejar a la muchacha a su suerte o, como hombrecito, cumplir con su responsabilidad y casarse tal como dictan las tres leyes: La de Dios, la del hombre y la de Herodes.

 

La otra virginidad (Juan Manuel Torres, 1975)

Drama existencial acerca del amor, el desamor y, la esperanza visto a través de un grupo de personajes que se reunen en un restaurante: Evelina (Leticia Perdigón) y Adrian (Valentin Trujillo), noviecitos que le dan largas a tener relaciones sexuales pero que, a la primera, el actor a quien recordamos hoy, demuestra que en donde pone el ojo, pone la bala, dejándola encinta. Por otro lado encontramos a Laura (Meche Carreño) enamorada en una salida, de un virginal y joven “medio güey con las mujeres” Luis (Arturo Beristáin). Y por último, unos viejos  gandallas que publican anuncios en revistas del corazón, citando a mujeres solas en ese lugar para apostar cuánto tiempo están dispuestas a esperar al hombre de sus sueños. Ganadora del Ariel a la Mejor Película.

 

Perro callejero (Gilberto Gazcón, 1980)

Llegamos hasta la película que marcó el parteaguas en la carrera de Valentín Trujillo. Con guion de Ramón Obón teniendo como base un estudio sociológico realizado a fines de los años setenta, el filme retrata el modus vivendi y desventuras de un individuo socialmente marginado, sobreviviente a la violencia imperante en los entornos de mayor pobreza y desigualdad de la Ciudad de México. Desde una perspectiva muy superficial, Perro podría percibirse como un sujeto más del montón en lo que al subgénero del drama urbano se refiere, sin embargo, aunado a un guion que no desmerece, Valentín Trujillo demostrando cierto histrionismo – que no le volveríamos a ver – dotó a Perro de una humanidad que hizo de él, un personaje profundamente realista.  Por esta actuación, fue nominado al Premio Ariel al Mejor Actor. El filme fue ganador de la Diosa de Plata a la Mejor Película.

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Acerca del autor

Flaco Cachubi     blogcinefantastico.blogspot.mx/

Amante del séptimo arte desde que tiene memoria o lo que es lo mismo desde que vio Superman. Sus géneros favoritos son el horror, la fantasía y la ciencia ficción. Ferviente admirador de Hitchcock y asiduo lector de Stephen King. El cine de luchadores, su máximo placer culposo. Se describe a sí mismo como un ser viviente que cultiva su mente, para ser un cadáver muy culto.


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