Las 50 Mejores Películas para ver en Año Nuevo

Aunque no es tan celebrado como la Navidad y a menudo es pasado por alto debido a la cercanía que comparten ambas festividades, el Año Nuevo tiene un significado profundo en sus intenciones: el cambio. El compromiso a ser una mejor persona, animarse a cumplir las metas que planeamos conforme avancemos y crecer como individuos. Sin embargo, también implica una reflexión sobre las acciones cometidas e incumplidas a lo largo del año a punto de terminar, lo que vuelve al festejo un cúmulo de remordimientos y arrepentimientos por todo lo que se dejó hacer o no se hizo, razón por la que para algunas personas puede ser una celebración igual de o más difícil de abordar que su hermana mayor.

Asimismo, el Año Nuevo no es mostrado con tanta frecuencia en el cine porque muchos clásicos navideños también pueden calificar para esta festividad. No obstante, hay muchos ejemplos que celebran el símbolo del cambio (incluso si dicho cambio es aceptado sólo por hacer algo diferente), así como otras que exploran la tristeza por el estancamiento producido en 365 días. Con motivo de fiesta, hemos hecho este catálogo lleno de ilusión, vivacidad, géneros y gustos variados, para conmemorar a todos nuestros lectores que nos han seguido todos estos años y dar la bienvenida a quienes apenas nos descubren. De parte de todos los miembros de Cinescopia, ¡les deseamos un Feliz Año Nuevo!

 

About Time (Richard Curtis, 2013)

POR URIEL SALVADOR

Puede que esta mezcla entre Groundhog Day y Nicholas Sparks tenga un mensaje tergiversado y sea más cursi y empalagosa que atragantarse de gelatina de Hello Kitty, pero aunque sea una historia que se siente ya vista, está relatada de manera fresca y honesta cuando aborda la forma en la que afrontamos las decisiones que tomamos cada día, animando en aceptar las consecuencias de nuestros actos. Tiene un buen humor y el tono romántico encausa algunos momentos emotivos sobre la vida en pareja, ejemplificado en la química entre Gleeson y Rachel McAdams dentro de una relación truqueada y manipulada, pero genuina.

 

After the Thin Man (W.S. Van Dyke, 1936)

POR JOSE ROBERTO ORTEGA

La segunda de la saga de seis películas basadas en el personaje de Dashiell Hammett, el detective “retirado” Nick Charles. En esta comedia de misterios y asesinato, Nick y su esposa Nora atenderán a la cena de fin de año con la familia de ella en San Francisco, pero una serie de acontecimientos devienen en el asesinato de Robert, el esposo de Selma, sobrina de Nora. A través de sucesos intrincados, Nick deberá descubrir la identidad del asesino, mientras las situaciones a su alrededor transitan por la comedia y el suspenso. La pareja de William Powell y Myrna Loy despliega una química maravillosa, sin olvidar una de las mejores actuaciones caninas, por parte del perro Asta. Además, resulta sorprendente el papel de James Stewart, quien comenzaba a destacarse. Obtendría una nominación al Oscar por Mejor Guion Adaptado.

 

All’s Well, Ends Well (Clifton Ko, 1992)

POR URIEL SALVADOR

Llamar bizarro a este proyecto sería quedarse corto, ya que este continuo alboroto de chistes de pastelazo usa el humor situacional para encubrir muchos líos conyugales relacionados al amor y las causas que marchitan la pasión. Cada una de las parejas que estelariza este romance representa un tipo de relación, destacando el amorío entre Maggie Cheung y Stephen Chow que va desarrollándose a base de muchas referencias al cine que cualquier fan apreciará. Dista de ser una joya, pero sabe cómo hacer para que las risas no cesen hasta su hilarante final. Procrearía otras 6 secuelas que no estarían a la misma altura.

 

An Affair to Remember (McCarey, 1957)

POR EDGAR DEL VALLE

Curiosamente esta cinta es al igual que en el caso de “Sólo Dios lo sabe” un remake del mismo Leo McCarey (la original data de 1939), pero ahora con el protagonismo de Déborah Keer y Cary Grant. Un melodrama, con momentos verdaderamente incompresibles, pero que con el tiempo se convirtió en un clásico, y una de las películas más recordadas de la actriz, tal y como lo anunciaba el título de la cinta, mejorando en definitiva a la cinta fuente y sirviendo como inspiración para otro remake y/o adaptación futura para Sintonía de Amor, otro clásico del cine romántico (pero con menor calidad) interpretado por Tom Hanks y Meg Ryan en 1993 (más otro muy olvidable apenas un año después, en 1994).

 

An American in Paris (Minnelli, 1951)

POR KIM TOBIAS

¡Qué mejor que la ciudad más romántica del mundo para trasladar un musical!  Kelly interpreta a un pintor americano que vive en París tratando de vender sus cuadros de forma poco exitosa; pero una mañana conoce a una americana adinerada que se enamora de él y decide promocionar su carrera, justo el mismo día que conoce a una sencilla chica de la que él se enamora. Un musical con un triángulo amoroso en el que resulta difícil no caer ante el carisma y los números musicales; una cinta cuya mayor virtud no es su historia de amor, sino la extravagancia que la rodea. En definitiva, un ostentoso y espectacular número final de 17 minutos es lo que termina por colocar a este musical como IMPRESCINDIBLE.

 

Anora (Sean Baker, 2024)

POR EL CINE ACTUARIO

La historia de Anora, una prostituta que tiene la oportunidad de cambiar su vida al casarse con el hijo de un oligarca ruso, es una montaña rusa de emociones que proviene de la fusión de la deconstrucción del cuento de la Cenicienta, la cinta romántica Pretty Woman, la screwball comedy y estilo de los hermanos Safdie. A pesar de que el destino pudiera ser predecible, Baker utiliza sus trucos para llevarnos en solo 2 horas de la fantasía a la realidad, de la alegría a la tristeza, de la comedia a la desesperación, a través de una edición vertiginosa que marca la pauta en el ritmo y estilo y una estupenda Mickey Madison que tiene el papel de su carrera. Anora es un cuento de hadas moderno de prostitutas y príncipes sobre el sueño americano que nos demuestra lo puro de la inocencia no importando de dónde provenga.

 

Bitter Moon (Polanski, 1992)

POR EL FETT

Tan amarga como su carrera y condiciones actuales, Roman Polanski quizá se haya confesado aquí como ese ser tildado de “perturbador” y/o “perverso”, pero al mismo tiempo obvia tanto su ruina (el personaje y la actuación de Peter Coyote son fabulosas), el amor por su musa (un retrato de Seigner que tal vez no esté muy alejado de la realidad al ser aún su actual amante) y el cínico divertimento de un autor que se sabe un genio fílmico para enmarañar e hipnotizar al espectador con un thriller erótico que en su simpleza esconde un oscuro secreto: dos parejas entrelazan sus moribundas relaciones, una para acabar y otra para renacer. El objetivo no es el cómo, sino el por qué, tejiendo una historia atrapa moscas donde Grant es solo un símbolo del mismo espectador(a)

 

Boogie Nights (P.T.A., 1997)

POR EL FETT

Basada en su primer corto, Boogie Nights institucionalizaría su estilo, sus planos sin cortes y la capacidad de contar varias historias simultaneas perfectamente estructuradas. El resultado es cinematográficamente hablando sublime; la cohesión y la coherencia argumental entre y para cada una de las historias (6 de ellas) nutre y sustenta un relato hábil, sacado al parecer  de un director con más de 40 años de carrera ¡Pero no! Estamos ante un genio de 27 años, un Mozart del cine.  Joya instantánea, cruda, divertida, con temas complejos que abordan el crecimiento y destrucción personal dentro de la industria porno, el suicidio, el tráfico de drogas, la depresión y el racismo, todo esto desde un decreto expositivo canónigo, sin perder detalles y creando relieves en cada episodio.

 

Bridget Jones’s Diary (Sharon Maguire, 2001)

POR EL FETT

Aunque ya había despegado dentro de la comedia romántica con Jerry Maguire, la realidad es que su potencia como actriz cómica – romántica – dramática se vería reflejada hasta el que quizá sea su papel más mediático o al menos mejor recordado, esto debido a la importancia de Bridget Jones dentro de la literatura y la cultura pop, especialmente dentro del círculo femenino como icono de fortaleza y naturalidad. Sobra decir que Renee hace suya a Jones, mostrándose no solo natural, sino también logrando una conexión inmediata con su persona, voz y acciones que la van definiendo dentro de su travesía vivencial y amorosa. Habría dos secuelas más, pero nunca nada como la original

 

Carol (Todd Haynes, 2015)

POR CLEMENTINE

Basada en una novela de Patricia Highsmith, autora también de El talentoso Mr Ripley, y en cuya adaptación cinematográfica (Anthony Minghella, 1999) también participó Cate en una de sus primeras incursiones mediáticas; este drama narra la historia de amor prohibido entre dos mujeres en la sociedad estadounidense de mediados de los 50, y significó uno de los papeles más aclamados de Cate Blanchett en los últimos años. La clase de historia que bien podría hundirse en el melodrama monótono y aburrido, pero que guiada por una dirección sobria y muy buenas y naturales actuaciones acordes a la época, logra confirmar por qué la prosa de Highsmith es fácil de llevar a la narrativa cinematográfica.

 

Cronos (Guillermo del Toro, 1993)

POR EL FETT

Por algún momento el cine mexicano vio en un regordete y talentoso cineasta tapatío, revivir las viejas glorias de la fantasía mexicana, pero ahora con la calidad y complejidad narrativa suficientes para hacerse premios de Cannes y Sitges. El recién ganador de Venecia se estrenaba con un film que parecía un engendro esplendoroso entre el terror alemán de los 20’s y la cultura mexicana. En sus barrios y anticuaros, en la lúgubre noche de la Ciudad de México, el terror y la fantasía resurgían con una brillante simpleza y originalidad, en una amalgama de corrientes, estilos y talento actoral gringo, español y mexicano que se regodeaban en esta revitalización del mito vampírico. A todos parece habérseles olvidado que Guillermo del Toro dio su mejor película en su debut.

 

Dick Tracy (Beatty, 1990)

Por El Fett

Madonna en su faceta fílmica más sensual como la femme fatale, Pacino como un carismático, bailador y caricaturesco villano nominado al Oscar, y Beatty envestido en gabardina amarilla lanzando metralla por las calles; tres ingredientes que convirtieron a este neo noir, adaptación de los comics de Chester Gould, en una de las piezas noventeras  por excelencia en un tiempo donde la corrección política importaba un bledo, y donde este oscuro pero divertido entretenimiento se abría paso con todo y su cúmulo de clichés y divertidos estereotipos definidos por los exorbitados pero geniales maquillajes de sus antagónicos. Tan sátira gansteril como noir, incluso Tracy funge como uno de los primeros esbozos del cine de “superhéroes”.

 

El Inocente (Rogelio A. González, 1956)

POR EL FETT

Adorable e hilarante comedia romántica, mezcla entre road movie y enredos familiares, que en su momento mostró un interesante manifiesto sobre las clases sociales sin llegar a los estereotipos vulgares de hoy en día, y que incluso ha servido de base para desarrollar (o copiar) decenas de argumentos dentro del cine mexicano a través de las décadas. El Inmortal, afianzado también en este tipo de comedias, crea una pareja de ensueño con la también chispeante Silvia Pinal; el un mecánico, ella una niña berrinchuda de clase alta, ambos se meterán en un lío familiar con la familia de ella que desprenderá comiquísimos diálogos y situaciones. Vale la pena rescatarla

 

Entrapment (Jon Amiel, 1999)

POR EL FETT

Uno de esos gustos culposos de finales de los 90 sostenido por el carisma de un veterano Sean Connery en su arquetipo como 007, pero ahora como un ladrón profesional, en compañía con una Catherine Zeta-Jones que desborda sensualidad. Aunque toma varios elementos y quiere emular de mala manera el cine de Hitchcock, este juego de  chantajes y emboscadas guarda un par toques de buena química entre ambos actores, pero sobre todo algunas secuencias de atracos con muy buena impresión de tensión. El romance, forzado y en lo general torpe (y un poco “cringe”), sin duda es su elemento peor desarrollado, pero que sobrevive gracias a la pareja, y a cierta escena que inmiscuyen unos hilos rojos, rayos y mallas.

 

 Escándalo (Kurosawa, 1950)

POR EL FETT

Una de las menores (pero no menos genial) películas de Kurosawa refiere mucho de su salvamento narrativo a las monstruosas actuaciones y química entre Mifune y Shimura, que en este juego de roles y arquetipos que solían intercambiar entre ambos, es a Shimura a quién le toca en esta ocasión el “cobarde”, un abogado alcohólico y sin honor que al ser contratado por un impulsivo pintor para demandar a un medio tras una seria difamación romántica, este ve la oportunidad para venderse al mejor postor y así poder seguir solventando su progresiva autodestrucción. Una pasional dirección de Kurosawa, que aquí logra manifestar una culposa empatía de la audiencia a pesar de las cuestionables acciones de sus protagonistas

 

Festen (Vinterberg, 1998)

POR EL FETT

Thomas Vinterberg aprieta pero no ahorca y destruye sin ser invasivo. Ganadora del premio del jurado en Cannes y curiosamente promocionada sin director, esta sería por encima de lo hecho por Von Trier quizá la cinta más simbólica del Dogma 95 (y también la primera). En la celebración de los 60 años del patriarca de una familia de la alta burguesía danesa, sus tres hijos están a punto de aprovechar la ocasión para sacar a relucir los trapos sucios de la familia y con ello, manchar la reputación de un hombre que parecía ser intachable. Vinterberg no solo filma, sino que se adentra en la psicología de una familia y nos hace participes segundo a segundo de la incómoda situación ¿lo mejor?, que la misma es sugerida y no impulsivamente revelada, manteniendo también un halo de suspenso y comedia accidentada sublimes. Un pedazo de obra maestra.

 

Forrest Gump (Zemeckis, 1994)

POR EL FETT

A diferencia de lo que muchos señalan, Gump dista de ser una película “mala” o “sobrevalorada”, siendo su pecado la desestimación póstuma que sufrió en comparación a los productos “Oscareables” de aquel año (Pulp Fiction y Shawshank) y por supuesto su pobre envejecimiento de nuevo no por su entrañable narrativa y fábula, sino irónicamente por su sobrexplotada influencia con el pasar de los años. Robert Zemeckis crea un exquisito viaje visual, músico y sensorial a partir de su arquetipo por antonomasía: un individuo que sufre una cadena de infortunios y éxitos a base de la casualidad. La crítica puede ladrar lo que quiera, pero absolutamente nadie puede decir que Gump no le arrancó una sonrisa, una lágrima, una emoción y una parte de su memoria, y es que parafraseándolo: “Gump no será la maravilla, pero sin duda sabe qué es el amor”.

 

Fruitvale Station (Ryan Coogler, 2013)

POR EL FETT

Sundance lo vuelve a hacer, una historia honesta y muy bien narrada (aunque contada tantas veces que la hace sentir poco original), Ryan Coogler se aleja completamente del discurso intransigente racial y simplemente nos cuenta el día de este pobre hombre hasta el desenlace. Un fragmento de vida cruda y ágilmente narrado que resultó ser lo mejorcito de ese año sin muchos aspavientos o presunciones artísticas, sólo necesitando la admirable actuación del joven Michael B. Jordan y una situación trágica desarrollada con simpleza y firmeza sobre el polémico tópico sin la necesidad de condescendencias.

 

Ghostbusters II (Reitman, 1989)

POR EL FETT

Tiene el mismo director (Ivan Reitman), el mismo reparto, el mismo humor y básicamente el mismo ritmo de su primera parte ¿Qué fue lo que falló? La respuesta es “Bill Murray”, y es que su personaje al perder peso y cierto protagonismo, pareciera que el propio actor aumentó su apatía para desentonar con sus compañeros y afectar al encausamiento de su comedia, que siempre ha sido el punto fuerte de su narrativa. No todo es malo, pues los efectos mejoraron, Ramis, Aykroyd  y Hudson regalan buenos momentos y diálogos, y hasta el villano resulta una excelente renovación al nuevamente recurrir al folclor del viejo mundo. Una lástima, pues los resultados (no tan buenos) de la taquilla terminaron por cancelar lo que parecía ser una inminente e inmediata tercera parte.

 

Happy New Year (Farah Khan, 2014)

POR URIEL SALVADOR

Peca de ser demasiado larga y exagerada (algo común y normal teniendo en cuenta su país de origen, pero siempre hay límites), pero consigue una más que curiosa mezcla de thriller de infiltración, comedia, musical y acción en el mismo recipiente. Llega a ser muy amarga y mezquina por momentos, pero aun así es imposible no contagiarse del tono alegre y vibrante que disfraza el caos vivido en pantalla, desde la toxicidad de las bromas hasta hacer que todo el elenco liderado por Shah Rukh Khan actúe como tontos repugnantes. Tal vez sea otro ejemplo de estilo sobre sustancia, pero al menos es consciente y no se disculpa por ello.

 

Holiday Inn (Mark Sandrich, 1942)

POR JOSE ROBERTO ORTEGA

Pocas películas musicales pueden preciarse de tener en su reparto a dos de los más grandes: Bing Crosby y Fred Astaire, este último el actor fetiche del director Mark Sandrich. La magia y carisma de ambos se combina con la música de Irving Berlin en esta historia sobre una posada que abre sólo en los días festivos, en la cual, los dos protagonistas se enredan en un triángulo amoroso con una talentosa y adorable cantante. La película está improntada por los acontecimientos de la época (Segunda Guerra Mundial) y aun cuando no todos los números musicales están a la altura, sobresale por su gracia y encanto, principalmente en los números navideños, regalándonos la clásica “White Christmas”.

 

Il Posto (Ermanno Olmi, 1961)

POR URIEL SALVADOR

Una historia sencilla que muestra el aburrimiento de la vida cotidiana y la dureza del frío mundo empresarial, pero le agrega algunos toques de humor y un romance juvenil para que no se sienta tan pesada. A través de un joven tímido e intimidado ante este nuevo mundo, Ermanno Olmi cala profundo en la degradación a los trabajadores y la monotonía de la adultez mediante pequeños detalles de su meticulosa puesta en escena. La última obra relevante del neorrealismo italiano, que resalta la importancia y necesidad de trabajar, pero su crudo final revela el verdadero significado de tener un empleo “real”.

 

La Bonne Année (Claude Lelouch, 1973)

POR URIEL SALVADOR

El asalto a una joyería es una mera excusa que Claude Lelouch usa para retratar una combinación entre nobleza y cinismo sobre las relaciones humanas, ya sea con la amistad o el amor, aunque tampoco descuida la preparación y ejecución del atraco. La fotografía pasa del color al blanco y negro para dividir el tiempo, mezclar el presente con el pasado, e incluso la ilusión con la realidad. Si bien el ritmo se vuelve plano por momentos, el salto sin brusquedades a esa pantalla oscurecida en la recta final simboliza cómo la vida se va en un parpadeo, de modo que el paso del tiempo complementa el cambio que llega con el año nuevo.

 

La Carreta Fantasma (Victor Sjöström, 1921)

POR URIEL SALVADOR

Difícil de ver por la atmósfera lúgubre y el sentimiento de depresión que transmite Victor Sjöström en cada escena, es la primera cinta que representa el mundo espiritual como un limbo entre el cielo y la tierra mediante unos revolucionarios efectos visuales que crean la ilusión de ver un mundo fantasmal, dando pauta a imágenes emblemáticas que definen este duro relato sobre el alcoholismo, la pobreza y la descomposición moral. Clara influencia para Bergman y Kubrick, un sobrecogedor cuento moral donde el oscuro destino de los personajes llega a una conclusión reflexiva sobre las acciones hechas a lo largo del año.

 

L.A. Confidential (Curtis Hanson, 1997)

POR EL FETT

Quizá el gran último noir, y que en 1997 debió ganar el Oscar. Cine de alto nivel y un libreto que raya en la perfección, la cinta presume varios de los mejores momentos del cine de trama criminal gracias a la multifacética labor de 3 arquetipos policiales, distintos en personalidad y en objetivos, pero unidos por una sola búsqueda criminal. La revolucionaria narrativa hace que tanto estas tres figuras, como el espectador, queden perplejos ante el giro de tuerca que da la trama, dando uno de los más grandes villanos de los 90, a cargo ni más ni menos que de Cromwell. Un film que homenaje al cine no solo por su perfección, sino por su desfachatez crítica hacia el modus operandi de la farándula y la corrupción policial

 

Last Holiday (Wayne Wang, 2006)

POR URIEL SALVADOR

Su mayor virtud es que, a pesar de tiene escenas muy cómicas, logra equilibrar la comedia con un conflicto interno sobre todos esos propósitos en la vida que el tiempo aplazó indefinidamente por creer que se harán luego. Y aunque mantiene esta perspectiva hasta el giro final, la forma en la que una divertida y carismática Queen Latifah experimenta nuevas sensaciones plantea una reflexión sobre lo que hemos hecho. No es original, no sorprende, es predecible y puede ser muy condescendiente a veces, pero tiene un bonito mensaje sobre aprender a vivir porque podría no haber un mañana. ¿Nos gustaría llevar otro tipo de vida? ¿Está esa posibilidad en nuestras manos? Y si es así, ¿por qué no lo hacemos?

 

Ocean´s Eleven (Lewis Milestone, 1960)

POR EL FETT

El remake hecho por Steven Soderbergh en 2001 superaría con creces esta versión original, sin embargo en su posición guarda cierto carisma no solo gracias a su también grandilocuente reparto, sino también a un conflicto que nace de un cuadro veterano de la Segunda Guerra que crea de manera cuestionable una excelente empatía hacía con sus personajes. La presencia de Frank Sinatra y la de su clan, junto con la actuación de la siempre sensual Dickinson (con el cual llevaría a cabo un romance prohibido detrás de cámaras que se pospondría poco más de 10 años) fueron algunas de las razones del porqué la cinta cuenta con una extraordinaria química. Entretenida comedia americana que siempre ha conservado su encanto

 

Peter’s Friends (Kenneth Branagh, 1992)

POR EL CINE ACTUARIO

Uno de los filmes más decentes de Branagh en el cual el reencuentro de un grupo de amigos actores en Año Nuevo servirá para exponer el lado más abrasivo de los invitados. Si bien va un poco en la línea típica de las historias de reencuentro tipo “high school” hay tres cosas por las que está película brilla: un guion que respeta y le dedica un tiempo óptimo a cada personaje, las interpretaciones (Hugh Laurie, Emma Thompson, Stephen Fry) y por supuesto un estupendo plot twist que trata de manera adecuada un tema para que esas épocas (y las actuales) era tabú. Excelente cinta para la época.

 

Phantom Thread (P.T.A., 2017)

POR EL FETT

Una historia de sentidos, es impresionante como Paul Thomas Anderson plantea para cada uno de ellos la vía de alimentación psicológica del protagonista; para el oído su obsesión (la creación audiovisual del trastorno de la misofonía es tan genial como espeluznante), para el tacto y la vista su perfección, y para el olfato y el gusto su perdición. Todos ellos mcguffins al fin y al cabo y meras víctimas del elemento disruptivo y eje de la trama: el amor, no uno de fábula o de ensueño, sino uno natural, espontáneo, palpable, pero también condicionado, enfermizo y destructivo, construido a partir de los traumas matriarcales, de ese “fantasma” sutil, no presencial pero si poderoso influyente en el comportamiento y afectación de las relaciones dentro del film. Joya, la mejor película de ese año

 

Rocky I & II (F. Avildsen y Stallone, 1976 y 1979)

POR EL FETT

No creo que quepa ninguna duda del significado de “Rocky” para el cine, la cultura y la sociedad americana, el perfecto arquetipo del inmigrante victorioso dentro del “american way of life”, un paria imperfecto y oprimido por la mafia que encuentra en el deporte el vehículo ideal pata gozar de los privilegios del nuevo mundo. El guion de Sylvester Stallone es sencillo, romántico, real e identificable al ser un retrato fiel de su problemática, siendo su actuación la perfecta adhesión, la música un gnial ingrediente y la dirección de Avildsen el complemento perfecto para crear variadas secuencias que han pasado a ser parte de la cultura pop, junto con un clímax de lo más emotivo y catártico. La segunda parte sería una torpe repetición, pero Stallone conservaría al menos el registro actoral de su primera, y previo al circo que se desataría desde su tercera parte.

 

Sleepless in Seattle (Nora Ephron, 1993)

Por CLEMENTINE

Annie Reed (Ryan) está próxima a casarse, pero tras escuchar en la radio la enternecedora historia de un niño y su padre viudo, se obsesiona con ellos y decide ir a buscarlos hasta Seattle, haciendo que olvide sus deseos de matrimonio con su actual pareja, y regalándonos una tierna (y utópica) historia de amor al más puro estilo de An affair to remember. El personaje de Tom Hanks, un arquitecto deprimido por la muerte de su esposa, es realmente tierno y hace que lo ames desde el inicio; ayuda mucho también la química que tiene con la adorable Meg, ya que incluso repitieron en You’ve Got mail también dirigida por Ephron, aunque no tuvo el mismo éxito ni impacto que esta primera colaboración juntos.

 

Snowpiercer (Joon-ho, 2013)

Por EL FETT

El ensayo sociodemográfico sobre el origen y el ciclo capitalista que propone Bong Joon-ho es invaluable, al grado de que no dudaría que alguno que otro político tuviera una copia guardada en la gaveta de su escritorio. Repleta de simbolismos y de una producción artística impresionante, los actores (la sociedad) deberán permanecer unidimensionales ante el verdadero protagonista: un tren de motor infinito donde los supervivientes de la tierra viven bajo un régimen que controla la segmentación socioeconómica, separando por clases (vagones) las oportunidades, cultura y educación de cada  estructura, algo así como la realidad, pero bajo los estándares de la SF y con una increíble tensión impuesta por Joon-ho.

 

Sunset Blvd. (Wilder, 1950)

POR EL FETT

Sobre Holden, Billy Wilder mencionó: “el actor ideal para cualquier película”. Aseveración al menos cierta a la hora de referirnos a su obra. Nuevamente estamos ante una espiral de auto destrucción artística, en definitiva objeto principal del estudio de su estilo y en donde Holden funge como esa pieza “discrepante” al encarnar nuevamente a ese adorable gañan (de tintes cómicos), cómodo en un primer plano, y que ve su suerte cambiar de manera progresiva frente a una ola dramática tan compleja como trágica. Así pues, dicho y accidental protagonista funge como el escalón o “banquito” para que en esta ocasión Swanson pise y se suba sobre él (analogía y recurso muy recurrente en su filmografía), dando como resultado uno de los mayores símbolos fílmicos de Hollywood.

 

The Apartment (Wilder, 1960)

POR EL FETT

Hermoso ejercicio fílmico que tal vez nos revele el punto más alto de la tragicomedia romántica (y en un segundo plano siendo un accidental clásico navideño). Dos almas desdichadas y solitarias, con sombras y luces personales y entrelazadas de manera irónica, consagraron el doble arquetipo cínico y cautivador de Wilder, forjando una joyita de poderosa influencia para la comedia y el romance. Wilder construye así un guion centrado en los aspectos humanos: debilidades, vicios, infidelidades y secretos, que al final son vencidos por la conexión amorosa y la soberbia química actoral entre Lemmon y MacLaine, los cuáles junto con su director procrean un ritmo, momentos y diálogos entrañables, que ven su clímax en su mítica y bella, muy bella escena final.

 

The Godfather Part. II (Coppola, 1974)

POR EL FETT

Ya en este punto uno podría poner el lugar tres en el uno, el dos en el tres o el dos en el primero ¡no importa! El nivel desplegado es sencillamente catedrático. Tomemos por ahora el ejemplo del segundo episodio de su epopeya mafiosa (cinta que será la de mayor influencia en el género por encima de su primera parte), donde Coppola sabe de nuevo impactar al dividir su relato en dos líneas temporales para que la del pasado cumpla dos objetivos: el primero, auto ensalzar el primer episodio a través de la estructuración de su Vito Corleone; el segundo, estructurar a sus hijos, con un clímax y escena final tan devastadoras como emotivas. Pacino logra consolidarse como el villano de los villanos, mientras Coppola firma desde aquí su entrada a las ligas mayores.

 

The Gold Rush (Chaplin, 1925)

POR EL FETT

¿Alguien se ha preguntado porque Charlot celebra la cena en el día de acción de gracias y la fiesta en el año nuevo saltándose la de navidad? Un dato curioso y sin explicación narrativa que sugiere que Chaplin simplemente planteó dicha época de manera astuta colando elementos (como el árbol de navidad), y que nos sitúan durante su clímax dramático – romántico en este lapsus de tiempo ¿Será que la percepción de la soledad en dicha fecha para el americano es más triste e intensa que durante las otras dos festividades? Como sea el caso, Chaplin era un genio capaz de trasladar al espectador del humor a la depresión en cuestión de segundos, en lo que significa una oda a la Gran depresión, al hambre, a la soledad, pero también a la esperanza, a una feliz esperanza

 

The Green Knight (David Lowery, 2021)

POR URIEL SALVADOR

David Lowery plasma el relato original en una atmósfera medieval que permite que el espectador descubra un mundo nuevo que readapta las raíces fantásticas de su mitología. A través de las pruebas que debe enfrentarse, el caballero (un correcto Dev Patel) se cuestiona su moral, exponiendo sus defectos y entendiendo que sólo alcanzará el honor y la virtud cuando renuncie a todo lo que tiene. Su ambientación hace alusión a la hospitalidad, el intercambio de regalos, a aquellos que están pasando por un momento muy difícil para disfrutar la Navidad e incluso un recordatorio de comenzar a adelantar los planes para el siguiente año.

 

The Holdovers (Payne, 2023)

POR EL FETT

Payne retorna a su nivel narrativo al crear un clásico instantáneo navideño a partir de un triángulo psicológico y emocional complejo, donde más allá de estudiar la interacción entre estos, explora nuevamente los confines y las profundidades de la depresión en distintas personas, edades y situaciones, pero con un factor común: La navidad. Y es que esta fecha para algunos podría ser un detonante de felicidad, paz y acompañamiento, mientras que para otros pudiera ser todo lo contrario, un activador de nostalgia y de este trastorno que el cineasta es experto en retratar, y que en esta ocasión expondrá dentro de su parte más humana y fraternal, a través del forjamiento de una adorable y accidental familia.

 

The Holiday (Nancy Meyers, 2006)

En esta temporada de fiestas para mí no hay nada más reconfortante al estar en casa que una buena chick flick, y qué mejor opción para esto que una mezcla de romanticismo, drama, navidad con un toque de comedia como lo es The Holiday. Con la dirección de Nancy Meyers, cuenta la historia de Iris y Amanda, un par de chicas con el corazón roto que buscan remediarlo con una aventura navideña switcheando hogares, dónde conocerán la soledad, nuevas personas, vivirán en los zapatos de alguien más y reencontrarán el amor. Protagonizada por Cameron Díaz, Kate Winslet, Jude Law y un adorable Jack Black, es una opción perfecta para quedarse en la cama hecho taquito, disfrutando de un chocolate caliente y comiendo cosas engordadoras

 

The Hudsucker Proxy (Coen, 1994)

POR EL FETT

Sátira corporativa que desborda originalidad y una terrorífica y vigente realidad burocrática. Una de las piezas más ágiles de los Coen, pero también más olvidadas, su valor radica en recrear dos panoramas muy distintos entre sí, pero unidos bajo el mismo concepto del consumismo; dentro de la empresa, plantean una  ambientación surrealista, jugando incluso con la ficción entre la corrupción capitalista y el sueño de un ingenuo nuevo inventor, mientras que afuera, representan una sociedad tétricamente consumidora. Los resultados de esa combinación desembocan en una de las secuencias más hilarantes de su filmografía, develando el misterio de aquel maldito y misterioso círculo dibujado en un papel y que se presume como el invento del siglo.

 

The Party (Edwards, 1968)

POR EL FETT

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La historia es tan boba como brillante: un actor hindú que figura como extra es invitado accidentalmente a una fiesta privada donde la crema y nata de la industria fílmica se codea. Lo maravilloso aquí es, además de Sellers, la naturalidad de la atmósfera creada por Blake Edwards, donde un inadaptado y torpe personaje se ve dentro de una situación totalmente ajena a su cultura y estatus social, y que bajo el tono humorístico alcanza incluso secuencias de “suspenso cómico”. Una experiencia gratificante  e ingeniosa que sirve para dos cometidos: hacer que el espectador se orine de risa y fungir como una sátira social hacia la división de estratos y culturas. Sin duda la mejor colaboración de la dupla y que ha sufrido desconocimiento debido a su falta de comercialidad.

 

The Poseidon Adventure (Ronald Neame, 1972) 

POR EDGAR DEL VALLE

Cinta sobre un lujoso trasatlántico que navega de Estados Unidos a Europa, y que debido a una fuerte tormenta una enorme ola transforma el placentero viaje en una catástrofe que puede acabar con la vida de todos los pasajeros. Infravalorada aventura que en su tiempo irrumpió tal y como su gigante ola, en un ejemplo de cómo revivir el cine de catástrofes con buena producción, buen ritmo, una duración adecuada y por supuesto el dramatismo actoral necesario para darle credibilidad a la odisea de supervivencia que atraviesa una tripulación. Sobresale las actuaciones de Shelley Winters, Gene Hackman y Ernest Borgnine, que incluso le valió a la cinta algunas nominaciones al Oscar y el Globo de oro.

 

The Shining (Kubrick, 1980)

POR EL FETT

The Shining - Stanley Kubrick (póster)La deslealtad a su fuente original procrearía una de las más finas piezas de género, dejando en claro que Kubrick fue tal vez el mejor adaptador literario – fílmico en la historia, dándole un sentido realista a la propia definición “adaptación”, al trabajar la fuente en pro del lenguaje cinematográfico y no viceversa. Muchos se limitan en catalogarla como una cinta de terror, pero esto es insuficiente para explicar su propuesta. La obra sería una  exhibición de horror psicológico fundamentado sobre lo surrealista, con elementos tan inquietantes que no se encasillan en causar la natural exposición del “susto”, sino que expone un miedo a lo desconocido, a lo grotesco y lo tétrico en un loop paranormal que busca el origen de la maldad a partir de la soledad y desesperanza.

 

The Substance (Coralie Fargeat, 2024)

POR EL FETT

The Substance acaba de ganar hace nada el premio ‘Midnight Madness’ en el Festival de Toronto y de guion en Cannes, pero lo más importante es que quizá esté a un paso de aprobación para convertirse en una obra de culto del body horror. A pesar de que Coralie Fargeat se le desmantela la narrativa hacía el último acto, la solidez de su planteamiento crítico y metafórico hacía el star system y la perpetuidad de la belleza, ofrecen un asomo tan cruento como revelador (y visualmente abrumador) sobre la presión en mantener la “juventud eterna” en un espectáculo donde es prohibida la caducidad. Excelente aporte de la directora francesa que conlleva también la revitalización que necesitaba Demi Moore en su carrera

 

The Worst Person in the World (Joachim Trier, 2021)

POR URIEL SALVADOR

En su incapacidad (o necedad) por desechar momentos irrelevantes, Joachim Trier vuelve a esta historia episódica, redundante, cursi y por momentos lenta, ocasionando que su desarrollo se sienta inconexo e inorgánico. Aun así, se sostiene en la actuación de Renate Reinsve, que expone muy naturalmente una gama de emociones ricamente variada sobre las decisiones que tomamos, la frustración por no avanzar en la vida llegada cierta edad, la banalidad de las convenciones sociales establecidas y la poca valoración hacia las relaciones amorosas. Un retrato dolorosamente humano y honesto de una generación rendida a la depresión, sin identidad ni propósito en la vida.

 

Tick tick boom (Lin-Manuel Miranda, 2021)

POR EL CINE ACTUARIO

A pesar de que  Lin Manuel Miranda se esfuerza en arruinar a esta adaptación con un caótico en ritmo, el filme se termina salvando por dos razones; el material original es tan sólido que demuestra que Jonathan Larson (Rent) era un genio para los musicales (aún fallecido le termina sosteniendo la mitad de la película a Miranda), y la actuación de Andrew Garfield, quien encarna al mismo autor y carga con toda la película siendo el hilo conductor y empático de un drama biográfico musical de la crisis de los 30, que al final es una reflexión simple pero efectiva del famoso “Nunca es tarde “. Producto decente que con un mejor director hubiera (quizá) sido una joya.

 

Trading Places (John Landis, 1983)

POR FLACO CACHUBI

El intercambio de roles entre un millonario blanco y un vago afroamericano provocado por una apuesta entre dos ancianos quienes debaten acerca de la predisposición génetica y la educación, da como resultado una comedia muy al estilo de las realizadas en Hollywood durante la década de los 40, tanto así que la aparición de Don Ameche no parece ser una mera casualidad y, junto a Ralph Bellamy, completa un excelente reparto encabezado por Dan Aykroyd, Jamie Lee Curtis y un Eddie Murphy en su primer rol cien por ciento cómico. Años más tarde, John Landis dirigiría de nuevo a Eddie Murphy en Un príncipe en Nueva York, cinta que también alcanzaría el culto gracias a la mancuerna

 

We Live in Time (John Crowley, 2024)

Por Ale Vega

Por supuesto que la trama de suena a filmes que hemos visto antes, pero hay que concederle un par de aciertos que la hacen ponerse un escalón por encima. El primero, Andrew Garfield y Florence Pugh proyectan juntos una química deleitable que fluye sin ser forzada, sacando provecho de cada escena que construye la historia. El segundo es que John Crowley y la editora Justine Wright reúnen un mosaico de momentos que brincan del pasado al futuro constantemente, transitando las tristezas, las risas, las elecciones y los enojos. Si bien podríamos señalarle cuestiones menores, como su insistencia en priorizar la familia tradicional, es garantía de que tocará varios corazones.

 

When Harry Meet Sally (Rob Reiner, 1989)

POR EL FETT

Una inolvidable comedia romántica que con ocurrencia y agudeza en los diálogos y situaciones, explora los quehaceres del amor y el desamor con singular naturalidad. Espontánea y cautivadora, la combinación de la alguna vez llamada “Reina de la comedia romántica” Meg Ryan, y el carisma que que derramaba la espontaneidad de Billy Crystall, dieron como resultado una atrevida, familiar y honesta apuesta que si bien se internaba dentro de los estándares de su industria, también salía de paseo fuera de lo moralmente aceptado para tocar algunas fibras sensibles dentro de las relaciones humanas con conversaciones y situaciones que desembocaron en un par de secuencias ya legendarias (la del orgasmo en el restaurante es bestial).

 

While You Were Sleeping (Jon Turteltaub, 1995)

POR JOSE ROBERTO ORTEGA

Dos cosas resultan interesantes: la primera es la premisa, que se aleja del típico relato de las comedias románticas. La protagonista es una taquillera quien vive enamorada de un joven ejecutivo que ve todos los días cuando este toma el tren. Pero lejos de la simple trama en que ambos se enamoran, la película va complicándose de forma interesante, ya que él queda en coma y ella es confundida como su prometida, mentira que se perpetúa para no lastimar a la familia, mientras que poco a poco va enamorándose del hermano del amado en coma. La segunda, es que a pesar de estar repleta de clichés, de alguna forma funciona y se siente fresca, principalmente por su magnífico reparto.

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