Las 9 Películas de Quentin Tarantino, de la peor a la mejor

La crítica, la audiencia, los festivales, sus detractores y hasta algunos de sus seguidores divididos, no cabe duda que Quentin Tarantino sabe llamar la atención de la comunidad fílmica en cada una de sus cintas, y en especial con Once Upon a Time in Hollywood, confirmando a la par un estilo que para bien o para mal, para enemigos o fanáticos del fetichista de pies,  ha quedado enmarcado como una de las patentes más influyentes, pero también más influenciadas en la historia del séptimo arte.

Ya lo he dicho con anterioridad, para mi Tarantino no es un copiador, sino un rico parafraseador, un adaptador narrativo y estético de la épica, del western y del estilo oriental que con sus extravagantes movimientos de cámara ha revivido las viejas glorias de estos géneros y/o tópicos de cierta manera dejados atrás por las dos últimas generaciones. Excesivo es cierto, el excéntrico autor ha hecho tan grandes piezas como rotundos fracasos, pero en ambos casos siempre respetando un estilo sumido en la distinción de los detalles gráficos y en la teatralidad de sus diálogos, que se traducen en secuencias aletargadas donde la mesa, la barra de un bar, el automóvil o hasta las mecedoras se convierten en acompañantes protagónicos de los de carne y hueso, los cuáles en muchas ocasiones han visto a través de Tarantino encausar sus mejores actuaciones y/o incluso hasta ver sus carreras renacer.

Obviamente y sujeto a esta dualidad “de influencias” y a dichos excesos, dicho estilo en ocasiones funciona y en otras todo lo contrario, denotando también lo que en últimos años ha sido un narrador intermitente, ciertamente presuntuoso y sumido más en redundar su estilo en lugar de mejorarlo, evolucionarlo.

Pero ¿Y en todo esta odisea donde se posicionará su fábula más reciente? A una película de firmar el final de su trayectoria ¿Cómo podríamos evaluar a este símbolo cinematográfico dual? De Reservoir Dogs y Pulp Fiction como un narrador hambriento y pasional, hasta sus últimos western y cuentos como un autor con mayores vicios pero con la misma pasión, revisemos de la peor a la mejor película de Quentin Tarantino.

Nota: Estrictamente son 11 las cintas de Tarantino, contando su primera My Best Friend’s Birthday (que no tomaremos en cuenta), las dos partes de Kill Bill (que tomaremos como un solo proyecto) y Death Proof, que algunos solo consideran una participación especial del proyecto Grindhouse junto con Robert Rodríguez, pero que si tomaremos en consideración.

 

La peor: The Hateful Eight (2015)

Una tortura narrativa y claustrofóbica que engloba  toda la teatralidad de su autor, y es que con esta ruin y aburrida obra tal vez estemos hablando que Tarantino es el peor director de westerns más influenciado por el western ¿Irónico no es así? Pues aunque los elementos del espagueti siempre han estado presentes en su trabajo, mientras más se adentra en ellos las cosas tienden a empeorar. Obviamente este excesivo y hasta enfermizo esfuerzo por llamar la atención se extiende hasta el inaguantable histrionismo actoral, exacerbando las de por si explosivas personalidades de Samuel L. Jackson o Kurt Russell. Ni siquiera sus dos armas clásicas (narrador voz off y giro de tuerca híper violento) hacía su clímax lo salvan de ahogarse en este salvaje detrito.

 

El chiste: Death Proof (2007)

Tomando en cuenta que esta es una parodia serie b, en realidad su 1a parte es incluso sobresaliente, revitalizando la figura del asesino motorizado de los 80 (The Hitcher la mayor referencia) con un brillante Russell envuelto en una ráfaga de erotismo y buena música; un depredador que Tarantino es capaz de estructurar gracias a que sus estáticos trucos de dialecto funcionan a la perfección. El problema viene después, pues aunque es más que claro que el feminismo necesita tomar venganza y ser redimido, es en la forma de plantearlo, totalmente contrario a su primer acto, donde esta broma termina por ser más ridícula de hasta como originalmente se vendía. Rodríguez sacó la mejor parte.

 

El tropiezo: Jackie Brown (1997)

Aunque por momentos (más actorales que directivos) es muy efectiva, aquí se comenzaba a vislumbrar el Tarantino post “Bastardos”, ese en el que un metraje innecesario y construido a base de largas conversaciones que no llegan a ningún puerto (o son ajenas a la sustancialidad de la trama) comenzaban a tragarse lo que en teoría es un buen argumento, solo que mal encausado. Aun así también Jackie Brown comienza a dar destellos de la otra virtud del autor, la del montador y diseñador de atmósferas, exactamente puestas como un “relief” ante esos aletargados y estáticos ejercicios orales que proveen disfuncionalidad a una trama que, de haber contado con 30 o 40 minutos menos, quizá estaríamos hablando de otro clásico al nivel de sus dos predecesoras.

 

La dual: Django Unchained (2012)

Quizá el más doloroso desperdicio de historia en su carrera, de nuevo la extensión excesiva del relato aquí encausa un error de mayores daños y consecuencias, y ese es el que Django solo funja como protagonista en el título de la película y no en todo el desarrollo de la trama. Este vicio de duración es notorio cuando Tarantino aniquila de manera entrañable a su ying y a su yang, a su verdadero héroe y su villano, dejando en medio a un personaje antihéroe poco creíble y más presuntuoso que el mismo director, el cual pretende tener no uno, ni dos, sino hasta 3 clímax justificando su inmaduro comportamiento narrativo en lo “salvaje” ¿De verdad alguien se acuerda de Django sobre DiCaprio y Waltz? Aun así el primer acto y el villano son memorables.

 

La fábula: Once Upon a Time in Hollywood (2019)

En la delgada línea, no cabe duda que esta fábula referencial de géneros y épocas en su estado negativo cuenta con el pecado original de la lentitud, y es que no importa que sean 2 o 3 horas de duración (importan un carajo los centennials menores de 20 que tienen la vejiga chica), sino el que haces con el tiempo que se te da, entre afiches y pasajes innecesarios y una sobre estructuración que luce notoriamente sobrada en el caso de sus dos protagonistas. Pero ojo con la parte positiva, que Tarantino intima con cada detalle para quizá ofrecer el mejor final de su carrera, en un clímax y giro de tuerca que podría ser catalogado hasta como “bello”, “tierno” y gore. No cabe duda que esta película mejora en el pensamiento cada día, pero no así en el plano fílmico.

 

Los homenajes: Kill Bill (2003 y 2004)

La división de este cuento 100% referencial y de alto entretenimiento (de calidad) va más allá de la adecuación en su duración, pues en realidad son dos películas totalmente distintas tanto en tono como en desarrollo: la primera en el molde cliché de la venganza bajo el bagaje épico de la acción oriental y el cine de samuráis; la segunda en el natural encause del western bajo un tratamiento más dramático y por supuesto, un hilo argumental incluso dentro del subgénero del “superhéroe”. Propositivamente excesiva y construida como un bello homenaje, la ironía aquí es que Kill Bill quizá cuente con los dialectos largos más sustanciales de su filmografía, con el plus de que la narración aquí si es también protagonista, y no un elemento ajeno y disfuncional.

 

La Landa: Inglourious Basterds (2009)

A diferencia de Django y quizá hasta de manera accidental, Tarantino revoluciona la imagen del antihéroe desde la primera reproducción actoral del estilo de Waltz, un histrión encasillado en su propia personalidad que de manera única e inhóspita se carga con sutil grandeza todo el protagónico de lo que es más que un drama de guerra, una comedia de ficción divertidísima y por momentos hilarante. Así mismo para equilibrar la naturaleza bélica de su relato, el autor alcanza picos de suspenso soberbios usando con mayor ahínco sus recurrentes mesas, principalmente en la escena introductoria y en la fastuosa secuencia del bar. A pesar de que dicha genialidad se desinfla hacía su final, Tarantino consigue firmar una gran ironía fílmica.

 

La perra: Reservoir Dogs (1992)

En lo que muchos creen como su debut oficial, Tarantino instituyó su dialecto a partir de una filosófica charla entre gánsteres, tan natural como explícita, que pareciera por momentos que el gran ensamble actoral se encuentra en permanente improvisación. Así pues su mayor cinta de autor se define gracias a la estructuración de dichas personalidades y no a su conflicto, el cual queda como un genial macguffin implícito en toda la trama que aporta mayor complejidad a lo que en realidad es una historia sobre la camaradería y la traición, sobre la humanización y deshumanización. Perfectamente cohesionada y lógica en todo rubro, sentido y personaje, el guion es una perra chulada.

 

La joya: Pulp Fiction (1994)

¿Qué hace que Pulp Fiction sea tan superior a todas sus demás películas? ¿Qué tienen estos “Tiempos Violentos” que solo son superados por lo que hizo Coppola en los 70 y Scorsese solo 4 años antes? Sencillo, y volvemos a la ironía que parece bañar toda su filmografía, y es que a pesar de conservar toda su identidad artística, esta joya es en donde Tarantino menos respeta su estática, asumiendo el movimiento; sus dialectos y conversaciones están ahí, sus mesas y demás elementos así como también su siniestro y negro humor, sin embargo esta gran fábula gansteril brilla como el oro de su maletín macguffin gracias a que Tarantino no se respeta y sale valiente y airoso de su zona de confort. Todo en perfecta armonía y conexión, hasta sus fetiches lucen grandiosos.

 

 

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Acerca del autor

El Fett   @El_Fett   cinescopia.com

El más realista y cabrón crítico de cine que pueda existir. Ente sin misericordia que tiene el halago de transmitir a los mortales su sentir y sabiduría en el mejor recinto sobre el séptimo arte. Cinéfilo de corazón y crítico crudo por vocación. Alter ego del Licenciado en mercadotecnia y RRPP Oscar M Rodríguez (FB) Sigueme en twitter @El_Fett


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