Limbo: Un perturbador thriller mocha manos
Salida de las entrañas de Sitges y proveniente de Hong Kong, el director Soi Cheang logra traspasar su frontera para presentarnos Limbo, un thriller policíaco que se posiciona como una de las mejores y mayores sorpresas del 2021 gracias particularmente al logrado equilibrio narrativo y visual que no solo sabe combinar la violencia del cine oriental con varios valores del noir americano, sino también a su excesiva estética con una poderosa fotografía blanco y negro que hace a este film un exquisito manjar de dos culturas.
Un paso para la madurez narrativa de Cheang; aunque el film comienza de una manera lenta y desde el tema de montaje un poco inconexa, sobre este lienzo se va dibujando y desarrollando la naturaleza trágica de su protagonista, un detective completamente desapegado de la humanidad a raíz de una tragedia familiar, la cual conectará a nivel personal y emocional con la cacería de un brutal asesino serial de mujeres con cierta afición hacía con cercenar las manos de sus víctimas.
Es en la construcción de nuestro antihéroe donde descansa el principal valor de este thriller y de donde emanan las acciones y reacciones de los demás personajes, una astuta línea que Cheang sigue para asimilar esto a los arquetipos del detective noir – americano, pero con la gran diferencia de estar desarrollado desde una perspectiva más gráfica, violenta y por supuesto con mayor acción, dadas las tablas y currículo previo del cineasta.
Por el otro lado nos encontramos con los dos elementos heroicos del relato. Si bien la “pareja detective” resulta ser un cliché bastante fortuito e incluso en variados episodios metido con calzador (la mayoría del tiempo este personaje no aporta nada a la trama más que el ser un “deus ex machina” para salvar torpemente de un peligro a los demás), es en la ahora deconstrucción de la típica “femme fatale” donde el narrador encuentra su punto más fuerte, encausando una complejidad física y emocional que aborda culpa, fortaleza y redención sin que esta última se sienta condescendiente (sino todo lo contrario, ya lo notarán).
Así mismo el siniestro villano y asesino es sencillamente perturbador. La fotografía y los diseños de sets juegan un especial rol en este plano, pues lo sombrío de su modus operandi se refleja en tétrico entorno y en esa oscuridad que prácticamente “baña” una tercera parte del metraje. El antagonista se convierte en el ente protagónico en el último lapsus, no solo proveyendo al relato de una tensión constante, sino también estableciendo su perfecta contraparte antagónica al ser también un monstruo desapegado de esa humanidad a raíz de una tragedia jamás contada, pero que el director hábil y sutilmente establece como de índole materno filial e incluso religioso bajo ciertos simbolismos.
Por último es de elogiar que la acción es soberbiamente incrustada en el tono y estilo de narración, teniendo tres secuencias trepidantes (y de alta violencia gráfica y excelencia coreográfica) que se ven coronadas por un clímax si bien un poco aletargado, que cumple su cometido al tenerte al borde del asiento. Una pelea final que se ve embelesada con el simbolismo de la lluvia (el entorno natural en el cine oriental, de nuevo jugando un rol importante en la narrativa), misma que lavará tanto la maldad de unos(as) como las culpas y las tragedias de otros, siempre bajo el tono deshumanizado y sin ningún atisbo de bondad o concesiones.
Un excelente ejercicio. Un thriller potente, sangriento, con ciertos rasgos de cine negro y un asesino serial perturbador. Quizá la pareja “detectiveza” no funcione como debiera, pero la naturaleza trágica del protagonista y su entorno, búsqueda y duelo la hacen una imperdible de 2021.
Como extra, Limbo también tiene un par de los mejores carteles de este 2021. Hay que verla.