Logan Lucky: Una aburrida estafa maestra
En un lejano 2001 y tras consolidarse como una de las promesas directivas del nuevo milenio, Steven Soderbergh dirige el remake de Ocean’s Eleven, una gran pieza de entretenimiento y en general una de los mejores ejemplos del cine “de estafas”. Si bien considero que a Soderbergh no se le dio el crédito que merecía en aquellos tiempos, varios factores influyeron para que de esta pieza emanaran una serie de secuelas y/o ejercicios similares que lo fueron encasillando dentro de este tópico, entre ellos el magnífico ensamble actoral que desbordaba carisma, química y un humor brillante en pantalla.
Traigo dicho bagaje a consideración para poder equiparar aquella infravalorada cinta con el caso actual: Logan Lucky, otra cuento de estafas escrita por la novata Rebecca Blunt en donde tres hermanos deciden con un poco de ayuda llevar a cabo un robo maestro a la taquilla de la serie Nascar, y en donde Soderbergh no solo se obvia cansado, reciclado y necio en utilizar sus mismos trucos narrativos, sino también para su irónica desgracia lucir ahora inflado por una crítica americana que le compensa con un crédito que no se merece.
Varios son los problemas de Logan Lucky y comenzaré el más obvio: su casting, y es que Channing Tatum, Adam Driver, Daniel Craig, Riley Keough, Katie Holmes, Seth MacFarlane, Sebastian Stan, Macon Blair, Hilary Swank y algún otro par de inútiles tienen menos química entre sí que Pattinson y Stewart en Twilight, sometidos también a un humor y diálogos bobos que nunca logran encajar en el relato y mucho menos con el tono robótico que Soderbegh suele imprimir a sus actores desde aquella primera Ocean’s ¿La gran diferencia? Que aquí no encontramos la desfachatez, presencia y chispa de Matt Damon, Brad Pitt, George Clooney, Casey Affleck y compañía.
El segundo gran problema agrava al mencionado rubro histriónico, y es que la novata guionista entre tanta paja narrativa solo decidió otorgar cierta estructuración al par de hermanos protagonistas, dejando en un relieve plano a su otra amalgama de personajes, algunos de ellos incluso con una participación muy forzada. Aquí radica quizá la decepción más grande del film, pues tratándose de un grupo “pintoresco” de ladrones lo menos que uno espera es sentir afecto, simpatía o empatía por ellos, tres elementos ausentes en el tratamiento y que normalmente son la base del éxito en este tipo de historias.
Sin embargo el libreto tiene algunas bondades, y quizá fue en ellas en las que se fijó Soderbergh para apadrinar a Blunt. Aunque hay un par de huecos dentro de este “plan maestro” (el piloto de Nascar interpretado por Sebastian Stan el mayor de ellos), la guionista es capaz de encausar una lógica progresiva que embona a la perfección con el estilo del director, el cual tal y como su manual lo indica, dejará entrever solo pistas antes, durante y después del atraco para consecuentemente mostrar el costumbrista gran truco, aquel donde todo y nada fue lo que parece ayudado de nuevo por un sobrio montaje y una excelente selección musical, un factor típico en la obra de Soderbergh y ahora en la filmografía del 2017, donde en definitiva que hay mejores soundtracks que películas.
Por desgracia el buen intencionado guion recibe un notorio castigo de quien menos se esperaba (y más sin consideramos que parece haber sido escrito solo para él), Steven Soderbergh, y es que en general su ritmo se torna cansado gracias a la unión de todos los factores mencionados: la previsibilidad de su argumento, la auto repetición de varios elementos, el mal casting y dirección de actores y finalmente un desarrollo que proyecta una dirección paupérrima que hacen que el mejor calificativo para esta cinta sea el de “aburrida”. Lamentablemente Soderbergh no logra interesar en ninguno de los 3 actos: ni en su sobrado y largo planteamiento, ni en su fugaz y ajeno de suspenso atraco y mucho menos en su giro final aderezado por un medianamente emotivo rollo paternal.
En conclusión, la elegancia del director se encuentra implícita pero hay algo que no la deja carburar: actores, ciertos huecos argumentales y un truco ya visto, Logan Lucky como su sinopsis lo indica, es una estafa fílmica que carece de toda la chispa de un Steven que nos sorprendió a finales de los 90’s y principios de la década cero. Ni su soundtrack, ni su emotividad paternal, ni el aceleramiento de su trama y giro hacia el final salvan una película por demás mediocre que en entre sus mayores pecados se encuentra el desaprovechamiento de momentos y personajes ¿Es en serio lo de Hillary Swank y Macon Blair? ¿Qué mierda con el personaje de Sebastian Stan y el de Seth MacFarlane? ¿¡Que coño hiciste Steven Soderbergh!?
En lo personal una terrible decepción al notar que el cineasta dejó ir un guion con mucho potencial. Véanla sin muchas expectativas.