Ma Rainey’s Black Bottom: El epílogo de Chadwick Boseman

Lo de siempre pero bien ejecutado, Ma Rainey’s Black Bottom es otro de esos discursos raciales que se sostiene gracias a tres factores, uno de ellos resultado de una mediación trágica, pero los primeros dos siempre presentes al menos en relatos de esta índole: la excelente capacidad histriónica de sus inmiscuidos, y el constante diálogo sobre la opresión racial histórica hacia la raza afroamericana por parte de los Estados Unidos

Producida por Denzel Washington, esta es una adaptación de la obra de teatro homónima de August Wilson, del cual el mismo Denzel ya había echado mano con la intensa pero al final mezquina, Fences, de hace cuatro años. Fiel a la naturaleza de los relatos de Wilson, centrados en dos o tres variaciones de una misma locación o set, así como también en una serie de diálogos que de manera un poco artificiosa ponen de relieve las dificultados sociales – laborales y personales de la raza afroamericana durante “cierta época”, uno de los valores agregados de este film es la dirección de George C. Wolfe, cineasta eficiente pero de marca Hallmark, que logra convertir el teatro en cine (lo que no pudo Denzel con Fences) al establecer un excelente tono y ritmo narrativo a esta historia que transcurre en un solo escenario en 85 de sus 90 ágiles minutos: un estudio de grabación.

A diferencia de Fences, Ma Rainey’s Black Bottom adquiere un sentido más “fílmico” al contar con la figura de Ma Rainey, la madre del Blues, símbolo contracultural y musical imprescindible para la comprensión y evolución del género al adaptar su naturaleza africana a los sonidos americanos. Ustedes creerán entonces que estamos ante una biopic, pero dicha afirmación se aleja demasiado de lo que vemos en pantalla, siendo Ma Rainey una especie de elemento mcguffin que encausa el principal motif del film: el clasismo y el racismo, y de cierta manera el concepto de “la hipocresía” dentro del trato bilateral entre el blanco y el negro, obviamente viéndose este último afectado por su trágica posición.

Aquí resalta entonces el personaje de Chadwick Boseman, un ficticio trompetista que en realidad carga con el protagónico del film. La historia de este personaje se contrapone hacía con el de Ma Rainey, creando dos vertientes ante una misma circunstancia o entorno. La posición es diferente, siendo la madre del blues una consagrada diva, polémica y encima homosexual (una dura posición para la época), mientras que su trompetista es un innovador paria de la música que solo busca subsistir a pesar de la opresión del blanco, de su pasado y de la misma Ma Rainey.

Obviamente el trágico fallecimiento de Boseman incrementa la atención hacía su papel, pero sin duda el talento del actor no necesitaba de “su muerte” para dejarnos en claro que este 2020 había significado una maduración importante para su carrera, que en otro universo alterno lo hubiera posicionado como una de las promesas afroamericanas en Hollywood. Una lástima. Por otro lado Viola Davis, a pesar de siempre interpretar el mismo papel con los mismos gestos, muecas y amaneres, consigue de Ma Rainey una figura tan odiosa como compleja, “justificada” en cierta parte por su posición e ideología y siempre a la defensiva del trato “blanco”.

Todo bien hasta este punto, incluso los actores de soporte, principalmente la banda de Ma Rainey y su interacción hacía con Boseman destacan gracias a su química y veteranía, surtiendo los mejores momentos dramáticos y de tensión en aquel cuarto de ensayo, sumido en su simbolista sótano. La ambientación y las secuencias musicales son también de una delicia y provistas de una potencia dramática exquisita.

Sin embargo y lo que siempre será discutible en estos fieles retratos de telón hacía el cine: los monólogos de nuevo recrean una sobreexplotación del discurso y/o de la estructura de sus personajes, creando un registro en ocasiones no acorde al ritmo fílmico y que al final se contrapone con el ágil desarrollo propuesto por su director. La película sale avante, pero siempre con ese freno adaptativo que por su propia naturaleza no la deja crecer o ser más, cayendo en redundante diálogos y momentos y amparándose en su ya mencionada y excelente capacidad histriónica. No hay para más.

Una excelente y digna despedida para Boseman (la película es dedicada a su memoria), esto y su motiva actuación en Da 5 Bloods le debería ajustar de manera justa para alcanzar nominaciones al Oscar ¿y quién sabe? También ganarlos. Ma Rainey’s Black Bottom pues no es una biopic, sino un loable y trágico retrato sobre el despertar creativo, cultural y artístico de la raza afroamericana ante la opresión blanca de la industria musical, un reflejo de su propia sociedad

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Acerca del autor

El Fett   @El_Fett   cinescopia.com

El más realista y cabrón crítico de cine que pueda existir. Ente sin misericordia que tiene el halago de transmitir a los mortales su sentir y sabiduría en el mejor recinto sobre el séptimo arte. Cinéfilo de corazón y crítico crudo por vocación. Alter ego del Licenciado en mercadotecnia y RRPP Oscar M Rodríguez (FB) Sigueme en twitter @El_Fett


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