Manchester by the Sea: La profundidad de un Iceberg

El drama es un género que en el cine por lo general se concibe como una plataforma para desarrollar temas relacionales, amorosos, personales o familiares sin el riesgo de adentrarse o encausar un sobresalto en el espectador. De ahí a que el crítico o el espectador muchas veces pronuncie la frase “un drama sobrio” o “solvente” dadas las limitaciones del mismo. Por ejemplo, teniendo en cuenta a este año, los dramas nominados al Oscar como Mejor Película: Fences, Hidden Figures, Lion e incluso Moonlight, manejan una narrativa previsible de las que las últimas dos resaltan por el atractivo de su historia, desarrollo y actuaciones, pero aún así comparten el destino de todas quedando simplemente en la buena evaluación hacia los ojos de lo convencional o lo “normal”

Que quede asentado que, dentro del género mas prolífico y con mayor número de producciones a nivel internacional, se multiplica entonces por lógica el objetivo tanto de sobresalir como de arriesgarse. En este medio atestado muy pocas cintas cumplen el cometido no solo de llenar emocionalmente las necesidades del espectador o de bien sobresalir en su año, sino de también marcar un hito dentro de la historia del rubro. Afortunadamente en el 2016 brotó una de ellas: Manchester by the Sea.

La importancia de la última película de Kenneth Lonergan (Ganadora del Globo de Oro a mejor actor, nominada a 6 BAFTA y 6 Oscar) no radica solo en su naturalidad o maestría narrativa, sino en ese riesgo que en este caso se traduce como un carrusel de emociones centrado en el cambio, adaptación y evolución de los sentimientos de sus personajes, que no dejan de sorprender hasta el último minuto de lo que es una poderosa historia perfectamente interpretada. Podríamos decir que Manchester by the Sea es una de las piezas mas humanas y realistas de la temporada, un potente sube y baja emocional que para el pensar de su servidor, significa la mejor película del 2016.

La punta del iceberg es estelarizada por Casey Affleck; el hermano menor con verdadero talento histriónico que se ha consagrado con este papel gracias puntualmente a proyectar esa faceta de duelo o hielo que solo se ve por encima del agua. La gran revolución narrativa viene de la profundidad con la que el guionista y director aborda dicha pérdida y la capacidad con la que se la comunica al espectador. Lonergan expone a su protagónico sumido en una armadura mental frente a una crisis existencial, sin embargo conforme progresan dichos hechos y condiciones, los secretos, traumas, y recuerdos van saliendo a flote gracias a lo que también es un soberbio montaje audio visual.

Aunque su tratamiento es líneal y centrado en una sola situación, Lonergan explora de manera episódica, pasada y presente, todo el aspecto psicológico al que los personajes se enfrentan en lo que es un encuentro obligado a raíz del deceso de la figura fraternal – patriarcal, un elemento que el cineasta posa como omnipresente sin llegar a ser el eje principal (Un Kyle Chandler acorde al poderío actoral). Un excelso uso del recurso mcguffin que hacia la mitad del metraje nos prepara para la revelación o cierto giro de tuerca, desgarrador y comprensivo por igual (El montaje de dicha secuencia, visual y auditiva, es un agasajo artístico), concentrado en la figura de este hermano – tío incapaz de revelar sus verdaderas emociones del lado de un magnífico Affleck, tarea de lo que el director se encargará de desmenuzar poco a poco.

Tras dicho momento la frescura y dinamismo del relato cae en una cierta espiral de repetición, obligada para dar mayor parte protagonista al otro elemento dentro del conflicto (el hijo, también magistralmente interpretado por el joven Lucas Hedges), pero tristemente real restándole puntos al desarrollo de Lonergan (ene ste lapso la historia se vuelve un poco lenta). Sin embargo, el cineasta retoma la fuerza hacia su final con la aparición de un personaje clave, una Michelle Williams que con apenas 10 minutos (aproximadamente) en pantalla entrega lo que tal vez sea la mejor actuación de su carrera.

 

Si bien estamos ante un relato de naturaleza trágica, el conmovedor desarrollo también implica un doble sentido de esperanza. El hermetismo de su personaje en la fastuosa interpretación de Casey Affleck obliga a sus compañeros a entablar un duelo actoral intenso en lo que debería haber sido reconocido como el mejor ensamble o química histriónica en los pasados SAG, también teniendo como consecuencia que este drama salga del molde de “la normalidad” para postrarse como una propuesta mas cabal y desinteresada de la convencionalismo e hipocresía con la que muchas veces las ficciones moralinas de Hollywood se manejan (Todas las demás nominadas dramas al Oscar)

Así deberían ser los dramas premiados en Cannes y Venecia, así ser las películas premiadas con el Globo y el Oscar. Una cinta enérgica, poderosa, honesta, bien montada, actuada, dirigida y escrita, una reina sin corona, lo mejor del 2016

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Acerca del autor

El Fett   @El_Fett   cinescopia.com

El más realista y cabrón crítico de cine que pueda existir. Ente sin misericordia que tiene el halago de transmitir a los mortales su sentir y sabiduría en el mejor recinto sobre el séptimo arte. Cinéfilo de corazón y crítico crudo por vocación. Alter ego del Licenciado en mercadotecnia y RRPP Oscar M Rodríguez (FB) Sigueme en twitter @El_Fett


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