Midsommar: Lo mejor del verano llega al final
Sigo en shock, maravillada. Tras causar furor en las audiencias extranjeras, al grado de ser re-estrenada con 24 minutos adicionales en Estados Unidos, y justo antes de que comience el segundo equinoccio del año, llega el drama de horror Midsommar a nuestros cines. La espera valió totalmente la pena, y a pesar de todo el hype producido en redes gringas, no estaba preparada para lo que es este filme. De una vez les advierto: si buscan sustos fáciles y salir temblando de miedo, vean otra película. Esta es otro tipo de experiencia.
Después de que Dani, una joven estadounidense, sufre una despiadada tragedia personal, su novio Christian la invita a un viaje que tenía planeado hacer con sus amigos para asistir a las festividades del solsticio de verano en Halsingland, Suecia. Una vez allá, todo cambiará radicalmente. Esta sencilla premisa permite a Ari Aster explorar, desde otro ángulo, sus temas de duelo, depresión y las relaciones personales insatisfactorias, así como el debate entre el libre albedrío y el destino, y lo que atrae a la gente a los cultos. La película presenta un contexto rico en símbolos y con una densa carga ideológica y social, sus niveles de análisis funcionan y están en sincronía e invita a la audiencia a pensar tanto en los temas que teje en la historia como en los eventos presentados.
Florence Pugh da un tour de force magistral como Dani, creando y dándole fuerza a un personaje en un estado emocional vulnerable. Su método de actuación es impecable; es, sin duda, la mejor actriz de su generación, y realiza una poderosa interpretación de la que podríamos hablar por años. Por su parte, Jack Raynor y Vilhelm Blomgren hacen buen contrapeso a la interpretación de Pugh, y crean personajes sumamente realistas, con todo lo que implica. La tensa edición, los cuidadosos efectos especiales y la banda sonora consolidan una atmósfera tanto asfixiante como abierta, y la brillante y apacible estética oculta más de lo que aparenta.
Con sencillez, una bella estética que se combina con elementos espeluznantes y mucho qué digerir, Midsommar es, sencillamente, de las mejores películas de horror del año. Quizás no te asuste, pero se queda contigo, mucho tiempo después de dejar la sala.