Momento Favorito del Cine: “What’s in the fu@$#ing Box” Se7en a 25 años de su estreno.

Por increíble que parezca, han pasado 25 años desde que “Se7en” viera la luz y nos perturbara con su historia y personajes. Después del tropiezo que David Fincher tuvo con su opera prima en Alien3, regreso a los video clips y a la publicidad, hasta que el guion de Andrew Kevin Walker llegó a sus manos.

Mientras Fincher leía el guion, el estudio hacía lo mismo y pedía al guionista que el final debía de cambiar, ya que por la forma en que terminada no era (para ellos) la mejor, pero cuando Fincher y Brad Pitt se enteraron de esto, ejercieron presión al estudio y a sus representantes, de que el final original escrito por Walker se debería de respetar, si no era así, tanto Fincher como Pitt dejarían la producción. Con las manos atadas, el estudio aceptó y la producción empezó a trabajar. Y la historia que escribió Walker no se aleja en nada del típico thriller de suspenso y asesinos seriales, tomó los principales elementos del género noir, en la que dos detectives tendrán que resolver una serie de asesinatos uno peor que el anterior y encontrar al responsable.

Se7en es una respuesta más al trabajo que hizo Jonathan Demme con “El Silencio de los inocentes”, pero que tanto Walker en el guion y Fincher detrás de la cámara modificarían las reglas del como presentar este tipo de historias, tanto así, que después del estreno en cines, Hollywood tomó esos mismos elementos y empezaría una reproducción en masa de Se7en, poniendo “de moda” a los asesinos seriales en la época de los 90.

Pero la película no nos llegaría tan profundo si no fuera por el apartado visual, la fotografía de Darius Khondji al dotar la imagen con una estética oscura y sucia, además el uso de la técnica de digitalizar el negativo y con eso poder controlar el uso de colores y luz, todo esto se ve mejor en esa secuencia final, la que nos trae aquí, ese tono ocre que invade la pantalla, después de un largo viaje claustrofóbico a lo largo de seis asesinatos basados en los siete pecados capitales, con dos policías que se vieron superados por la mente maestra y retorcida de un Kevin Spacey como el máximo antagonista de la historia.

Con los créditos iniciales Fincher nos introducía a la mente de John Doe, y no es pasada una hora y media de metraje cuando por fin vemos cara a cara al siniestros asesino, una especie de exterminador de almas corruptas que ha puesto en jaque a nuestro dúo de policías. Y es después de este viaje, después de ver las sucias y oscuras calles de una ciudad sin nombre, donde la lluvia vuelve todo gris, es que llegamos al potente clímax de la historia. Un spoiler que todos conocemos, y qué con el paso del tiempo hace que la película pierda frescura; aun así, todos sabemos qué hay dentro de la caja, la resolución final para John Doe y su as bajo la manga, pero para el detective David Mills (Brad Pitt) está el fruto de su condena, con el sol ensordecedor y el clima seco, muy contrario a esa ciudad sin nombre que bien puede ser Nueva York, Boston, Chicago o alguna otra.

Toda la película Fincher nos ha mostrado ese choque generacional entre Mills y Somerset (Morgan Freeman), recurriendo al típico cliché del detective con experiencia a punto del retiro, y el detective novato siendo este su primer gran caso, esa dualidad entre los dos, y cada enfrentamiento por su forma de trabajar vuelve más complicada su relación, pero que al final los dos entenderán que están bajo merced de John Doe, y es con esa luz ocre cuando los papeles se cambian y el policía se convierte en el asesino y el asesino en una especie de mártir, mientras Mills desesperado grita “¿qué diablos hay dentro de la caja?”

Con un plano contrapicado  y sin darle oportunidad al espectador de ver lo qué hay dentro de la caja, con la pura sugerencia del contenido es que el climax llega y hace catarsis con el espectador y con el detective David Mills. Un punto sin retorno y una gran secuencia que elevó el estatus de los responsables de la misma. Brad Pitt se alejaría un poco de la imagen de niño bonito, Fincher se redimiría de Alíen3 y Morgan Freeman elevaría aún más su carrera y también se estancaría en ese tipo de papeles al menos durante los 90.

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Acerca del autor

Ivan0     boxd.it/qEKB.

Cinefilo y seriefilo (si es que esa palabra existe) de corazón, realizador frustrado pero la opinión escrita es lo que se me da mejor. Amante de los musicales por muy malos que estos sean cof cof “Cats”, Soy millennial y no tengo problema alguno con eso; y llorar en el cine es la mejor terapia que uno pueda pagar.


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