Momentos Favoritos del Cine: Bridge to Terabithia

Dirigida por Gábor Csupó (creador de Rugrats, Los Thornberrys y Rocket Power) y basada en la novela de Katherine Paterson, “Bridge to Terabithia” es una de esas cintas que fácilmente califican como uno de esos recuerdos perdidos, que están almacenados en un baúl de los recuerdos que es mejor no tocar y preservar. Sin embargo, no sólo es inusualmente madura para ser una película para niños, sino que es muy realista en cuanto a la temática que aborda, volviéndose importante tanto para la generación que creció con ella, como para las nuevas generaciones.

Una pequeña historia que celebra la importancia de la amistad y la influencia que ésta misma tiene en nuestras vidas. Incluso, podría decirse que es una metáfora a la pérdida de la inocencia infantil, de la aparición de algún evento traumático que fuerza al niño a empezar a ver la crudeza del mundo real. Hay que recordar que la fantasía suele usarse como un método de escapismo porque la realidad nos aburre, estresa o aterra, y esto es algo que está presente al ver el aislamiento social e incluso los abusos que sufren por parte de otros niños de su edad. Sin embargo, se da el lujo de ser atípica en su clase, pues aunque Jesse y Leslie padecen traumas psicológicos provocados por este rechazo público, no hay un sentimiento demasiado doloroso porque la unión entre ellos les ayuda a sobrellevar sus problemas. Lo mejor es que lo hace sin necesidad de enamorar a los 2, un genuino retrato de una amistad fiel anclada a la madurez emocional.

Esto mismo da pauta a un contraste interesante, pues la historia está más anclada a la realidad, y no a pesar de la fantasía, sino por ella. Este contrapunto se usa para analizar la división clara entre ambos mundos, creando una experiencia sensorial y emocional donde, a pesar de que la realidad no tiene los acostumbrados colores apagados, puede ser un lugar igual de mágico que la fantasía, con todo y sus problemas. Obviamente esto da lugar a un tono muy azucarado, empalagoso o cursi que puede fastidiar a muchos (más que nada por la música que hace que cada pequeña cosa mundana, como columpiarse de una cuerda, construir una casa del árbol, ir a la iglesia o simplemente correr, parezca una aventura fuera de este mundo), pero la dirección sabe controlarlo y darles respiro entre las escenas ambientadas en la escuela. Lo que sí denota la edad de la cinta son unos efectos especiales viejos, algunos diálogos anticuados (¿cuándo fue la última vez que algún abusivo dijo “dead meat” como si fuera el insulto supremo?), y situaciones un poco forzadas (¿alguno de ustedes salió con su maestra de visita a un museo en un fin de semana?).

Sin embargo, todo esto cambia cuando la historia llega al último tercio, donde la fantasía queda de lado para convertirse en una guía infantil para saber lidiar con el luto (algo que la propia autora declaró como propósito del libro desde su publicación, dadas sus experiencias personales). No teme ahondar en las implicaciones de este evento y cambia el tono a uno más serio que abarca todas las fases del duelo. Este aspecto es sumamente difícil de retratar sin recurrir a ciertos clichés, todavía más enfrentarse a emociones que el infante no sabe cómo confrontar y aceptar, pero es importante que sepa hacerlo porque es parte de la vida, así como valorar la memoria de quienes ya no están con nosotros. De lejos, es la parte más memorable de la película, incluso con gente diciendo que salieron traumadas del cine, diciendo que les reabrió viejas heridas.

Si bien es fácil ver a AnnaSophia Robb como el corazón de la historia y la que alienta esos mensajes sobre amistad, resignación, buenos sentimientos y buenas obras (ha tenido una carrera más discreta desde entonces, fungiendo como Michelle Shughart en la serie “Dr. Death”), tampoco hay que menospreciar a Josh Hutcherson, que hace buenas transiciones emocionales en cada momento, haciéndonos recordar que tenía una carrera decente durante su etapa juvenil (una lástima que, con la llegada y despedida de “Los Juegos del Hambre”, no haya podido sostener esa racha y su talento se haya mermado). Mención honorífica para la pequeña Bailee Madison, así como para el reparto adulto encabezado por Robert Patrick (su mejor papel desde que fue el T-1000) y Zooey Deschanel, que complementan el aprecio y la valoración que ofrece la imaginación en medio del caos.

Para algunos, es una cinta difícil de ver por la reavivación de los traumas que causa ese giro en la recta final. Para otros, es una historia guiada por sus personajes y sus acciones, dejando un sabor dulce, pero inquietante sobre algunos momentos que seguramente serán muy importantes en la vida, en especial aquellos que probablemente hayan tenido que soportar algún dolor que los hiciera crecer a temprana edad. Y para unos más, un recordatorio de que cuando quiere, Disney puede hacer historias que conmuevan a niños y adultos por igual, representa aquellos años tiernos de la niñez donde todo lo que importaba era salir a jugar y pensar qué aventuras nos esperaban al día siguiente.

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Acerca del autor

Uriel Salvador     twitter.com/UrielSalvadorGS

Escritor, analista, crítico, gamer, investigador, actor (especializado en doblaje), fotógrafo. Pero ante todo, soy un amante del cine.


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