Monster: encrucijada moral

Entre los atributos de la justicia se listan “no hacer daño a nadie, vivir honestamente y dar a cada quién lo suyo”.

Durante las muy controvertidas campañas, votaciones y resultado de la elección de presidente para la República Mexicana en 2006 todos recibimos un curso intensivo aunque un tanto superficial de lo que todos a voz de cuello clamaban justicia. Aprendimos que, si bien “el respeto al derecho ajeno es la paz”, tendremos que perdonar que nuestros derechos se vean pisoteados cuando existe una causa más justa según alega quien la exige. La toma del Paseo de la Reforma en el Distrito Federal nos enseñó que es posible estirar el límite de tolerancia hasta niveles casi heróicos cuando sabemos que hacer olas podría dar como resultado una batalla campal cuando la otra parte, la no afectada,  está segura de los atributos casi divinos de su mesías (en turno), el valor moral.

Pocas son las sociedades (si es que las hay) que al momento de juzgar delitos contra otros humanos consideran las causas que permiten la comisión de un delito. Si bien incluso la psicología ha hecho aportes al campo del derecho penal  en un intento por descifrar qué origina la tendencia de algunas personas a cometer actos delictivos, en muy pocas ocasiones se hace un retrato integral, real de un criminal, contradiciendo en todo momento nuestra tan enarbolada condición de seres civilizados.

En ningún caso creo que un criminal deba quedar sin castigo, sin embargo si apostaría por sentencias personalizadas en las, en base a la creación de un perfil completo, se pudiese establecer una condena ad-hoc que permitiera la aplicación de justicia en su sentido más literal. No sólo nos hemos convertido en números para ser fácilmente identificables, en nuestro apuro por calmar rápidamente la sed de justicia de un presunto ofendido hemos estandarizado el concepto de justicia, justicia para todos.

Dejando de lado la naturaleza homosexual que establecen Aileen (Charlize Theron) y Selby (Christina Ricci), Monster es una película harto interesante que ahonda en la vida de una mujer que llevada por las circunstancias de una vida miserable económica y emocionalmente, aunada a una enorme capacidad de amar que no encuentra receptor debido a la torpeza con que maneja sus emociones, comete una serie de asesinatos “en nombre del amor”. Lo que pocos logran ver es que, quien aparentemente es un Monstruo pudiera en realidad ser la víctima de una sociedad siempre presta a emitir juicios a priori, y lo que me parece aún peor, condenar delitos que si bien deben ser penados, debería considerarse igualmente importante la ya antes citada naturaleza de la relación que justifica los delitos cometidos.

Si el delito de asesinato merece ser castigado con todo el rigor de la ley, ¿qué castigo debe aplicarse cuando se ejerce abuso emocional y peor aún, traición? ¿No pueden ser éstos la mano invisible que guíen el arma homicida?

Si se presta atención, Monster es una puerta que abre el debate sobre nuestra condición y responsabilidad como sociedad hacia los menos favorecidos, aquéllos que detestamos porque no han sabido encontrar su lugar y carecen de las armas para volverse personas “de provecho, de bien” (lo que sea que eso signifique), la cinta juega con nuestra ética e invita a reflexionar sobre el simplismo con que algunas veces juzgamos sin conocer, o desear conocer. Les invito a que una vez terminada la cinta pongan especial atención a las reflexiones que hagan sobre ésta y sabrán si lo único que hacemos es dividir y aislar o si hemos iniciado un proceso de alienación.

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