No Sudden Move: Un noir que no da paso sin huarache

Es irónico que a pesar de que el género noir se encuentra desde hace ya algunos años en peligro de extinción, cuando los cineastas “de hoy” se proponen a abordarlo encuentran una revitalización no solo de estilo, sino de su carrera en general. Esto se debe a la poca presencia del rubro (que en los años 50 vivió su apogeo) e incluso al desconocimiento de sus elementos por las nuevas generaciones, lo cual causa una percepción de “frescura” narrativa o hasta en manos de los más experimentados directores(as), en una eficaz actualización o “contemporaneidad” del mismo.

Steven Soderbergh, que ya había dado varios pasos en falso, encuentra en un sorpresivo guion de Ed Solomon (y digo sorpresivo porque estamos hablando del responsable de pendejadas como “Bill y Ted” y “Ahora me ves”) la manera de retomar lo que mejor (y tal vez lo único) sabe hacer: encausar una historia de varios gatos y ratones que, a través de una serie de eventos y sutiles pero efectivos giros de tuerca, crean un buen desarrollo y ambiente de suspenso criminal, comedia espontánea y carismas desbordados, haciendo notar que el “noir” le sienta como anillo al dedo.

Tomando incluso varios de los arquetipos y estilos narrativos de los años 50, lo que mejor le acomoda a Soderbergh es lo bidimensionales que en realidad son todas las fichas en el “cine negro”, siendo esto incluso uno de sus más notables y necesarios elementos para poder estructurar y desarrollar el misterio alrededor de sus anti heroicos personajes llenos de traición, sin lealtad o humanidad “aparente” (al menos en un principio). Ya lo había trabajado así, en un tono más ligero y de comedia con su trilogía de “Ocean”, pero aquí dicha ligereza se torna más sombría y madura al optar por un dramatismo más relevante.

Si bien es cierto que el relato tarda demasiado en arrancar, este vicio no es solo propio de Steven, sino del mismo noir, por lo que la primera hora se puede tornar “pesada” para las nuevas audiencias; sin embargo aquí entra el inteligente libreto de Solomon y la astuta dirección en la que nos va llevando Soderbergh, convergiendo ágilmente todas las líneas de sus personajes hacía un mismo elemento que hará que la audiencia torne su atención hacía lo que parece un “thriller corporativo”, cuando la realidad es que estamos ante otro de esos macguffins tan utilizados en el rubro (como el llamado “Halcón Maltés” en el “El Halcón Maltés”). Dicho distractor no solo nos lleva hacía una odisea llena de tensión, sino también a un falso clímax que desatará esa pequeña seguidilla de giros tan propios del cineasta, momentos de calma antes de varias tormentas y en donde guionista y director tienen ahora el acierto y la agilidad para separar lo que unieron: el mismo objetivo y destino de sus “principales” antihéroes.

Aquí es el momento de destacar las presencias de Benicio del Toro y Don Cheadle, que se muestran lo suficientemente “caras planas” para abordar este estilo de personajes, repito, tan bidimensionales y necesarios para este tipo de relatos. En otro rubro o querencia dramática estaríamos criticando esta falta de emoción y/o sensibilidad, pero dadas los requerimientos narrativos y el desarrollo de sus personajes, ambos están geniales, incluso creando una especie de “buddy movie” con todo y “discurso anti racista”, siendo este último lo bastante natural.

Así mismo y fiel a la espectacularidad que Soderbergh suele manejar en sus castings, el reparto es por momentos exquisito y preciso: Ray Liotta actuando como el genial y único Ray Liotta (ya saben, mafioso enojón y gritón), David Harbour actuando como David Harbour, John Hamm como John Hamm, Matt Damon como Matt Damon y Noah Jupe como Noah Jupe ¡No hay riesgo! Todos los actores saben que hacer y se sienten como peces en el agua. Cabe destacar aquí quizá a Brendan Fraser en un papel (y una impresionante gordura) en la que no se le suele ver, y por supuesto a la sensación de los últimos años, Julia Fox, a la cual le toca ser la fantástica femme fatale en turno, algo que no puede faltar en una película que se haga llamar “noir”.

Además de que hay ciertas tramas o personajes lo bastante forzadas, estúpidos(as) y que solo lastiman al relato (y al elemento distractor) más que afianzarlo (como la de Harbour, por ejemplo), el principal problema de “No Sudden Move” no viene de la parte narrativa, sino extrañamente de la visual. Sabemos que a Soderbergh le gusta experimentar en dicho apartado, sin embargo aquí el director se torna totalmente excesivo al filmar al parecer y casi en su totalidad con una vista de 360 grados, haciendo que muchas de sus tomas, planos y secuencias luzcan no solo “raras”, sino incomodas al ojo humano o hasta artificiales (dado que estamos en el Detroit de los años 50). Esta tecnología usada cada vez más en aspectos publicitarios o incluso en el mundo del espectáculo a raíz del Covid (o google con la famosa vista de sus mapas), resulta una buena “puntada” para ciertos pasajes del film, pero Steven (que también funge como fotógrafo bajo el seudónimo de Peter Andrews) se muestra demasiado abrumador y cansino en su afán por la experimentación.

En conclusión, estamos ante una de las mejores películas del año (hasta ahora); una revitalización por partida doble que deja claro que quizá el noir y Steven Soderbergh fueron creados para un mismo y bidimensional destino fílmico. Se encuentra disponible en HBO Max

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Acerca del autor

El Fett   @El_Fett   cinescopia.com

El más realista y cabrón crítico de cine que pueda existir. Ente sin misericordia que tiene el halago de transmitir a los mortales su sentir y sabiduría en el mejor recinto sobre el séptimo arte. Cinéfilo de corazón y crítico crudo por vocación. Alter ego del Licenciado en mercadotecnia y RRPP Oscar M Rodríguez (FB) Sigueme en twitter @El_Fett


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