Overboard: Cayó un Hombre al agua y no hay forma de rescatarlo

Originalmente esto iba a ser una nueva edición de X Cosas Que Pensé, pero ¡Hombre Al Agua! (u Overboard, por su título original) no es tan mala, sólo increíblemente blanda, como tortilla de harina cruda. Debemos reconocer que Eugenio Derbez está ascendiendo dentro de Hollywood como actor mexicano taquillero, pero debe buscarse mejores proyectos en caso de que quiera destacar más allá del humor binacional. O, quizás, esto es a lo más que puede aspirar con su talento: comedias olvidables que sólo resaltan por llevar personajes latinos a la pantalla grande. Considerando el historial de Hollywood sobre el tema, es un gran logro, pero de poco sirve si la película es peor que lo que sirven en Taco Bell. 

Tras el éxito económico de How To Be A Latin Lover (2017) -una de las peores películas del año pasado-, Eugenio Derbez regresa a nuestras pantallas con otra comedia, esta vez un remake del clásico ochentero protagonizado por Goldie Hawn y Kurt Russell. En esta versión, actualizada para esta década y era económica, Derbez interpreta a Leonardo, un heredero absurdamente rico y engreído cuyo destino se cruza con el de Kate, una viuda con tres hijas y múltiples trabajos interpretada por Anna Faris. Tras un accidente, él pierde la memoria, ella lo secuestra, le hace pensar que es su marido y lo manda a trabajar para poder tener tiempo de estudiar y ser enfermera. La trama absurda y llena de huecos narrativos nos pide, a gritos, que pretendamos que son tiempos más sencillos, sin redes sociales ni fuentes de información constante, de modo que les sigamos la corriente con la idea de que el hijo del tercer hombre más rico del mundo va a pasar desapercibido tras desaparecer. El reparto se complementa con la familia rica de Leonardo -interpretados por Cecilia Suárez, Mariana Treviño y Fernando Luján-, la mejor amiga y jefa de Kate (Eva Longoria), su marido obrero (Mel Rodríguez) y un grupo de albañiles con distintas metas y objetivos (Omar Chaparro, Jesús Ochoa y Adrián Uribe), quienes intervienen en menor o mayor medida en mantener el engaño de Kate. Aún sin haber visto la cinta original, la historia es sumamente predecible, y no tiene la gracia suficiente para que por lo menos sea entretenida. 

A Derbez se le reconoce tener el peso cultural y económico dentro y fuera de México para hacer que su personaje -y los otros personajes mexicanos que aparecen en la cinta- no sean meras caricaturas racistas y tengan diferentes matices. Los pocos momentos cómicos que tiene la cinta -y que resonaron con la sala que me tocó- fueron los que presentaban y comentaban la cultura latina en Estados Unidos: la afición por las telenovelas, las expectativas masculinas maritales por cumplir, y la importancia de tener lazos familiares fuertes. Son pequeños pasos para la industria hollywoodense en cuestiones de representación y reconocimiento de la presencia latina en Estados Unidos, pero pareciera que están destinados a un limbo de películas olvidables que no son precisamente malas pero tampoco buenas. Y, vaya, creo firmemente que no existe la igualdad en representación hasta que podamos hacer películas igual de mediocres y malas que las protagonizadas por actores blancos sobrevalorados, pero para llegar a ese punto necesitamos que ya existan buenas comedias (o dramas, o cintas de ciencia ficción, o películas de acción, o todas las anteriores) protagonizadas por latinos.

¡Hombre al agua! es predecible y un tanto aburrida, en gran parte porque Eugenio Derbez y Anna Faris no hacen una pareja creíble. Si bien la película original tiene tintes sumamente espeluznantes -que para la época era normal- y es bastante absurda, sobrevive gracias a la química entre Hawn y Russell, una de las parejas doradas de Hollywood del siglo pasado. Después de todo, las comedias románticas funcionan y son entretenidas porque, por más absurda que sea la historia (una de las mejores de la historia del cine involucraba a una mascota leopardo), los protagonistas nos hacen creer que sí pudieran ser una pareja real, lo sean fuera del filme o no. Para su desgracia, Derbez y Faris no hacen chispa entre ellos, por lo que su romance ficticio se hunde en el Pacífico.

Salvo por algunas secuencias divertidas y breves momentos revolucionarios (tan cortos que pasan desapercibidos), nadie viene al rescate del hombre que se cayó del barco. Eso sí: quizás Derbez tenga plan de ligar temáticamente una serie de blandas comedias gringas con toques mexicanos, y esta sea la segunda de varias.

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Acerca del autor

Oraleia    

Snob pretenciosa en recuperación, punk de gustos refinados y valemadrista con corazón. Crítica de cine.


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