Palm Springs: Fresco loop millennial para “perder el tiempo”.
Una de las sorpresas del pasado Festival de Sundance y de ahora la cartelera online fue Palm Springs, comedia romántica y surrealista que supone el debut fílmico del director Max Barbakow y el guionista Andy Siara, los cuáles con cierta nostalgia y originalidad construyen otro “hechizo de tiempo” perfectamente adaptable a la juventud – adulta de hoy: Los Millennials
Con cierta frescura en su argumento, Palm Springs funciona mejor cuando no se le intenta dar una explicación al bucle, y tal y como lo proponen director y guionista desde un principio al saltarse el origen y comenzar de lleno dentro del mismo, es preferible enfocarse en los detalles cómico – románticos que se empiezan a suscitar dentro de este, los cuales son eficazmente solventados por momentos muy divertidos y cuadros de diálogos muy originales al servicio de la correcta química entre sus protagonistas: Andy Samberg, Cristin Milioti y como invitado especial, J.K. Simmons.
Así pues, las situaciones dentro de esta “repetición” comienzan a adquirir un excelente ritmo teniendo a una boda como telón de fondo gracias a que el libreto se encuentra dividido y marcado en tres tonos: en primer lugar, te obliga a mantener cierto halo de suspenso al no saber el “por qué” del loop, teniendo un acto introductorio por demás interesante y que logra captar la atención de la audiencia con momentos “espontáneos” de locura sin ninguna explicación; en segundo lugar viene otra segunda introducción, no del origen del bucle pero si del bucle mismo y sus reglas, explotando ahora la vena cómica de sus protagonistas y dejando que se desarrolle el cliché pero bien justificado romance gracias a su tercer tono, que es un discurso de “soledad” o juventud perdida por parte del millennial de primer modelo (si, esos treintones que se acercan más a los cuarenta), el cual quizá encuentre en el libreto una conectividad con los personajes.
El trasfondo de los protagonistas es por ende solventado por la repetición, así como la conexión empática con ambos, sin embargo el problema viene en su tercer acto, cuando director y guionista desconocen cómo resolver el misterio de su bucle, agregando una cuestión metafísica lo suficientemente boba y forzada para restar ritmo e interés a su historia romántica y de paso, repetir con mucha necesidad el “supuesto” conflicto principal de la heroína, el cual se vuelve totalmente predecible desde la mitad de su metraje.
Otro error de novato que no resta entretenimiento pero si calidad narrativa, es que los responsables en ciertos puntos deciden prescindir de su personaje más interesante, aquel interpretado por J.K. Simmons y que incluso deciden olvidar hacía el anticlímax y conclusión de su film. No es que Samberg y Milioti no puedan sostener algo simple y disfrutable (aunque también otro cast hubiera tenido mismos o mejores resultados), pero ese elemento dual entre lo oscuro y familiar que aporta Simmons a la trama tal vez hubiera sido mejor desarrollado y concluido con alguien de “mayor madurez”.
De excelentes e hilarantes momentos, adepto al estilo cómico de Samberg y con un libreto que agrega cierta originalidad al argumento del “hechizo del tiempo”, esta repetición sin duda es una de las opciones más disfrutables que tendrán durante esta cuarentena extendida, una pérdida de tiempo a la que vale la pena prestarle un poco del mismo.