Pinocho: Ser humano me da “amsiedad”

Este fin de semana, Disney+ estrenó (¿se puede decir eso, de verdad?) su más reciente versión de uno de sus clásicos más queridos, Pinocho,  un live action más que se añade a la larga y accidentada lista de intentos por mostrar a las nuevas generaciones parte de su legado y decepcionar aparatosamente a los que ya rozamos la edad interesante, violando sus propios códigos y metiendo con calzador toda clase de inclusión, que, lejos de fomentar en los niños y adolescentes de hoy el respeto, la perseverancia y el aprendizaje a base de esos chingadazos que nos da la vida y por los cuales hemos aprendido infinitas lecciones, termina pasándose por el forro la esencia, lo más vital de cualquier historia, dejando de lado la transformación para abrazar el conformismo.

Y es que no, yo no juzgo que el hada azul (Cynthia Erivo) sea interpretada por una actriz negra, no, la cosa no va por ahí. Se trata simplemente de que esta marioneta mueve sus hilos de forma tan irracional que termina por enredarse, siendo incongruente con la trama original e incluso con la primera adaptación de 1940. Así pues, estamos ante una marioneta que maneja la trama a su antojo, pues si bien, carece de sentido común para situaciones en las que se pone a prueba su capacidad para salir de ciertos dilemas, es capaz de crear una falsa inocencia en situaciones donde claramente sabe que sus acciones no son las correctas. Así, mientras es incapaz de entender el papel de su consciencia (un minimizado, Pepe Grillo), lo hace perfectamente con conceptos como la fama.

Por otro lado y en materia de personajes secundarios, su figura resulta tan insulsa, que molesta ¡Carajo! Pinocho es una historia rica en villanos ¿Dónde quedaron? ¿Usted los vio? ¿Su maldad trasciende? Strómboli pasa de forma tan fugaz, el cochero apenas y canta y ya ni hablamos del zorro y el gato incluso aquella temida ballena reina de los mares, es presentada aquí como “un monstruo” ¿Por qué?

De Tom Hanks… pues qué le digo, si estamos ante el hombre que fue capaz de darle vida a un balón Willson, obviamente no hay nada qué decir de su actuación como Gepetto y hasta eso es triste.

¿Entonces? ¿Para qué molestarse? Para qué rehacer una historia cuyo quid principal, se niega a cambio de un discurso barato en donde Gepetto usa pinzas para sus palabras. “No me importa que no seas un niño de verdad, yo te acepto y te amo como eres.” Sí pues sí, no vaya a ser que a mi Pinocho le dé “ansiedad” por convertirse en un ser humano de verdad y no tenga pretextos para dejar de ser un cabroncito manipulador que va de inocente… así que mejor, le concedemos el don humano de soltar una lágrima para revivir a su “padre” pero que siga haciendo fuego con sus patas de madera…

Veremos pues, que nos depara con la versión de mi tío, el gordito Del Toro. Por lo pronto y si quiere una buena versión de este clásico, échele un ojito a la cinta de 2019 coescrita y dirigida por Matteo Garrone, le prometo que le va a gustar y el por qué, es muy simple; más allá de la manufactura exquisita que se le imprimió, es a nivel narrativo, la más parecida a aquel cuento de finales de 1800, cuya historia oscila entre lo cruento y lo justo.

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