Recomendación de Culto: Fright Night
Charley Brewster (William Ragsdale), fanático de las películas de horror de medianoche descubre que su nuevo y enigmático vecino (Chris Sarandon) es un vampiro. Por obvias razones nadie le cree, por lo que busca la ayuda del veterano actor de cine Peter Vincent (Roddy McDowall) conocido por su papel de “destructor de vampiros”. El ahora presentador desempleado, ignora la alocada ocurrencia del joven pensando que está mal de la chaveta. De igual forma, preocupados por la cordura de Charley, su novia Amy (Amanda Bearse) y su amigo Evil Ed (Stephen Geoffreys) contratan al actor para armar una farsa en donde se compruebe que el vecino es una persona normal y no un hijo de la noche. Por desgracia, lo peor está por venir cuando Peter Vincent descubra que Charley no está equivocado ¡Bienvenidos a Fright Night!
En 1985 Tom Holland escribió y dirigió Fright Night (La hora del espanto o Noche de miedo) una película cuyo argumento simple pero efectivo, obtuvo buenos resultados en taquilla contando con una producción de apenas 9 millones de dólares.
A tres décadas de su estreno, la cinta dirigida principalmente al público adolescente, que satiriza las convenciones del horror gótico y las traslada a un ambiente netamente gringo y discotequero, ha envejecido con bastante decoro gracias a los efectos especiales de Richard Edlund y el maquillaje de Ken Díaz; incluso en esos apartados luce mejor que otra obra del mismo director: Chucky el muñeco diabólico.
Premisa que remite de forma inevitable a La ventana indiscreta, Fright Night es una parodia-homenaje a los filmes de horror de la productora británica Hammer House. Rescata algunos elementos del mito de Drácula, y se nutre un poco de la visión vampírica de Stephen King y su Salem´s Lot. Todo lo anterior aderezado con una afortunada dosis de humor negro.
Por supuesto, no está exenta de algunos detalles un tanto absurdos, como pretender hacernos creer que los protagonistas son unos adolescentes, cuando a simple vista se nota que ya superan los 25 años. En ese sentido sale mejor librado William Ragsdale, no así Amanda Bearse (la veríamos pocos años después en el programa Married with children haciendo gala de su vis cómica) quien aún disfrazada de colegiala fresa no puede evitar verse ya grandecita.
En el rol de Evil Ed, Stephen Geoffreys está bastante bien, uno pensaría que hacer del amigo mamerto no requiere de mucho esfuerzo pero hacia el final el chavo demuestra que fue una lástima haber sido encasillado en películas de terror clase B, para después dar un giro a su carrera filmando películas porno gay. Pero esa es otra truculenta historia.
Chris Sarandon (sí, el ex esposo de Susan) cumple en el papel del villano chupa-sangre con look de latin lover misterioso y cachondo y aunque algunos cinéfilos critican su aspecto de galán de barrio, yo les pregunto ¿Prefieren a los vampiros descafeinados de Crepúsculo?
Por último y como dicta la costumbre de dejar lo mejor para el final, tenemos a Roddy McDowall, un verdadero actor de carácter, habitual secundario de lujo que inició su carrera como estrella infantil para luego participar en una larga lista de películas y series de televisión del género fantástico como El planeta de los simios, La dimensión desconocida, Galería nocturna, entre muchas otras. McDowall interpreta el personaje más interesante de la película, Peter Vincent (combinación de los nombres de los actores Peter Cushing y Vincent Price), actor relegado al olvido después de que, como él mismo menciona “la gente en estos tiempos ya no cree en los vampiros solo quiere ver asesinos con cuchillo” -haciendo referencia a la popularidad que en esos años gozaba el cine slasher- quien al sentirse en deuda con su admirador, adopta la actitud de su personaje ficticio (copia del Van Helshing de Bram Stoker) pese a que sus esfuerzos no le impidan estar al borde del infarto una y otra vez.
Punto a favor la música de Brad Fiedel, responsable del tema principal de Terminator 2: El juicio final, que aporta una melodía que igual encaja en las escenas de persecución que en las eróticas. También cuenta con un buen soundtrack pop encabezado por “Good man in a bad time” de Ian Hunter.
En resumen, se trata de un digno referente de ese cine de horror ochentero de fácil consumo, ausente de complicaciones, vueltas de tuerca y tramas enrevesadas.
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Fright night es un peliculon y no la mierda de crepusculo