Robin Hood: Otra inútil actualización medieval

Todos sabemos de qué va Robin Hood, quien robara a los ricos para ayudar a los pobres y cuya historia visita nuevamente la pantalla grande en un intento por destacar y permanecer relevante.

De la mano del director Otto Bathurst llega un Robin (Taron Egerton) de cuna noble cuya vida da un giro que despierta su lado rebelde y comienza una aventura por convertirse en el mejor ladronzuelo; el entrenamiento va por parte de Jamie Foxx y aunque hemos visto otras excelentes actuaciones de su parte, pareciera que el papel le daba pereza. De hecho la relación amorosa con Marian (Eve Hewson) también carece de química, el único que realmente me hizo sentir algo fue el sheriff encarnado por el respetable Ben Mendelsohn.

La elección de guardarropa moderna en un ambiente medieval da la impresión de un A Knight’s Tale, pero así como King Arthur el año pasado se quedó corta, así sucede con esta cinta que batalla para encontrar ese balance y sinceramente veo difícil de que el público vuelva a tomar tan bien ese tipo de combinación. Uno también pensaría que las tomas desaceleradas en medio de las peleas ya no se usan, no entiendo porque insisten en seguirlas usando.

Por supuesto que hay acción explosiva y flechas que desafían las leyes de la física y que distraen de los diálogos inconsistentes, habrá a quien le sea suficiente para pasar el rato. Muchas cosas explotan y el final resulta muy extraño, casi como si quisieran dar pie a una secuela pero no aterriza con la audiencia.

Director: Otto Bathurst
Escritores: Ben Chandler, David James Kelly
Basada en: Personaje “Robin Hood” del folklore inglés.
Duración: 1h 56m
Presupuesto: $100 mdd

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