Semana Slasher: StageFright: Aquarius. La Masacre del Búho.
Hablar de Michele Soavi es mencionar un nombre que quizá no haga mucho eco en el mainstream, pero que es una cara conocida para los familiarizados con el giallo italiano y el slasher americano. Actuó en City of the Living Dead y The New York Ripper del gran Lucio Fulci, y también en Demons de Lamberto Bava. Fue asistente de director en 3 cintas de Dario Argento: Tenebrae, Phenomena y Opera. 3 de los grandes maestros del género y de los que aprendió lo que necesitaba para convertirse en director el mismo.
StageFright: Aquarius, o Aullidos de Pánico, como le pusieron en nuestro México mágico, es su segundo filme y el primero dentro del género, ya que su debut como director lo había hecho con un documental sobre Dario Argento y sus crónicas como director. Para esta segunda cinta, Soavi uniría fuerzas con el director de fotografía Renato Tafuri, y con el guionista George Eastman, un actor de westerns venido a menos que empezaba a dedicarse escribir películas de terror de la época, y que trabajaba regularmente con Joe D’Amato, otro conocido director de terror y westerns de esa época.
Sencilla, como en la mayoría de los slashers, la trama de la cinta se resume fácilmente: un grupo de jóvenes actores han quedado atrapados en el teatro en el que están ensayando su más nueva obra, con un enfermo mental y asesino serial que acaba de escapar del hospital, y cuya sed de sangre no ha sido saciada. Situarse en una locación tan cerrada como un teatro, le permite a Soavi un aprovechamiento de los espacios que convierte el acontecimiento en algo sumamente claustrofóbico, lo que es un plus tremendo a la ya de por si desesperante situación, que combina a la perfección el misterio del giallo y el suspenso del slasher, donde la influencia de Argento se hace presente, no solo con el manejo de la cámara y el tipo de planos, sino también en lo colorido de los visuales.
En 1987, donde parecía que un género como el slasher ya había dado lo que tenía que dar, consecuencia de la sobreexplotación del género gracias a su éxito años atrás, aparece un casi novato Michele Soavi, y nos demuestra que todavía se puede hacer un buen filme del género, simplemente poniendo a su servicio todos los recursos y clichés ya establecidos, con un asesino serial que echa mano de todas las armas posibles, cuchillos, hachas, motosierras, y con una máscara de búho que lo hace, al menos para mí, unos de los más icónicos e infravalorados de este gran subgénero del terror.