Speak No Evil: Un remake apresurado y convencional
Speak No Evil es la nueva versión de la película danesa Gæsterne del 2022 (literalmente “Los Invitados”, pero traducida al inglés como Speak No Evil), la cual tuvo un buen recibimiento en el cine indie, comenzando por su presentación en el Festival de Cine de Sundance de ese mismo año. Esta vez, James Watkins estrena una nueva versión adaptada para aquellos que odian los subtítulos (y que hablan inglés), pero, ¿era necesario un remake tan pronto?
Speak No Evil (“No hables con extraños” en su traducción para Latinoamérica) cuenta la historia de una familia que es invitada a pasar un fin de semana en la finca de otra familia, la cual conocieron durante unas vacaciones en Italia, pero cuyas extrañas actitudes harán que se cuestionen si tomaron la decisión correcta en ir a visitarlos.
Una película que es anunciada como terror psicológico, y que va construyendo su narrativa a traves del suspenso y la incomodidad, para lo cual James McAvoy juega un papel muy fundamental al ser el principal elemento que transmite tanto irreverencia como molestia al espectador, guiado por un carisma que hace esta experiencia incómoda muy llevadera. Eso sí, su personalidad recuerda un tanto a su personaje Kevin Wendell Crumb de Glass (2019) (esperemos no sea el inicio de un encasillamiento).
Así es como se manejan los dos primeros tercios de Speak No Evil, encauzando una historia de suspenso hasta los límites de la paciencia hasta que el esperado giro es revelado. Y es justo aquí cuando el filme pasa de ser una propuesta hasta ese momento interesante, a convertirse en un remake más del montón, en el que deja de ser un thriller para convertirse en una película convencional de gato encerrado, con un estira y afloja que por más que se esfuerza en ser intrigante ya no lo logra, y que deja un sabor agridulce a la audiencia pues parecía que lo que estaban construyendo daba para algo más.
Lo curioso fue que, como buen remake hollywoodense, esta versión se esfuerza por tener una personalidad algo distinta a su inspiración, es decir, el guion no es totalmente el mismo y el director británico, James Watkins, quiso darle su propio toque. El problema aquí fue que ese “cambio” es el distintivo que hace de la cinta danesa un filme digno de contar y de ser experimentado (y por lo cuál probablemente se decidió hacer un remake) y que sea precisamente ese giro el que es modificado es bastante obvio aún si no has visto la versión original.
Es justo aquí cuando Speak No Evil decae, pues como ya mencioné antes, se transforma de género y nos entrega en su lugar una historia muy típica con un final muy hollywoodense, que aunque no por ello lo hace la peor película, sí le quita bastante mérito dejándola como una más del montón.
Speak No Evil no es en realidad una película aburrida, pero sí una que nos ofrece mucho menos de lo que venía prometiendo y que confirma una vez más que los remakes son innecesarios no porque vienen tan solo 2 años después de su original, sino porque son robados de su principal esencia y evangelizados por un toque Hollywoodense que los hace menos únicos e interesantes.
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