Tesoros ignorados: “Locke” o “Mad Max: Estrés en el camino”
En un futuro post-apocalíptico no muy lejano, Tom Hardy se colocó detrás del volante para enfrentarse a tormentas tóxicas de arena, deformes tiranos, soldados fanáticos kamikaze y toda la artillería que tenían contra él en una carrera a muerte llena de explosiones y guitarras de fuego. En el presente, Tom sube a otro auto para enfrentar algo mucho peor y más atemorizante que todo eso: su propia humanidad y las imperfecciones a la que ésta se encuentra inevitablemente atada, durante la noche más difícil de su vida.
Genialmente escrita y dirigida por Steven Knight (Hummingbird), Locke (2013) nos sube al asiento de copiloto de Ivan Locke (Hardy) quien, después de haber recibido un urgente mensaje, emprende un recorrido nocturno de Birmingham a Londres, abandonando el proyecto más importante de su carrera y alejándose cada vez de su familia y de la perfecta vida que había formado. A través de un sinfín de llamadas telefónicas durante el viaje, Ivan hará una fuerte confesión a su esposa a la par de que tratará de evitar que su trabajo y vida se desmoronen debido a un error que cometió unos meses atrás. Completamente consciente del desastre que está creando a su paso, se encamina al peor lugar para él en ese momento porque su fuerte sentido de responsabilidad no le permite dejar de hacer lo correcto. Esa es su decisión y hacia allá va a conducir.
Quizá hayan notado que no mencioné a ningún otro actor en el reparto, y es que ese es uno de los elementos que hace la experiencia de “Locke” tan notable: un solo actor en escena de principio a fin, cuya interacción con los personajes secundarios es a través de conversaciones telefónicas, por lo que lo único que conoceremos de ellos es su voz. Honestamente, eso fue lo que me enganchó de esta película cuando la descubrí y entonces sólo podía pensar en dos opciones: que fuese un absoluto desastre o una maldita obra maestra. Cuál sería mi sorpresa que transcurridos los primeros 10 minutos del viaje, yo ya no estaba en mi sillón sino dentro de un automóvil viajando a Londres, escuchando atentamente a todas las conversaciones que me dejaban visualizar los diferentes aspectos que componían la vida de Ivan y cómo se iban desmoronando uno por uno. Tenía yo un asiento de primera fila al desastre humano, pero la inmersión no acabó ahí.
Conforme la noche de Locke se pone más intensa emocionalmente, más intenso es el sentimiento de empatía que desarrollas hacia el héroe en desgracia. Es inevitable ponerte en su lugar, saber si serías capaz de hacer lo correcto por más difícil que parezca esa decisión, comienzas a poner rostros y escenarios a las voces en el teléfono y desarrollas el mismo apego o repudio que Ivan siente hacia cada uno de ellos. Tu mente completa los espacios en blanco y acabas creando una historia compleja y rica, más que la que esperabas una película con un solo personaje y escenario pudiera darte.
Se pueden apreciar y sentir hasta el alma cada una de las emociones por las que tuvo que pasar Tom Hardy en el rodaje de esta historia. El enojo, el estrés, la tristeza, la decepción de si mismo y, más que nada, la convicción de hacer lo correcto. El deterioro físico que presenta Hardy hacia el final, hace aún más real esta experiencia y logra consagrarlo como uno de los mejores actores de esta época. Aunado a esto, la innovadora y valiente propuesta de Knight al grabar una historia confinada al espacio que dan las cuatro puertas de un auto, hacen de este largometraje algo completamente único y que vale la pena ver. El proceso de filmación fue igualmente poco convencional ya que durante 6 días, Hardy grabó su parte de principio a fin dos veces cada noche. El resto de los actores (Ruth Wilson, Andrew Scott, Tom Holland, Olivia Colman, entre otros) fue alojado en un hotel, desde el cual hacían las llamadas al actor al momento, interacción que hace aún más auténtico todo. Y, por si todo esto fuera poco, Hardy grabó enfermo de una gripa tan fuerte que tuvo que ser incorporada a la historia. Christopher Nolan recientemente dijo que ponerle una máscara a este actor, saca una interpretación más intensa y real de él. Se equivoca, sólo hay que encerrarlo en un auto.
Con una ominosa placa de auto que deletrea sutilmente la palabra “Adiós”, el viaje dentro del auto de “Locke” nos hace cuestionarnos nuestra propia naturaleza y convicciones. Te hace ver que la mayoría de las veces tu mente se va a los lugares más oscuros al imaginar qué será de ti y qué te depara la vida. Pero la mayoría de esas ocasiones no todo acaba tan mal.