‘The Cloverfield Paradox’: El futuro que anhelamos 10 años antes
Antes de abordar el futuro, es importante que recordemos el 2008 y la llegada de Cloverfield, película que sin duda se volvería de culto para todo un fandom que se interesó por el universo que se creó en torno a ella. Dirigida por Matt Reeves, escrita por Drew Goddard y producida por J.J. Abrams, la historia nos contaba el inicio de la aparición de una enorme criatura en la ciudad de Nueva York, a través de la handycam de un grupo de amigos.
Dos elementos que destacaron fue el gran manejo de la cámara, y su campaña de marketing sumamente inteligente y misteriosa. Logrando volverse viral, generando una expectación enorme; Una idea que surgió durante la visita de J.J. a una tienda de juguetes en Japón, que tomaría forma gracias al artista Neville Page, y que terminaría siendo un rotundo éxito, tanto con la crítica, como en taquilla, alcanzando los $171 millones en todo el mundo. Pero no todo fue perfección, ya que uno de los comentarios más recurrentes en su momento, fue la falta del origen de la criatura, y sí, no existió una de manera clara, pero se dejaron algunas pistas, entre sitios web con easter eggs, la creación de una compañía ficticia (Tagruato), el Slusho!, un manga especial, entre otras, siendo la más clara el audio post-créditos, lo que llevó a muchos fans a esperar la secuela/precuela obligada.
Pasaron los años, no había indicio de algo nuevo, hasta que en 2016, y no de la manera que se esperaba, Abrams anunciaría la llegada de 10 Cloverfield Lane. Dirigida por Dan Trachtenberg, se estrenó solamente dos meses después de su primer trailer, y nos colocaba ocho años después del incidente en Nueva York. La historia se centra en tres personajes: Michelle (Mary Elizabeth Winstead), quien se despierta en un búnker propiedad de Howard (John Goodman), hombre que la rescataría de un accidente automovilístico y la cuidaría debido a un “ataque masivo” que contaminó el mundo, o buena parte de él. Dentro de esta guarida también vive Emmett (John Gallagher Jr.), quien llegó voluntariamente luego de ver un “flash en el cielo”, sembrando la duda de una invasión extraterrestre. Con esa premisa se desarrolla una alabada historia misteriosamente turbia, y que para muchos provocaba más dudas que respuestas dentro de este universo cinematográfico.
Obviamente no profundizaré más, mucho menos daré las respuestas que ya se han encontrado, pero ambas cintas tienen un vínculo mucho más importante del que a simple vista parecerían tener. Pueden visitar la Wiki correspondiente o ver los cientos de videos sobre las distintas teorías en YouTube.
Llegaría octubre de 2016, y con él, God Particle; Proyecto que comenzó como un guión sin relación aparente al “Cloververse”, lo único que se conocía es que giraría en torno a un grupo de astronautas, y estaba siendo escrito por Oren Uziel y Doug Jung. Su supuesta fecha de estreno sería el 20 de abril de este año, pero exactamente a las 16:26 hrs del 4 de febrero de 2018, sin esperarlo, sin teasers o trailers, sin nada más que rumores, Netflix y Bad Robot dieron la sorpresa del día, seguramente del mes, una de las mejores jugadas publicitarias para una película: The Cloverfield Paradox se estrenaría inmediatamente después del Super Bowl en la plataforma de streaming.
Buena parte del fanbase explotó. Dirigida por el nigeriano Julius Onah, con un elenco de primer nivel con talento como Daniel Brühl, Elizabeth Debicki, Aksel Hennie, Chris O’Dowd, y más, y un presupuesto de $45 millones de dólares, todo parecía apuntar a un proyecto al que se le podían poner altas expectativas.
Suspenso y ciencia ficción, inclusive me atrevería a decir que por momentos juega con el terror, géneros unidos para darle nueva fuerza a esta popular franquicia. Y aquí es donde se torna complicado poder hablar de la historia sin dar spoilers, porque prácticamente toda la trama lo es de alguna u otra manera, pero lo podría resumir en la pregunta ¿Cuántas veces hemos visto a la tripulación de una nave ser alcanzada y aterrorizada por la Física?…
No hay un monstruo, mucho menos un extraterrestre, es simplemente, y citando una frase de Alicia en El País de Las Maravillas: “Nada sería lo que es, porque todo sería lo que no es. Y en sentido contrario, lo que es, no sería. Y lo que no sería, lo sería”. Todo ocasionado por un fallo en una especie de colisionador de hadrones (máquina que busca recrear el instante posterior al Big Bang, y con ello comprender la composición de la materia y la interacción entre las partículas) instalado en una estación espacial (Cloverfield Station), cuyo objetivo es generar un nuevo tipo de energía.
Si bien funciona como un vínculo bastante obvio entre sus predecesoras contestando varias preguntas, no de manera tan literal, también genera algunas otras, en su mayoría ocasionadas por sus puntos más débiles: el desarrollo del guión y la dirección. Introduce un tema complejo, pero no por eso difícil, una paradoja espacio-tiempo que termina por establecer una lógica de “todo se vale”, lo cual afecta más que beneficiar, y es que hay tantas buenas ideas (algunas pobremente desarrolladas), personajes con dilemas morales y emocionales (algunos mal desarrollados, lo que ocasiona que sólo se puedan definir por raza), y tantas situaciones ocurriendo, que por momentos se siente forzada, como si la cinta se exigiera ser más inteligente, buscando introducir conceptos más complicados a los que toca Interstellar.
El ritmo es bastante rápido, nunca nos da descanso, por lo que es difícil sentirse aburrido, al contrario, se pudieran pedir algunos para poder procesar la temática física. Visualmente está bien realizada, cumpliendo con el que creo es uno de sus objetivos, ser una atractiva “Popcorn Movie”. Y no por eso es una producción mala o un desperdicio de tiempo, es una película un tanto desordenada que dentro de su propio desorden provoca un sinfín de posibilidades para la franquicia. Y es que si bien Cloverfield no es la mejor película, sí es única y desafiante; 10 Cloverfield Lane resulta una gran pieza cinematográfica; Cloverfield Paradox la podríamos definir como ambiciosa, rara y divertida, se arriesga a proponer todo un cuarto de juegos con cierto sustento, que entusiasma pensar lo que se podría lograr con este universo.
Mención especial al compositor de la música, Bear McCreary, no por nada fue el encargado de musicalizar God of War. Pero sobretodo a la escena final… Por lo pronto, a esperar a octubre por Overlord, y a sacar el pizarrón, hilos e imágenes para empezar cerrar o abrir nuevas teorías.