The Devil all the Time: Una maquiavélica y reconfortante fábula americana
Quizá sea el diablo, pero existe algo raro y atrayente en el último y relevante estreno de Netflix, The Devil all the Time, que te mantiene inmerso en su relato a pesar de su irregular narrativa. Basada en la novela de Donald Roy Pollock y dirigida por el prometedor pero más pasional que funcional, Antonio Campos, esta fábula de historias cruzadas irónicamente peca por su pintoresca pero poco estructurada perspectiva sobre la maldad, pero al mismo tiempo se redime por la siniestra impresión de la misma a través de un histrionismo sobresaliente (en la mayoría de los casos), y por un elemento que hace un excelente contrapeso a esta serie de situaciones tétricas y fortuitas: la narración voz off.
Quizá el principal valor film sea la conexión romántica con su obra original, y es que la narración, único elemento presente de principio a fin, se convierte en la principal protagonista de la cinta agregando complejidad y estructura al personaje o personajes en turno. Un recurso bien aprovechado por Campos, y es que el narrador es la misma voz del autor, Donald Roy Pollock, el cual surte dos efectos: el primero y gracias a su tenue tono de voz, hacernos sentir cómodos(as) a pesar de las oscuras y trágicas situaciones, lo cual surte el raro efecto de ese contrapeso entre lo siniestro y la sensación de paz que provee su fastuosa dicción: el segundo, la descripción de detalles, panoramas y pensamientos de sus personajes, que dan una tridimensionalidad que parece faltar en la misma estructura de los personajes en el guion, resultado de un salto forzado entre sus historias.
Dicha irregularidad parece ser más culpa de la dirección y posterior edición de un novato Campos, el cual busca de manera astuta puntos estratégicos para incrustar escenas de índole “perturbador”, que más allá de surtir el efecto esperado como reflejo de la maldad de sus personajes, también son una herramienta que desesperada y obviamente busca tapar los hoyos que dejan esos “saltos” entre historias. Un error de adaptación que quizá se deba a la mera naturaleza de la obra (la cual dan muchas ganas de leer), es notorio la predilección de Campos por unas historias más que otras, lo cual causa un desequilibrio, desatención y falta de estructura a algunos de sus personajes.
Por otra parte y rescatando algo con lo que mucha otra parte de la crítica no ha recibido bien, es el valor visual que Campos ha provisto a la obra de Pollock, materializando la maldad con una serie de simbolismos que dejan en claro la influencia sobre y para con lo espiritual, y de manera muy loable logrando picos y varios semi clímax a lo largo de su trama que resaltan sobre todo en su primer y último acto. Siendo también su introducción y cierre lo mejor del film, el efecto de satisfacción en cuanto al producto en general se eleva, teniendo un arco final bastante bien logrado y de nuevo, auspiciado con esa confortante voz del autor.
Las actuaciones es un rubro a destacar, y es que si algo suaviza las fragilidades narrativas del relato son algunas de las químicas y registros siniestros que logran algunos de sus personajes. Sin duda los mejores son Bill Skarsgard (un personaje complejo y trágico del que el guion se hace cargo de redondear hasta el arco final), Tom Holland (un medio protagónico que permite al actor sacudirse ese estatus de payaso y cómico con un tono dramático interesante y bien sustentado), y Robert Pattinson, este último logrando el villano más tétrico y maduro del film con un desempeño que de nuevo denota el por qué se ha convertido en uno de los mejores jóvenes actores de los últimos años. Por otra parte algunos de los personajes castigados por la poca estructura del guion son los de Sebastian Stan, Riley Keough y Jason Clarke, mientras que personajes como los de Harry Melling parecen más nefastos por la sobreexposición de su arco, dando una sobreactuación que casi es insoportable.
En general, The Devil all the Time es una propuesta que destaca por ser distinta a muchos de los otros productos de Netflix, pero también por cinematográficamente ser ambiciosa y muy bien actuada. Quizá a Campos le falte pulir más su ritmo narrativo, o bien seleccionar un proyecto futuro que no requiera tantos arcos e historias para alcanzar la misma calidad que demostró ya con la serie The Sinner, pero en general los resultados son interesantes y ciertamente maquiavélicos. Lo mejor, insisto, la narración voz off, un ejemplo de cómo debe ser usado para ensalzar la narrativa y no para redundar en ella