The Meyerowitz Stories: Tan disfuncional como la propuesta fílmica de Netflix
La disfuncionalidad familiar narrada en el nuevo film de Noah Baumbach claramente se extiende no solo al estatus fílmico de Netflix durante 2017, sino también al quehacer artístico del mismo joven cineasta que parece haber sido parido, influenciado y traumatizado (para bien y para mal) por dos figuras paternales, de las cuales en su intento desesperado por independizarse, acaba haciendo un pastiche metódico y con poca gracia a partir de sus enseñanzas.
Seleccionada y sentenciada en el pasado Festival de Cannes como una propuesta sin ton ni son, The Meyerowitz Stories es el décimo film del llamado en algunos círculos como “el nuevo Woody Allen” (mote sobrevalorado y aún inmerecido), joven cineasta y guionista que ganó cierta relevancia tras su Frances Ha y la colaboración en el guion en un par de cintas de Wes Anderson. Allen y Anderson, dos padres exhibidos en contexto y forma a través de las carencias narrativas de su accidental vástago, el cual parece tomar el histérico frenesí de los personajes, diálogos y situaciones de Allen para mezclarlos en el molde expositivo de Wes, tras una progresión de hechos y vinculación de historias muy similares a las ya vistas en cintas como The Royal Tenenbaumns.
Es tan obvia la conjunción de ciertos elementos para el cinéfilo conocedor de la obra de estos incidentales relativos, que la tarea del crítico se simplifica de manera brumosa en aras de discernir acerca de la historia de 3 hermanos y sus “daddy issues” hacia con el infantil, excéntrico, egocéntrico y desinteresado comportamiento de su padre, un artista plástico que cae gravemente enfermo. Afectados por los continuos divorcios, el desapego, la expectativa, el fracaso y la nostalgia, estos 3 personajes convierten la convencionalidad en circunstancial cuando una serie de eventos los hagan pasar por un proceso de aceptación frente a la crisis que representa perder a esta enfermiza pero apegada figura paterna.
Si bien Baumbach logra profundizar en dos de tres ocasiones gracias a la simulación del modus operandi “Allen”(con largas, espontaneas y divertidas situaciones basadas en el dialecto y carisma de sus actores), el pecado del director se resume en el desequilibrio y poco cuidado que este presenta frente a detalles manifiestos y urgidos por atender, por ejemplo con algunas tangentes abiertas pero nunca cerradas con respecto a la figura paternal y con la tercera hermana, esta última un elemento exageradamente irrelevante que incluso pueda llevar a que algunas extremistas feministas puedan acusar al film como opresor y contundente patriarcal, frente al desapego e irrelevancia del personaje femenino. Para el objetivo de esta crítica la tendencia social no es relevante, pero si el desentendido aspecto del desequilibrio narrativo.
Con un tono tragicómico que envuelve a esta atípica y colorida metáfora de la disfuncionalidad familiar americana, Baumbach gracias a su experiencia lanza algunos momentos ocurrentes llenos de una chispa genética 100% heredada, no por su desnivelado libreto (y una edición que en su pretensión por ser fresca termina por ser horrenda), sino sencillamente porque el Junior parece justificar y descansar en su dirección actoral y talento histriónico a su alcance.
La dosis de humor e histeria interpretativa es en definitiva el principal baluarte del film. En un primer plano tenemos a Adam Sandler que se mueve como pez en el agua en este tipo de relatos, proveyendo un personaje tan desesperanzador como humano (El personaje tipo “Woody Allen” para esta ocasión). Por otro lado tenemos a un Ben Stiller repetido pero satisfactorio, el cual junto con Sandler logran la química más asequible del film. La triada patriarcal es complementada por un Dustin Hoffman coherente y cautivador hacía con el argumento, una figura tan exasperante como divertida y avanzada de edad en el que recaen todo el motif y las “Historias” a las que refiere el film.
Por otra parte en el rubro femenino intenta ser reivindicado a partir de la inclusión de la nieta-hija-sobrina que parece ser la heredera artística del “Patriarca”, pieza débil y hasta en momentos ridícula dentro del contexto “veraz” que se quiere transmitir, y de la que uno termina por cuestionarse si aquello era totalmente necesario (usted lo entenderá al ver a una muy linda y sobrexpuesta Grace Van Patten).
El cuadro actoral es complementado por algunos cameos (porque hasta en eso hay que parecerse a sus progenitores), entre los que destacan los de Adam Driver y Sigourney Weaver
The Meyerowitz Stories no contiene la gracia, frescura o emotividad de Anderson (mucho menos su cuidado estético, algo no heredado de padre a hijo), ni mucho menos la desfachatez y acidez de Allen en sus mejores tiempos, pero gracias a la sapiencia y ritmo de Baumbach termina por ser un producto apenas disfrutable que irónica y lamentablemente también se convierte en una de las mejores propuestas fílmica originales de Netflix en lo que va del año
Hay un dicho que quizá ejemplifique el grado de expectativa que usted debe aprender en cuanto a producciones originales de Netflix se refiere: No le pidan peras al olmo
2 Comments
Cierto, Netflix parece no acertar cuando se trata de largometrajes; entendió el lenguaje “episódico” de las series, pero la “redondés” de una película completa aun se le escapa a sus contratados.
Un gusto leero, amigo Fett.
Concuerdo mi estimado en su punto de vista, así como en el gusto de leerlo siempre por acá
Saludos y gracias por pasar y comentar