The Northman: Robert Eggers cabalga hacia el Valhalla
Semanas antes de su estreno, el mismo Robert Eggers se había expresado de manera negativa en torno a la producción y corte final de su nueva cinta “The Northman”, declarando que nunca volvería a filmar bajo las órdenes de los altos mandos, a los cuáles acusó de entrometerse en el montaje final y en algunas decisiones sobre la historia. Si bien esto causó dentro la comunidad cinéfila un inminente descenso en cuestión a las expectativas, lo cierto es que a pesar de los cortes que “pudieron o no hacer”, la venganza de este vikingo no solo se erige como una potente odisea de simple pero firme narrativa, sino que manifiesta (al menos durante tres cuartos de su metraje) toda la esencia a la que el joven Eggers nos tiene acostumbrados desde The VVItch y The Lighthouse
Entonces ¿Es esto un producto afectado por las productoras y distribuidoras? Si es así, lo que más deberíamos esperar tras ver The Northman, es el “Corte del Director”, por qué aún con estos impedimentos estamos ante un notable ejercicio que combina aventura, folclor, terror y sangre, mucha, mucha sangre.
Los fundamentos de la trama son sencillos y hasta en cierto aspectos “shakesperianos”, pues es notable la influencia de relatos como Hamlet y/o Macbeth (Hamlet se encuentra basado en el relato del Amleth, el rey escandinavo): rey vikingo muere a manos de su hermano, y el heredero dado por muerto se exilia; alertado por visiones y brujos(as) de una profecía, el vikingo buscará su venganza contra aquellos que le arrebataron todo. Sin embargo, y tras el establecimiento de los personajes principales, Eggers despliega una serie de surreales escenas que dan forma a su protagonista y a su entorno, dando un trasfondo al folclor nórdico, sus tradiciones, costumbres y también “horrores” bajo su muy particular sello estético y narrativo (con toques del género de terror).
Es notable el dominio que ejerce Eggers durante al menos la mitad de su metraje. Su acto introductorio es dinámico, brutal, violento y repleto de un horror “folclórico” apremiante, agregando sustancia incluso a lo ya visto en otros argumentos símiles de Shakespeare; el cineasta continúa con este nivel imprimiendo un halo de suspenso en la huida y primer evolución – crecimiento de su protagonista, dotando a este de un creíble desarrollo físico mediante escenas que presumen una ostentosa y brillante dirección, en especial a la hora de encausar un par de soberbios planos secuencia que manifiestan el salvajismo nórdico.
Mencionar que a pesar de los “cortes” y manteniéndose de manera astuta en una clasificación “juvenil”, Eggers no escatima en asesinar, descuartizar, quemar, cercenar a hombres, mujeres, niños y animales, empatando de manera sobria los fundamentos históricos sobre la cultura nórdica y la importancia de la guerra, la conquista, los rituales y su costumbre del más fuerte, sin demeritar el lado femenino que tendrá singular impacto y fortaleza conforme la trama avance (recuerden las agendas sociales, que aquí son bien desarrolladas).
Pero a pesar de la calidad estética, el mejor valor narrativo de Eggers no es la sangre, sino los lazos que forma la misma. Lo mejor de The Northman es que su venganza escapa del cliché y del convencionalismo del “bueno” y el “malo”, presentando una dualidad en todos sus personajes, bien definidos y que retoman fuerza no solo gracias a los planos surreales sobre sus mitos y creencias, sino principalmente recayendo en las emociones y sentimientos humanos, los cuáles se desbordarán de manera precisa y emocionante hasta llegar a un modesto pero aun así impactante y bien construido giro de tuerca, en el que el personaje da un nuevo sentido a su profecía y destino.
Pero no todo es perfecto, y es después del mencionado buen giro donde se obvia la pérdida del control de Eggers sobre su propio relato, y en donde se manifiestan los intereses mediáticos, comerciales y tendenciosos de las productoras, al incluir de manera un poco fortuita y sin un trasfondo digno de los otros personajes, al personaje femenino principal (Anya Taylor Joy), una esclava y “medio bruja” que servirá no solo de interés romántico, sino también de nexo entre el salvajismo del protagonista y su retorno hacía la humanidad, la compasión, el amor y la final redención.
Forzado es el calificativo indicado para describir el último tramo del metraje (y predecible, pasado ya el giro y dada la naturaleza del relato y de sus propias “profecías), a pesar de que este es engalanado por un buen clímax de acción y duelo final en los interiores de un volcán. Pudiera parecer incluso que estos últimos 20 minutos fueron dirigidos por otra persona, pues hay muy poco de Eggers en ellos.
En cuanto a sus actuaciones, destacar que el tabique de Alexander Skarsgård por fin ha encontrado un papel a su medida, repleto de musculos, gritos y violencia, no se necesita más. Si bien Taylor Joy se ve demeritada desde el guion, hay que aplaudir a la verdadera fortaleza femenina del relato, una Nicole Kidman que se luce gracias al buen trasfondo de su personaje. Por su parte Ethan Hawke, Willem Dafoe y Bjork convierten a sus casi “cameos” en importantes momentos para la trama
Pese a esto, estamos hablando de una película técnica y narrativamente notable, que califica como otro triunfo de un cineasta que cabalga hacia el Valhalla y hacía convertirse en un gran cineasta, y que de nuevo usa el folclor y ciertos elementos del terror como sus armas predilectas. Tres de tres para Robert Eggers, incluso la buena calificación de su “Hombre del Norte” pudiera mejorar en el ya “augurado” corte del director, que como una profecía nórdica, promete redimir las fragilidades de una historia que de manera literal, deja a su audiencia con un nudo en la garganta, incapaz de transmitir ningún sonido tras el comienzo de sus créditos finales