Venom: Let There Be Carnage: El simbionte se resiste a irse.
Para Andy Serkis la dirección no era algo nuevo, pero fue su experiencia en la captura de movimiento, algo en lo que el británico es un experto, lo que finalmente fue decisivo para su selección como director en esta esperada secuela. Si bien al final de Venom (2018) quedó abierta la posibilidad de una secuela, las malas críticas que recibió casi sepultarían tal intención, pero gracias a la taquilla recibida hoy es que se estrena Venom: Let There Be Carnage.
Situados apenas unos meses después del final de la primera entrega, vemos a Eddie Brock (Tom Hardy) tratando de mantener una sana convivencia con su huésped Venom, situación en la cual al parecer ya se encuentra más adaptado. Mientras tanto vemos a Cletus Kasady (Woody Harrelson), un cruel asesino serial a quien vimos al final de Venom y que está en espera de la pena de muerte en la prisión de San Quintín. Pero este psicópata, a pesar de asesinar despiadadamente y sin al parecer ningún remordimiento, tiene una fuerte motivación la cual terminará convirtiéndose en su debilidad, y es de ésta de donde Serkis se cuelga para crear una débil línea argumental.
El origen o explicación de la patología de Kasady nos la muestran de manera original pero burda; creo que se pudo explotar más a este personaje, y más con un actor como Harrelson quien parece disfrutarlo demasiado, pero en esta historia llevaban prisa (apenas tiene una duración de 97 minutos con todo y escena postcréditos) y no hay lugar para explicaciones.
Regresando con Eddie, como periodista desea volver a impulsar su carrera, situación que lo lleva a visitar a Cletus, y es aquí donde ocurre el hecho que dará origen al villano; Cletus comienza a provocar a Eddie y su simbionte se altera, lo que deriva en un forcejeo donde al final de alguna manera algo de Venom pasa a Cletus. Eddie se retira desconcertado y de ahí en adelante el orden de su vida cae en picada, al grado de pelearse y separarse de su simbionte tal cual como un matrimonio que lleva años casados.
El escape de Kasady de la prisión se da el día de su ejecución, que ya como Carnage va al Instituto Ravencroft en busca de su amada Frances Barrison (una Naomie Harris repitiendo su papel en Piratas del Caribe y muy desperdiciada), mientras tenemos a un Eddie con el ánimo por los suelos y el detective Mulligan cada vez más desconcertado por todos los cabos sueltos que trata de unir; estos son los eventos que derivarán en el acto final de la película, quizá la única parte que vale la pena, una aparatosa batalla entre Venom y Carnage que fuera de un despliegue de buenos efectos especiales, no nos aporta nada más. Si, al final es lo esperado, y quizá lo que la mayoría de los fans deseaba, pero toda la película se trata de fragmentos de historias inconclusas, mal ejecutadas y poco interesantes. Lo más rescatable sigue siendo, además de esa batalla, los diálogos entre Eddie y su simbionte.
Para concluir, esta película se siente como un mero trámite, pretende dar continuidad a la anterior pero no lo logra. A pesar de contar con buenos interpretes todos son muy desperdiciados (Michelle Williams en particular), y pareciera que todos están ahí solo para cumplir con esta propuesta que deja abierta la puerta al personaje para futuras entregas.
La escena postcréditos les volará la cabeza a los fans, o a aquellos que disfrutaron la primera parte; pero si no te gustó esa primera lo mejor será que evites ésta, es un poco más de lo mismo (aunque se agradece que sea corta) y de cualquier manera se enterarán de lo que sigue. El simbionte llegó para quedarse.
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Una BASURA de película. Lo mejor es la escena postcréditos.