War Machine: Inoperante y aburrida maquinaria marca Netflix
Yo estoy muy agradecido porque Netflix haya entrado a mi vida y a mi hogar (Y con mi cuñado que me comparte su cuenta). Porque no solo tiene excelentes series, sino también un excelente catálogo de documentales y por supuesto, uno que otro clásico que se deja ver, pero principalmente porque en el último periodo (algunos meses), han levantado tanta expectativa con sus “películas originales” repletas de prometedores repartos, que al final no me hacen desperdiciar mi dinero en una entada de cine, palomitas, sodas, estacionamiento y cualquier otra chuchería por querer ver estas estupideces.
War Machine se estrenó la semana pasado para el beneplácito de los suscriptores. En el banquillo cuenta con la dirección del australiano David MIchod, cineasta indie que en 2010 sorprendió a medio mundo con la soberbia obra de corte gansteril Animal Kingdom, y que en 2014 bajó sus bonos con la no menos interesante pero si fallida The Rover. Para su tercer largometraje, ha decidido que esta vez su obra no será ignorada por las distribuidoras y ha aceptado el trabajo de adaptar el libro de Michael Hastings para posteriormente y fiel a su costumbre, también dirigirlo.
El problema de War Machine se resume en una falta de identidad y cohesión entre sus elementos y tonos narrativos. Por un lado tenemos una comedia satírica, por el otro una crítica dramática y en medio de estos dos, un héroe paródico que no logra encajar en ninguno. La división de dicho tono argumental es tan evidente que es bobo, teniendo a nuestra primera hora de metraje como una disfrutable ironía bélica actual con ecos al M.A.S.H. de Rober Altman, mientras que el acto final es infestado de peso trágico para tratar dentro de toda su “burla”, hacer desesperadamente a la historia creíble.
De hecho estamos siendo testigos de una historia real (con exageraciones y cambios de identidades), donde un veterano general, laureado por sus acciones administrativas en la guerra de Irak, es llevado a Afganistán para poner un orden entre las tropas y hacer que el conflicto tenga sentido, lo que nos lleva al hilo conductor de la narración, hacer que una invasión tenga una justificación lógica.
La idea es buena, el material parece ser intrigante, sin embargo Michod se muestra con una tibieza exasperante no sabiendo definir “¿Que quiere su película?” ¿Quiere ser una exposición humorística del sin sentido de las invasiones a medio oriente? ¿Quiere ser una biopic no oficial centrada en un personaje propositivamente exacerbado y pintoresco? ¿Quiere ser un panfleto de cómo algunas fuerzas armadas estadounidenses buscan el real beneficio para estas comunidades? ¿Quiere mostrar seriedad en los traumas de las jóvenes tropas puntuando las diferencias raciales e ideológicas? ¿Quiere ser una crítica y burla hacia los sistemas políticos en la administración de Obama y en general del gobierno gringo? Si usted está confundido tras estos cuestionamientos, créame cuando le digo que quedará aún más desorientado tras ver el film.
Si bien la primera parte funciona por momentos tras una larga introducción, el recurso voz off que hasta ese momento provisto de diálogos inteligentes y finalmente una buena dirección de arte, soundtrack e interacción actoral estables, que hacen ver a Michod como un torpe pero bien intencionado remedo de Altman, es para su corte dramático donde toda la intensión se pierde. El relato no cuenta con un clímax, factor emocional o tan siquiera moraleja sustancial, exasperantemente buscada y nunca encontrada, y que ahora la irritante voz busca encajar de manera forzada y artificial.
Si algo podemos rescatar de esta máquina inoperante es a Brad Pitt, el cual luce con un papel en teoría avanzado a su edad, basado en un humor corporal y de gesticulación que, siendo el único favorecido de un trasfondo, despliega un personaje tan entrañable como incomprendido, que al igual que el film, funciona solo por una hora (en el lado satírico), dejando posteriormente que el tono dramático sea ajeno al manejo histriónico propuesto por el libreto y su dirección. Mala suerte
Del demás reparto nada es sobresaliente, meras tuercas mal apretadas, planas, sin humor o relevancia para una maquinaría que parece operar solo uno. Verán a Ben Kingsley con algunos gestos de humor (Muy similares a su personaje en Iron Man 3), a Tilda Swinton haciendo nada y a Topher Grace como el inútil que siempre ha sido ¡Ah! Y un cameo de Russell Crowe.
En conclusión, War Machine no jala. En toda su pasión por querer ser crítica, sátira, parodia, comedia, drama, copia, discurso político – bélico, no es más que un difuminado y débil ejercicio en todos sus rubros del cual Netflix nos ha salvado, pues al menos podemos apagarle al televisión o echarnos a dormir y no salirnos de una sala habiendo desperdiciado nuestros preciados recursos.
P.D.: La realidad es que siempre he pensado que Netflix está sobrevalorado
3 Comments
Coincido. Me dormi al rato. Me parecio como una cancion de cuna. Ni se como terminó y ni loca la veo de nuevo.
Sabia decisión estimada
Muchas gracias por su experiencia y comentario
No teneis ni zorra