Altered Carbon: Un reto al intelecto

Si bien Netflix ha revolucionado el mundo del entretenimiento en general, su apuesta por contenidos originales no siempre ha salido triunfante. Por cada excelente serie en alianza con Marvel hay un Marco Polo o un Hemlock Groove para generar bostezos; no obstante, la visión empresarial del amo y señor del streaming no le hace quitar el dedo del renglón.

Ahora que el Imperio del Ratón Conquistador ha anunciado que irá tras de su rebanada del pastel on demand, Netflix ha de contar con contenidos propios de calidad que le permitan suplir los materiales que Disney prestará en su propia plataforma. Altered Carbon, su producción más ambiciosa hasta ahora, sin duda es la respuesta a estas necesidades. Y, francamente, lo ha conseguido.

¿De qué va?

Basada en la novela homónima de Richard K. Morgan y producida por Laeta Kalogridis, narra un futuro distante en que la conciencia humana ha podido ser digilatizada en dispositivos llamados pilas, lo que permite al hombre vivir eternamente transfiriendo su mente a otros cuerpos, ahora llamados fundas.

Aunque semejante proceso ha dado lugar a un progreso tecnológico acelerado, un grupo armado rebelde conocido como Los Enviados, prediciendo que una sociedad donde exista la inmortalidad está condenada a la degeneración y a la desigualdad, lucha por detener este nuevo orden mundial, conocido como El Protectorado. Son derrotados, siendo su único superviviente el soldado Takeshi Kovacs (Will Yun Lee), cuya conciencia es puesta en congelación.

Doscientos cincuenta años más tarde, Kovacs es colocado en un nuevo cuerpo (Joel Kinnamann), y debido a sus habilidades en combate e investigación, es contratado por Laurens Bancroft (James Purefoy), el hombre más rico de todos los planetas habitados, para resolver el misterio de su asesinato, pues su cuerpo anterior y su pila fueron destruidos pero al final sobrevive gracias a un respaldo de su conciencia digitalizada y un nuevo cuerpo clonado, algo que solo los más ricos e influyentes pueden lograr. Bancroft desea saber quién lo quiere muerto definitivamente.

La búsqueda de Kovacs lo hará encontrarse con la detective Kristyn Ortega (Martha Higareda), quien no está contenta con la presencia de un antiguo terrorista en las calles.

Un futuro sombrío

Los Enviados, en efecto, no estaban equivocados. La posibilidad de la vida eterna y cuerpos ilimitados, para quien puede pagar por ello, ha polarizado a la humanidad en dos grupos antagónicos: los llamados mats, millonarios inmortales que habitan, literalmente, en palacios en el aire, y los terrícolas, o sea, el pueblo en general, que vive a merced de las depravaciones de los mats.

Para horror de Kovacs, la sociedad está inmersa en las peores perversiones. Asesinar “fundas” por el mero placer de hacerlo, comercio sexual virtual a instancias de la conciencia digital y “clínicas” para la tortura son pan de cada día. Un grupo religioso llamado “Neo Católico” se opone a ello, programando sus “pilas” para no ser “reenfundados” al morir.

La serie acierta al mostrarnos una visión más realista de lo que nos depara el futuro, pues lejos de estructurar una sociedad utópica y escéptica nos sumerge en un mundo tecnificado pero sucio, sobrepoblado y con una moral casi inexistente. Lo mismo hay inmortales millonarios que hospitales con salas de urgencias a reventar.

Un reto Intelectual

La densidad del material original ha hecho que la serie no sea del todo fácil de comprender. Es de esas series que es necesario ver con toda la atención y sin distracciones o el hilo de los hechos narrados se pierde en la confusión. En un mundo donde la inútil familia Kardashian es celebridad, se agradece el reto al intelecto que plantea la serie.

Pero ¿entretiene?

El guion es hábil en cuanto a tener la capacidad de mantener al espectador en vilo. Los giros de tuerca están minuciosamente construidos, siendo adecuados y no forzados. Los aspectos filosóficos y éticos están allí, pero sin pretender ser aleccionadores.

Encontrándonos en un mundo sin reglas ni conciencia, los desnudos integrales y el sexo están a la orden del día. Los fans de Martha Higareda estarán fascinados. La acción y las artes marciales son adecuadas, mostrándonos peleas crudas y duras, sangre y vísceras sin miramientos y las actuaciones son de calidad aceptable, adecuadas al género. Nada destacado pero lo esperado para una serie de sci-fi.

Si bien el guion se torna denso y confuso a ratos, resulta en su conjunto disfrutable.

¿Hay que verla?

Sin duda. Se trata de un parteaguas en lo que a calidad “on demand” se refiere y demuestra que Netflix puede aprender de sus errores. La destaca presencia de nuestra compatriota Martha Higareda es un plus, no lo más llamativo, créanme.

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Acerca del autor

Dr. Dark    

Médico de profesión y cinéfilo de corazón. Amante del buen cine y destructor del que no lo es.


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