Annette: Un incómodo pero gratificante musical

Si alguien se encuentra familiarizado con la obra del director Leos Carax, es imperativo conocer que uno de los objetivos dentro de su lenguaje fílmico es el incomodar a la audiencia por medio de ejercicios visuales y sensoriales que incluso en algunas ocasiones no son parte de la progresión narrativa de sus relatos. Escondido detrás de una corriente “pseudo surrealista”, Carax por lo regular incrusta una metáfora bastante sencilla dentro de una travesía muy machucada por sus propios excesos, baches que pudiesen impresionar de manera auditiva y visual, pero que al final son solo relleno simbólicamente pretencioso en una narración que suele postergase sin ningún límite aparente.

No es raro que la dispar, pero impresionista dirección de su última película “Annette” se haya hecho de su premio en el pasado Festival de Cannes, como tampoco es extraño que media crítica y audiencia se le haya ido a la yugular por tan irregular y polémicamente vacía propuesta. Película inaugural de dicha festividad y ahora estrenada en la plataforma de prime (al menos de manera oficial en Estados Unidos), las razones de esta contrariedad son varias.

Aunque comienza de una manera avasallante y de cierta forma rompiendo la cuarta pared con uno de sus mejores números musicales (y que funge más como un videoclip externo y pegado para comenzar literalmente el show con ayuda de la banda “Sparks”), casi de inmediato nos topamos con un musical carente de “musicales”, o mejor dicho carente de pistas al menos atractivas y con voces tan horribles que tal y como la naturaleza de su cine, retan al espectador a no perder la paciencia. Desconozco si la contratación de Adam Driver responde a esta extensión narrativa en hacerte explotar la cabeza (de mala manera), pero lo que es un hecho es que el actor debe ser nominado como el peor interprete en la historia del cine musical.

A esta inaguantable progresión de desafinadas voces se une un muy débil guion que se preocupa más por encausar polémica en su estética que por desarrollar a sus personajes. Driver, un protagonista que desarrollará a lo largo del film motivaciones, cambios y un trasfondo parental muy complejo, no cuenta con las bases para justificar dicha evolución, quedando básicamente como un “mono” automatizado por una progresión de secuencias sin un trasfondo o un nexo creíble entre ellas (quizá de ahí la simbiosis y el simbolismo con su personaje). Por su parte Cotillard queda como un secundario prácticamente unidimensional, víctima de los trastornos masculinos del protagonista, y que a larga ni alimenta, ni sirve, ni representa ningún motivador a la trama más que otra voz “nada afinada” y un par de desnudos. Meramente artificial.

Carax decide llevar así su relato, en un tono semi romántico que intenta sugerir otra tangente sobre la toxicidad dentro del mundo artístico (el comediante, ella una cantante de ópera). Plana y superficial, el francés quizá haya cumplido su objetivo, y ese es fastidiarnos con la misma sensación “artificial” en la que viven ambos protagonistas. Una de las pistas de esta propositiva narrativa es la llegada al mundo del elemento que contrae el nombre del film: Annette, la bebé de estos dos seres anti paternales que será representada desde un principio como una marioneta.

Annette se convierte en el vínculo hacía con el espectador, un elemento que surreal e irónicamente es desprovisto de humanidad y que al mismo tiempo provee de un halo de ternura, tragedia y empatía desde su primera aparición (además del morbo). Preparado para el crecimiento de la ahora su protagonista, existirá dentro del relato una literal tormenta que cambiará el curso de la narrativa, pasando de un musical dramático y romántico, a un thriller musical.

Tal vez coincidencia o seguramente de manera propositiva (y hasta forzada), es exactamente a la mitad de su metraje cuando Carax da un vuelco de 180° a su historia; no solo mejora sus musicales de manera sustancial (Driver deja de berrear también), sino que la entrada de Annette y del personaje interpretado por Simon Helberg (estos dos si provistos de un trasfondo) se vuelven esenciales para la ahora construcción de un muy elogiable thriller centrado en la ahora siniestra figura “paternal” y las acciones hacía con su “marioneta” y/o hija.

No me encuentro a favor de los experimentos narrativos y sociales que Carax manufactura para intentar de manera obvia hacer una conexión desde lo incomodo hacía con su audiencia, sin embargo debo decir que a diferencia de su horrorosa y anterior cinta (Holy Motors), aquí  su “Frankenstein” musical tiene no solo éxito, sino una recompensa y experiencia cinematográfica avasallante para este segundo acto, y donde la dirección, producción, música y actores mejoran de manera impresionante hasta llegar a un excelente clímax (y a la culminación de su crítica social hacía con los medios y el hipócrita mundo del espectáculo).  La conversión de Annette llegará en el momento preciso a pesar de chocar con ese frágil y mal construido personaje de su padre, haciendo que ese último encuentro se erija como una de las más preciosas y complejas secuencias alrededor de la psicología y las relaciones destructivas entre padre e hija en el cine.

Dando tumbos en la estructura de sus personajes y en el casi insoportable acto introductorio de los mismos, lo sensorial de esta “meta ópera” logra materializarse (así como Annette) hacía su conclusión. Annette como en Cannes creará polémica y sub división de opiniones entre sus espectadores, siendo el factor común una obra que no es adepta a las tibiezas y que en su arriesgada propuesta encuentra hacía al final un mensaje punzante en torno a la relaciones paternales y la toxicidad de la industria del espectáculo.

No se rinda en los primeros 60 minutos, pues la recta final hace que cada maldito segundo invertido haya valido la pena.

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Acerca del autor

El Fett   @El_Fett   cinescopia.com

El más realista y cabrón crítico de cine que pueda existir. Ente sin misericordia que tiene el halago de transmitir a los mortales su sentir y sabiduría en el mejor recinto sobre el séptimo arte. Cinéfilo de corazón y crítico crudo por vocación. Alter ego del Licenciado en mercadotecnia y RRPP Oscar M Rodríguez (FB) Sigueme en twitter @El_Fett


6 Comments

  • Ojalá las aportaciones cinematográficas de Carax se hubieran quedado en El Rey Lear de Juan Lucas Godard

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  • Seguro esta en los nominados, pero yo no confirmaría a Adam Driver como el peor cantante en un musical en el cine existiendo Russell Crowe en Los Miserables y Pierce Brosnan en Mamma Mia. Peores que los berridos de unas banshees desafinadas.

    A mi me gusto la película, es muy dispar rayando lo experimental, pero se hace disfrutable en su excentricidad, al menos no me pareció tan ridícula y tediosa como Holy Motors.

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  • Pues.. si estuve a punto de declinar la pelicula, Driver canta horrible y es dificil entender lo que ocurre.. si odias The Last Jedi por la panza de Driver, aqui terminas amandola… pero llega el segundo acto y mejora con esa critica al showbiz… y el acto final si bien no redime a la cinta del todo, por lo menos la salva del hundimiento total… lo que me divierte es como Carax usa a varias cantantes y actrices mas o menos famosas en sus coros, como Rila Fukushima o incluso Natalia Lafourcade y… nadie se da cuenta… de andar viendo al Severus Snape gringo

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