Aquaman y el Reino Perdido: De héroes genéricos y villanos inútiles

El último vestigio de lo que alguna vez se llamó SnyderVerse llega a su fin; pese a que ya se había anunciado el cambio de dirección de la mano de James Gunn, James Wan se aferró a tener una secuela. Todo iría de maravilla si tan solo Wan hubiera hecho algo decente como lo hizo con la película anterior, con una pelea entre hermanos por el poder muy shakesperiano. Sin embargo, con esta secuela Wan y Momoa parecen nadar sin rumbo alguno, y “El Reino perdido” solo es un mero pretexto para el lucimiento de Momoa y Wilson.

Por fortuna la historia solo es una aventura más del personaje donde hace todo lo posible por sostenerse por si solo, dejando atrás la narrativa semi construida del Snyderverse. Olvídense de cameos de otros personajes, ni siquiera de menciones a otras películas, pues en esta nueva aventura Arthur Curry (a.k.a. Aquaman) ya es rey y soberano de la Atlántida, ha unificado a todos los reinos, pero lo más importante, es que ya tiene un hijo y está casado con Mera (una Amber “caquitas” Heard a la que le quitaron minutos de metraje por todo el revuelo del juicio con el otrora pirata Jack Sparrow, minutos que al parecer nadie necesita, ya que su participación es casi nula y no aporta nada a la historia).

Volviendo a la historia, mientras Aquaman divide su mundo entre reinar la Atlántida y cambiar pañales al futuro rey, una vez más tenemos a Black Manta (interpretado una vez más por Yahya Abdul-Mateen II, que lo hace con tal pereza, que no crees absolutamente nada de su interpretación), otra vez usado por alguien más para realizar el trabajo sucio ¿acaso Aquaman no tiene villanos lo suficientemente memorables dentro de los cómics? Manta y el científico Stephen Shin (Randall Park) encuentran congelada una necrópolis, custodiada por una bestia llena de tentáculos (secuencia por completo de horror, donde Wan demuestra su habilidad hacia con el género); en dicha necrópolis Manta se hará con el poder del Tridente Negro, que lo poseerá con el espíritu de su antiguo dueño, un rey Atlante que quiere dominar el mundo, todo lo que un típico villano de súper héroes hace.

Una historia GENÉRICA donde los guionistas (incluido Momoa) no se esforzaron lo mínimo por darle un pequeño twist. Lo que resultaba divertido y lleno de color en las secuencias de acción en la primera película, aquí brillan por su ausencia, la fotografía es oscura, la edición es pésima, las batallas y la acción resulta sobresaturada y reciclada, cómo si Wan hubiera tomado elementos de toda franquicia ya vista y la hubiera puesto bajo el agua: los muertos de color verde de El señor de los anillos, el elemento mágico de Harry Potter, la dinámica de hermanos de Thor y Loki e incluso exactamente el mismo final que la primera película de Iron Man.

Y hablando de hermanos tipo Thor y Loki, lo mejor que funciona en la película es la química entre Jason Momoa y Patrick Wilson. Sin ellos dos la película se hunde por completo, haciendo a la historia más interesante cuando se olvidan por completo de “salvar el mundo” y por momentos se convierten en una especie de “Viaje al centro de la tierra”, con una mezcla de comedia a la “buddy movie” y un sentido de aventuras fuera del agua (que irónicamente es mucho mejor que cuando están dentro del agua).

Hablar de la escena postcreditos es darle mucho crédito a una película que llega demasiado tarde, que no se esfuerza en absolutamente nada, con una historia genérica llena de acción ya vista, y que es preferible verla en streaming a pagar un boleto para verla en pantalla grande.

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