Big Fish: Una celebración a la vida y los padres
En este día que para mí es muy especial quiero rendir tributo a mi viejito. Hay muchas películas que hablan sobre el amor de un padre hacia sus hijos, pero ninguna que lo refleje tanto como Big Fish de Tim Burton. Simplemente porque mi papá es igual que Edward Bloom (Ewan McGregor), le gusta contar historias.
Recuerdo que desde pequeñita nos contaba historias; no había gigantes ni arañas asesinas o brujas, pero había animales extraordinarios y aventuras emocionantes cuando iba de una ciudad a otra por trabajo. Y aunque siempre supimos que sus historias eran solo historias reales endulzadas con imaginación, nunca se lo reprochamos, al menos yo no, me encantaba que nos contara anécdotas de cuando estaba chiquito y trabajó vendiendo ropa interior y una ‘Mrs. Robinson’ se le insinuaba, o cuando tuvo que perseguir un marrano por todo el pueblo cuando en la carnicería le encomendaron matarlo, o cuando estaba muerto de miedo y decidido a entregar el dinero de las ventas del día a un ladrón solitario que lo esperaba en un camino abandonado que llevaba al pueblo, y en realidad era un burro pastando… pero la mejor historia de todas es cuando yo nací, y luego, años después la escuché completa de boca de mi abuelita y luego de mi mamá… y la historia era verdadera… Hay que saber contar historias para hacer más feliz la vida de las personas. Ese es mi señor padre… Así era el Edward Bloom de Tim Burton.
Edward Bloom, era un vendedor que iba de puerta en puerta vendiendo lo que fuera que hubiera que vender, es el protagonista de la historia de Burton, un hombre que nació con buena estrella, determinado a no vivir por siempre en su pueblo natal y salir al mundo y explorarlo, vivirlo.
Conoció a la mujer indicada pero no tuvo oportunidad de hablar con ella, pero el hombre del circo donde trabajaba la conocía y cada semana le daría algo de información de ella mientras siguiera trabajando para él. El amor es paciente, y Edward Bloom lo era. Desde el momento en que salió de su pueblo en compañía de un gigante, su vida cambiaría para siempre. Era de los que ven lo bueno en las cosas malas y siempre se quedaba con lo mejor de cada situación. Trató de enseñarle a su hijo que la vida hay que vivirla para ser felices, pero su hijo al ir creciendo perdió la magia que su padre le había dicho que existía en la vida. Y se alejó de él.
Esta es la historia de la reconexión de un padre con su hijo en el lecho de muerte. Pero es una historia que merece la pena ser contada y sobre todo vivida.
Basada en la novela del mismo nombre de Daniel Wallace, Tim Burton nos lleva por ese mundo de fantasías y aventuras que Edward le contaba a su hijo. En algún punto de su infancia, Will (Billy Crudup) se desencantó de su padre y al ir creciendo no soportaba la idea de que su padre solo contara lo que para él eran mentiras. No entendía cómo su madre podía haberse casado con su padre si era el hombre más mentiroso y estaba seguro que o tenía otra familia o había engañado a su madre.
Will emprende un viaje al viejo pueblo del que su padre siempre le contaba, esperando encontrar respuestas y sobre todo, esperando descubrir los secretos sucios de su viejo.
La travesía de Will, así como la de Edward años atrás, Burton nos las cuenta de una forma tan bella y tan simple, como si la magia fuese parte de este mundo. Y es que lo es, existe magia para los que saben dónde voltear y verla. Toda historia fantástica tiene siempre cierto grado de verdad en ella. Es tarea de Will y de todo adulto conservar la magia con la que nacemos o redescubrirla si es que la has perdido.
Cuando Will descubre cosas sobre su padre (quien por cierto está muriendo de cáncer y los médicos les han dicho que solo hay que esperar el momento final) y su curiosidad está del todo saciada, es cuando logra reconectar con su padre. Cuando eso sucede, Will vuelve a vivir y descubre la verdad detrás de cada historia que su padre le contaba y comprende lo maravilloso que era el hombre.
Con un ambiente colorido, unos personajes interesantes y unas actuaciones a la altura, en donde Jessica Lange está divina y Albert Finney enamora, Tim Burton construye una de las mejores historias que nos ha contado a lo largo de su carrera. Como es su especialidad, nos lleva a lo largo de diversos lugares fantásticos para que presenciemos una historia de amor que termina con una celebración en un funeral. Porque cuando alguien muere hay que celebrar su vida, no llorar su muerte. Tim Burton me ha enseñado eso.
No, mi padre no ha muerto (a Dios gracias), pero esta película del señor Burton me lo trae a la mente cada día del padre y dado que ahora estoy muy lejos como para correr y abrazarlo, le quiero rendir homenaje a él y a todos los padres que nos han enseñado a disfrutar la vida hoy en su día.
¡Feliz Día del Padre!
Disfruten y celebren aquellos que los tengan cerca y si tienen hijos, hagan que estos se sientan orgullosos de ustedes.
Felicidades a todos los papás.
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