Brazil: El único lugar para ser libres, es nuestra imaginación

En 1985, Terry Gilliam, confiado en su visión artística  y combatiendo a la estructura de pensamiento y creatividad genérica del marketing de Hollywood (que no ha cambiado mucho en la actualidad), lanza su crucial “Brazil”, una cinta por la cual peleó como perro para que saliera su corte original (que al igual que en su film,  irónicamente representó una lucha contra sistema), y que a pesar de no tener un éxito en la taquilla americana, se convirtió en una clásico de culto que hoy en día es referente de la ciencia ficción y del tema de distopías.

De la cabeza de Gilliam

Ver Brazil no es cosa sencilla, no porque utilice un lenguaje o conceptos complicados o incluya demasiadas metáforas, sino porque como lo es cualquier película de Gilliam, hay que dejarse llevar por la extravagancia de su diseño de producción, su fotografía y escenarios; y es que no podíamos esperar nada menos del cerebro del creador de “Monty Python”. Con una paleta de colores sumamente variada y una fotografía en tono azul marino, la estética da la esencia de que estamos en un lugar de pesadilla, estrecho, con ligeras diferencias al mundo de los sueños y donde la cámara juega un papel importante, pues cada plano cuenta para crear este espacio claustrofóbico – distópico puesto en escena. Ese nivel de obsesión solamente es conseguido por un genio como lo es Terry Gilliam

El absurdo como lenguaje cinematográfico

Como la vida misma, las situaciones más caóticas pueden ser causadas por el evento más absurdo, como que una mosca se atore en una impresora

Y es que a través de un suceso tan imprevisto como hilarante, Gilliam utiliza el lenguaje de lo ilógico para describir una distopía reinada por el totalitarismo y la burocracia, donde los procesos tardíos y las montañas de papeles terminan siendo parte de un sistema que, generado por las trabas y el tedio, lo convierten en un absurdo tan cómico como terrorífico (pero a la vez tan cercano, pues todos hemos vivido en algún momento esa frialdad y desesperanza provocada por el simple hecho de hacer un trámite que nos permita desempeñar nuestras actividades como civiles). El detalle en Brazil es que este problema es amplificado por un estado controlador y totalitario (cómo en 1984), haciendo todavía más terrorífico el caso (y añaden que estamos en un contexto futurista donde el ser humano es reducido a un mero papel o dato).

Por fortuna, lo que pareciera ser un ambiente pesimista y claustrofóbico, donde el sinsentido es la moneda de cambio, ese mismo absurdo permite agregarle un humor negro exquisito que hace que este “engrudo seco” tenga algo de color y de sabor; quizás es su mayor diferencia con respecto a 1984 de Orson, donde la atmosfera es más fatalista y depresiva. Gilliam en Brazil aplica el famoso: “bueno, si estamos jodidos, pero hay que reír para no llorar”

Por si el paralelismo no fuera más aterrador con respecto a la época actual, la cinta describe una sociedad sumamente superficial, banal, apática, hedonista, que en la búsqueda de la eterna juventud (no importa la mutilación que se haga física y corporalmente, premisa plasmada a través de Ida Lowry), lo importante es verse “atractiva(o)”, “deseable” para los ojos de la sociedad. Mientras todo el mundo con una pantalla en cada esquina observa el abismo mediático y cultural en el que nos hemos convertido, no importa que lo que esté en la pantalla no tenga contenido, lo único importante es mirar sin cuestionar (si, estamos hablando de una película de 1985).

Y con todo este panorama, ¿no estaremos más cerca de esta distopía de lo que creemos? ¿o quizás ya estamos viviendo en una variante del universo que Gilliam nos presenta? ¿y si el totalitarismo no es necesario, pues la basura mediática que consumimos es suficiente para mantenernos “dormidos”?

Quizás hay varias interpretaciones que tiene la película, y la única respuesta a todas esas interrogantes es que no importa que tanto la misma sociedad coarte nuestra libertad, el único lugar donde seremos libres será la imaginación, que será la llave a ese mundo donde se puede ser cualquier cosa, desde una película, una pintura, una fotografía, un recuerdo, hasta una canción pegajosa de un país sudamericano (Lalala Brazil).

De todo esto platicamos en nuestro programa de ayer el Cineclub Cinescopia el cual los invitamos a sintonizar todos los Martes a las 7:00 pm a traves de nuestros canales de Youtube, Twitch y Twitter

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Acerca del autor

El Cine Actuario   @maxpower_ar?s=09   facebook.com/dvclocblog

Actuario/Economista, Amante del Cine, Devoto de Dios, Intuitivo, Curioso, Rockero de corazón, Fanático de los Libros y del deporte de las tacleadas, quesero, colchonero, diablo rojo. "Las estadísticas son la forma en que las matemáticas cuentan las historias" "El arte es una ciencia y el trabajo del critico al igual que el del investigador es exponer sus axiomas y teoremas al mundo" "Estar de acuerdo, en no estar en desacuerdo es saludable"


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